Darian rincón……………
Desde hace unos años mi objetivo ha sido ingresar a la mejor universidad de Massachusetts, ya que es la mejor universidad experta en psicología de todo Boston, desde mis doce años me apasiono la psicología, cuando una amiga de mi madre me regaló un libro de ello, y me pareció irreal el hecho de poder llegar a entender el problema de otras personas y poder ayudarlos a enfrentar su pena, aunque ahora que lo pienso es un pensamiento algo raro para una niña.
Volviendo al punto. Mande mi carta de presentación a inicios de año, faltan tres meses dos semanas y tres días para graduarme de la preparatoria, usualmente la carta de presentación o solicitud para ingresar a una universidad se manda en estas fechas. Pero tomando en cuenta que más de mil estudiantes la enviaran quise estar segura, no soy alguien perfeccionista, pero sí me gusta saber que todo está en su lugar, y de las pocas cosas en la vida a las que les tengo importancia, graduarme de la universidad con honores es una de ella.
_ Darían ya está el desayuno ¡
_ Ya voy – grito, levantó la cabeza y tomo mi teléfono para ver la hora –. Dios son las diez de la mañana, ni en domingo puedo dormir en paz.
Mi madre tiene una rutina, a las siete saca a pasear a Mimi (nuestra canina de diez años), a las ocho regresa la alimenta se baña y después prepara el desayuno, que casi siempre está listo a las diez quizá diez y media, regularmente lo como frío porque prefiero más horas de sueño que desayunar, pero cuando es huevo como hoy me obligo a pararme porque el huevo frio es un completo asco.
Después de lavarme la boca y la cara, bajó las escaleras mientras me amarró el cabello. Al llegar a la planta baja saludo a Mimi, y camino a la cocina.
_ Creí que no te levantarías.
_ Sabes que odio comer huevo frio.
_ Lo sé, por cierto, te llego una carta de la universidad, y presiento que son buenas noticias – Mi madre me entregó la carta, tenía una leve sonrisa en el rostro lo cual ya era raro.
Abrí la carta, le di una hojeada rápida y llegué a la parte importante.
“Señorita Darían Rincón, se le informa que fue admitida en la universidad en la facultad de Psicología, bajo una beca gracias a que quedamos asombrados con su excelente desempeño y su arduo conocimiento, además de su currículum impecable y sus perfectas calificaciones”
_ Yo… Fui aceptada y con una beca – miré una vez más la carta y después a mi madre un tanto sorprendida.
La verdad no esperaba la beca a mí me bastaba con ser aceptada.
_ Era de esperarse siempre ha sido tu meta e hiciste todo para conseguirla felicitaciones, estoy orgullosa.
Mi madre no es expresiva y me dijo más de lo que en realidad esperaba.
_ Gracias.
Yo tampoco lo soy, supongo lo heredé de ella.
Desayuno y no puedo evitar pensar en la universidad de Massachusetts, cuando investigue todo acerca de ella quede fascinada muy pocas universidades hacen lo que esa, y es que no solo estudian la psicología de manera lógica sino también de manera física.
Extrañamente cuando estoy feliz me gusta ir a lugares abiertos, a escuchar música o simplemente existir, la naturaleza me transmite paz y me gusta.
_ Ma iré al parque en un rato regreso.
_ Okey.
Cuando nos mudamos lo que más les gusto a mis padres fue el hecho que al final del fraccionamiento hay un gran y hermoso parque lleno de mucha naturaleza, y un gran lago en medio de él, debo decir que a mi yo de diez años le fascino saber que cerca de su nueva casa en un país desconocido, con un idioma por aprender había algo familiar, un parque con desconocidos qué pasean a sus perros, hacían ejercicio, o a niños jugando, pájaros volando por doquier y un lago con garzas. Ah y también bancos extremadamente agradables, y siete años después sigue siendo mi lugar favorito.
“¿Qué piensan los pájaros?” es el libro que estoy leyendo y claro un parque lleno de ellos es el lugar perfecto.
_ ¿Qué piensan los pájaros? un título muy tú.
Si no fuera por el hecho de que he escuchado esa masculina voz desde los diez, de seguro lo hubiera golpeado pensando que era un acosador.
_ ¿Si sabes que espiar a alguien se llama acoso?
_ No cuando ese alguien es quien llenó mis suéteres de lágrimas y mocos. – comenta con una sonrisa sarcástica
_ Tú mataste tres de mis barbies y nunca te reclame.
_ Claro que lo hiciste y no fueron agradables.
_ ¿Qué haces aquí Mikeiel? no deberías estar golpeando un saco de box.
_ A veces me gusta correr antes de ir a entrenar, es relajante.
_ Mmm ya veo, bueno sigue con tu recorrido matutino.
_ ¿Me estás corriendo?
_ Si.
_ Bien te dejo con tu muy interesante lectura.
_ Si gracias.
_ Amargada – susurra, aunque sé que es de manera amistosa.
_ Idiota – le respondo con una hipócrita sonrisa, él me sonríe de igual manera y después va.
Mikeiel y yo éramos inseparables desde el momento en el que llegué a Boston desde México, y nuestras familias se volvieron prácticamente una. Todos los domingos nos reunimos en una de las casas y contemplando que somos vecinos no era algo difícil de hacer, mi tío Connor y mi papá hacían carne asada, aunque yo la odié, mi madre y mi tía Serené platicaban de cualquier cosa, mientras Mikeiel y yo jugábamos o hacíamos travesuras.
A pesar de que Mikeiel me lleva dos años, no hubo problema al principio, aunque obviamente me sobre protegía en algunas ocasiones como si fuera su hermana menor, pero a mí me gustaba que lo hiciera. Y básicamente crecimos como hermanos, pero como dije. nuestra diferencia de edad no fue un problema al principio, pero cuando Mikeiel entró a noveno grado las cosas cambiaron básicamente desde la primera semana. No lo culpo porque, estar en noveno grado y tener que cuidar a una niña de séptimo año, debió ser absurdo e irritante para él.