Alexandre, Adrian y Cornel (recuadros 1 a 3, 4 a 6, son sus formas lobunas) Andrei (recuadro siete, recuadro 8 su forma lobuna)
El llamado.
Había despertado abruptamente en su habitación, con la respiración agitada y una opresión confusa en el pecho, no sabía diferenciar entre un sueño y la realidad pero su instinto lo hizo levantar de la cama, colocarse una camisa encima pues dormía solo con un pantalón de pijama y salir de su pequeña morada, chozas que habían construido después del Destierro con lo que encontraban y lo que podían conseguir en otros pueblos humanos, no contaba con que al salir de su hogar se encontraría con varios compañeros, al parecer no había sido un sueño, los varones se encontraban fuera siendo un total de seis incluyéndolo.
― ¡Está vivo!
― ¡Nos está llamando!
― ¡Tranquilos todos! ―exclamó el líder por mayoría de votos, Andrei―esto podría tratarse de una trampa.
―Eso es imposible, el llamado es único para cada manada y nosotros hemos sido bendecidos con la buena nueva de que el hijo de Erik y Crina no murió―dijo un fiel amigo de los fallecidos, Adrian, los presentes asintieron
―En ese caso, sólo irán tres de ustedes a averiguarlo, no podemos dejar la manada sola y pese a que nuestras mujeres son lo suficientemente fuertes y valientes para valerse por sí mismas, lo nuevos cachorros podrían correr peligro ante algún ataque sorpresa, no debemos ser los únicos en haberlo oído―exclamó con sabiduría
―Yo iré―mencionó Alexandre
Adrian, Alexandre y un hombre más, Cornel, se postularon para ir a investigar y ante la aprobación del líder, iniciaron a correr fuera del pequeño e improvisado asentamiento siendo seguidos de cerca por los demás, al dar un salto sus cuerpos humanos cambiaron en cuestión de segundos por lo que al caer ya estaban convertidos en lobos, fuertes y feroces lobos a los cuales nada podría detenerles centrados en completar su misión, emocionados de saber que aquellos alphas que dieron sus vidas por protegerlos habían logrado salvar un vestigio de su existencia en algo más que simples cuentos que ellos contaban a los más pequeños.
La gran mayoría estaban en deuda y por la lealtad que le tuvieron a la pareja no podían simplemente ignorar algo que a todos les incumbía, pese a que volvieron sólo encontraron los cuerpos de sus líderes en los límites de lo que una vez fueron sus tierras más nunca encontraron el cuerpo del pequeño infante para al menos darle sepultura pues dudaban que hubiese sobrevivido al ser un ser indefenso ante una manada de lobos que no habrían dudado en acabar con él.,
Sus instintos les guiaron de vuelta a su viejo hogar, allá en Bran, podían escuchar el eco del llamado en sus tímpanos y en el entorno, como si hubiese dejado una huella en aquello que una vez les perteneció. Aun recordaba los "Días felices" antes del inesperado e inoportuno ataque de Månen i mørket, la felicidad llenaba cada resquicio de su hogar ante la buena nueva del nacimiento del hijo de los líderes en una noche de luna llena que sólo podía significar que había nacido un Alpha, sonrió ante el recuerdo en su interior, nunca se les reveló el sexo del niño pues se esperaba que, tras recuperarse la hembra, una semana completa más tarde, hicieran la celebración pertinente por el primogénito.
El recorrido fue de varias horas en las que se exigieron solo lo mejor hasta que finalmente llegaron, no sabían qué hora era, pero sabían que habían llegado a su destino en la forma más literal de la palabra.
Estaban a no más de un kilometro de las orillas de la comuna, observando a todas partes, atentos a cualquier sonido que pudiera indicarles que alguien estaba ahí, olfateando no solo por los enemigos sino también para encontrarle, buscando un rastro más que seguir, se dividieron entre los tres buscando por separado a pesar de ser peligroso pero necesitaban abarcar más espacio.
Él fue mucho más ambicioso y osado, recorrió un sendero entre arbustos donde un peculiar aroma comenzaba a percibirse pero demasiado tenue, la atracción se volvía mayor conforme avanzaba, presentía que ahí es donde se encontraba el Alpha y algo más. Divisó una casa, la primera que veía en su recorrido con la puerta entreabierta, parecía que llevaba así bastante tiempo por lo que, acechante, agudizó sus sentidos aun más para no ser tomado por sorpresa, su corazón latía con fuerza con la adrenalina y la incertidumbre corriendo por cada parte de su anatomía hasta que algo captó su atención, varios metros frente a la puerta, un bulto.
Editado: 01.09.2020