Reflecția lunii se había retirado más al sur en los Cárpatos, dónde el clima era un poco más inclemente, pero que les beneficiaba ya que por esa misma razón esa zona se encontraba deshabitada por cualquier manada de lobos, ya que, en su mayoría, las zonas boscosas eran habitadas más por lobos europeos, habituado a temperaturas más cálidas que ellos mismos, que sí bien también contaban con uno u otro lobo europeo, la mayoría eran de pieles más gruesas y peludas, siendo así más resistentes al frío.
De igual forma, el poder convertirse en humanos a libertad, había facilitado muchas cosas para la manada herida, levantaron pequeñas casitas, en aquel entonces, con solo madera sin nada más para mantenerse, con el paso de los años, hicieron la pequeña aldea lo suficientemente sustentable como para haber permitido el nacimiento de tres camadas de lobos en los últimos casi 150 años, ésta última, trayendo a la generación más joven a la que pertenecía el hijo de Cornel, Ivantie.
Por su parte, el lobo de pelaje marrón que había sido mandado de vuelta a la manada para informar sobre las buenas nuevas por parte del viejo Andru, recorría el paisaje boscoso a rapidez media, se había cansado un poco al haber ocupado sus energías al máximo para llegar a dónde se había escuchado el tan ansiado llamado. Se llevó unas horas más de lo esperado, deteniéndose cada cierto tiempo para asegurarse de que no estaba siendo seguido y aprovechando para descansar, no había dormido casi nada, pero lo prefería para llegar e informar de las nuevas buenas.
Finalmente llegó a su destino, disminuyendo la velocidad hasta entrar trotando al interior, pudo observar a algunos niños jugando en los alrededores de su pequeña aldea improvisada, encontrándose a su paso, a su hijo, de apenas cinco años, acompañado de los demás menores, se detuvo para transformarse y así caminar en su dirección de manera despreocupada, después de todo, estaban en sus territorios (o lo que pudieron conseguir luego del Destierro) ¿qué de malo podía pasar?
—Pequeño Ivantie, ¿dónde está tu madre? —cuestionó.
El menor al escucharlo dejó lo que estaba haciendo para correr a los brazos de su padre, quién se acuclilló para recibirlo con los brazos extendidos, abrazándolo con amor, poniéndose de pie y revolviendo su cabello de manera cariñosa, haciendo reír contento al más joven.
—Está en casa, padre, me permitió salir a jugar un momento en lo que terminaba el aseo de la casa.
Le hizo saber, en tono infantil. El mayor saludó a los demás niños mientras se acercaba más, caminando en dirección de su hogar, una de las tantas chozas que conformaban el pequeño poblado de lobos, sin percatarse en ningún momento que no había visto a los lobos guardianes ni ninguno de los otros lobos que se supone resguardan la integridad de la pequeña manada, sin embargo, ¿qué podía ser más importante que su hijo? O sí, el hecho de que encontraron a su alfa verdadero.
Ingresó a su vivienda, con el niño en brazos, encontrándose con los aditamentos para la limpieza tirados en un rincón, alzó una ceja extrañado, estaba a punto de olfatear cuando sintió la punta de una daga en su costado izquierdo, debajo de la mano que usaba para sostener a Ivantie, el aroma del alfa en turno (el que habían escogido ellos, para pronto) golpeó sus fosas nasales con fuerza, claramente amenazante.
—Cornel, es bueno saber que has llegado al fin.
—Andrei ¿qué significa esto?
—Depende ¿qué noticias nos traes?
Entonces, radicó en el aroma de dos betas al interior de la casa que, al haber dicho aquellas palabras, salieron detrás de una puerta que conectaba a sus habitaciones, escoltando a su esposa y haciendo que su lado animal quisiera salir y reclamar lo hecho a su esposa, notablemente alterada masajeando el bulto prominente en su vientre, su próximo hijo. El ambiente era por demás, hostil.
—Pon al niño en el suelo, deja que Costel se haga cargo.
—¿Crees que soy estúpido? —gruñó a la defensiva
—Por supuesto que no, por el contrario, eres lo suficientemente inteligente como para seguir esa simple orden—dijo con calma, dando un asentimiento de cabeza
El hombre anteriormente mencionado, se acercó a hasta ellos y el que quedaba, quedó atento al movimiento de Cornel, entre leves forcejeos, puesto también estaba siendo amenazada por detrás, para que el niño no viera nada, por variadas razones, Costel le sonrió y arrancó al niño de sus brazos, que se asustó un poco, casi empezando a llorar entre hipidos constantes, pero pronto le dio el niño a su madre y los cuatro desaparecieron de su vista, Sorin, quién creyera su amigo, rió levemente ante su rostro afligido y molesto, lo último que el castaño recién llegado vio fue el rostro afligido de su mujer conteniendo las lágrimas, luego un pequeño grito ahogado (no pudo identificar si era de su hijo o de ella, demasiado asustado) y todo quedó en silencio de nuevo, haciendo que sus piernas flaquearan y cayera de rodillas ante la mirada complacida y la sonrisa torcida del alfa detrás de él, que jugó con la daga en su mano.
—No te preocupes, están bien, sólo los hicimos dormir.
—Tú... ¡maldito! ¡Como te atreves a tocar a mi familia! —gruñó furioso desde el suelo, dándose media vuelta y mostrando sus colmillos, su rostro rojizo por la furia contenida
— ¡Guarda silencio! —devolvió el lobo con su voz de mando, bien sabía que transformarse en esos momentos no ayudaría a sus planes, por más necesario que esto fuera—y dime qué fue lo que encontraste si no quieres que alguien muera.
Editado: 01.09.2020