Fragmentos de ti

Capítulo I

 

Ileana Albescu nunca había sido una mujer demasiado femenina, en realidad, la agresividad con la que solía comportarse después de cumplir los dieciocho años es lo que había influido en pensar (y asegurar) ello, no es como si antes tuviera mejor carácter antes, pero era mucho más accesible, muchos pensaban que era neurótica o algo parecido, al ser demasiado voluble debías medir bien tus palabras antes de plantarte frente a ella y hablar, cualquier tema que no fuera de su agrado (o un tema personal, para variar) podía terminar con el pobre sujeto con un trauma de por vida debido a las intensas palabras que te diría, y no necesariamente tenían que ser groserías, además de uno que otro golpe. 

Aunque podía controlarlo, había sido una adolescente con muchos problemas y no exactamente por qué ella fuera la causante, algunos podían tacharla de problemática, pero era por que no conocían su historia (y si la conocían, preferían usarla en su contra), historia que trataba no influyera demasiado en su vida «aunque en realidad no era algo necesariamente malo», por su propio bien pero era inevitable, sobre todo por el hecho de que sus compañeros no ayudaban mucho, por que todos sabían más que ella misma, al parecer y/o les gustaba usar eso para lastimarla solo por ser algo diferente a los estándares de la comuna, más rebelde y menos accesible.

Según le habían dicho, sus verdaderos padres la habían abandonado en el valle entre algunos arbustos a los pocos días de nacida, nadie conocía a sus padres, unos campesinos la encontraron por mera casualidad mientras andaban por un sendero poco conocido en días de embriaguez, la poca lucidez que habían conseguido obtener los había llevado al llanto de la menor, llevándola a la aldea para que encontrase su familia, cosa que nunca ocurrió, por el contrario, especulaciones surgían de sus supuestos progenitores, hasta que una campesina más, anhelante de tener un hijo, se decidió por adoptarla ya que nadie quería hacerse cargo, fuera de todo prejuicio ya que algunos creían que podía tratarse de una trampa por parte de los vampiros, sí, en pleno Siglo XX aun creían en esas cosas.

Los vampiros no eran algo por lo de qué preocuparse realmente.

Viviendo en una comuna llamada Bran en el distrito de Brasov en Transilvania (Rumania), los climas solían ser más que nada de la alta montaña, o al menos muy parecidos, el frío y neblina siempre estaba ahí, a veces más, a veces menos, pues se encontraban en la zona central de los Cárpatos, el sistema montañoso que abarca gran parte de Rumania, entre otras zonas de Europa Central, sobre la meseta central de la misma, ahí donde se encontraba el Castillo de Drácula, quien nunca residió ahí en realidad, pese al año en que se encontraba seguían existiendo personas que creían en lo sobrenatural.

Viorica Albescu, así se llamaba la mujer que la adoptó, una agradable señora de 30 años en aquel entonces algo bastante diferente del resto en tanto a su forma de ser y pensar, de cabello castaño a la que la vida no trató bien, pero supo sobreponerse a esto, por que ella era fuerte, tal cual la había enseñado (a Ileana), la crió lo mejor que pudo logrando que terminara la preparatoria cuando ella no pudo hacerlo. Ileana la amaba como si fuera su propia madre por que ella sabía que no importaba que no la hubiese parido, sino que la cuidó cuando nadie más quería hacerlo dándole su amor incondicional y su fe ciega; sin embargo Viorica se lamentaba no poder hacer más por ella, es decir, enviarla a la universidad, no tenía más dinero para eso. La pelinegra nunca se lo reprochaba aquello pues era consciente de las carencias que vivieron hacía poco tiempo logrando sobreponerse a ellas en cuanto consiguió un empleo. 

~

Precisamente volvía de su trabajo en una cafetería en el centro de la comuna de Bran, no siendo esta demasiado grande, caminaba alrededor de una hora para llegar de su hogar al mismo y viceversa, en el trayecto y ocasionalmente compraba algunas cosas que hicieran falta, como ahora, compraba algunas cosas de higiene personal y un pastel de chocolate negro que a su madre tanto le encantaba, guardó las cosas en un morral que traía consigo cargando en la espalda con la forma de un gato gris el cual le encantó en cuanto su mejor amiga le mostró.

Algunas personas que encontraba en su camino a casa le saludaban y ella respondía con asentimiento de cabeza y una fugaz sonrisa, la mayoría eran amigos de su madre, por que con ella pocas personas se juntaban, realmente no le importaba mucho en tanto no se metieran con ella, lo cual le llevó a pensar en un suceso que la confundía de sobremanera: un par de ocasiones atrás, había pasado que se enfrascaba en peleas que luego no recordaba, a veces a su mente venían flashes de lo que había ocurrido y pese que Ioana le contase sobre lo ocurrido, no evocaba ningún recuerdo en su memoria. La sensación que le venía antes de las peleas era confusa, sentía como si algo o alguien que no conocía estuviera viviendo dentro de ella y en vez de pensar que eso era aterrador pensaba que era genial y lo sentía correcto, cosa que la preocupaba bastante, tal vez tenía alguna enfermedad mental no diagnosticada y no lo sabía, eso le ponía los vellos en punta.



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En el texto hay: mujerlobo, alfabeta, rumania

Editado: 01.09.2020

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