Días lluviosos han pasado y el envolvente olor a petricor resulta ser lo más relajante después de todo.
Inefable es el melifluo del susurrante te quiero que abre paso en mi mente y después de todo cogitabunda me pongo.
Comienzo a sonrojarme ya que aparece un pequeño contorno que poco a poco toma forma; y mis pequeñas pupilas logran visualizar una pequeña curvatura que me vuelve loca, y nuevamente el melifluo de un te quiero retumba por mi mente.
Noto que la curvatura es aún más bella, que mas da me acerco, y atrapada en dos espectaculares faroles, escucho un estropitoso: Hola!!!
Salgo de mi mente, un ósculo estampa mis labios, el contorno de mi mente, me tiene entre sus brazos, inconmensurable el sentimiento producible de ese susurrante te quiero...