Fragmentos de una novela escrita a garabatos

Una carta que vuela por mi mente

Se puede empezar esto de muchas formas. Una de todas esas que tenía en mente, era empezando diciendo que tenía muchas formas de empezar esto. Así no te lo creas, realmente no había muchas formas de comenzar algo como lo que voy a decir. Nunca la hay. No es ni será tan complicado, tampoco. Es más como un crueldad que envenena mi mente.

¿Sabes que pensaba? Que podía joder la realidad una vez más, como siempre estoy acostumbrado. Eso de pensar y ser nunca fueron tan amigos, he pensando y poco he sido a lo largo de mi vida, porque quiero pensar y ser, no quiero solo ser.

No interpretes esto como una locura, por más que lo sea. Ya sabes, como una de esas tantas locuras que, como personas, como soñadores, venimos pensando que es posible algo que, en efecto, lo es. No voy a hablar de puntos débiles, ni de carácter o alguna de todas esas muchas tonterías de las que vengo acostumbrado a decir. Bueno, quizá no estás entendiendo absolutamente nada de lo que por ahora vengo escribiendo.

Te lo quisiera explicar con un simple abrir y cerrar de tus ojos, con un sueño eterno producto de tu voz. Te lo puedo explicar en poesía poco ortodoxa o en alguna historia macabra. Esas son mis maneras de empezar, pocas veces he terminado algo, por lo mismo que no tengo idea de cómo es que debo empezar, así que me rindo con facilidad.

Sí, tenía algo que confesarte. Yo no sé por qué me ahogas tanto. Lo digo en el mejor sentido que puedo. Como una presión de agua cayendo directo a mi nariz. Yo no tengo idea de por qué me terminas volviendo loco en busca de un poco de aire para aguantar un tanto más porque, es como una tortura autoimpuesta, la necesidad de esa presión de agua que no mata. Quiero bordar esa sonrisa tuya con el fin de trazar sus cejas con líneas totalmente concentradas en hacerlas perfectas. Quisiera reproducir tu voz menos de lo que mi mente ya lo hace, mas esto no por un tema de olvido o por añoranza, más bien es una gota de agua bendita, una mentira de esperanza, un gramo de paz.

¿Sabes lo que puede hacer una mentira de esperanza en una persona? Pues la tienes escribiendo, sin razón, sin motivo, una carta sin rumbo, unas letras que no ven ni saben a dónde van; un hombre que no sabe por qué se van.

Nunca me preguntaste cómo te veía ni por qué me interesé en ti. No sabes cuánto me molestaba eso, sobre todo porque, había mucho qué abordar.

El barco zarpa con una sutil voz de encanto y de familiarización. El ancla cuenta con una dosis de amor que puede ir a través del infinito mar y pesa como el cariño más duro; como el que engancha, como el que arrastra hasta parar. Se izan velas de gracia, se siente felicidad y culpa, fluye fragilidad en la bandera decaída, con voz de mando y mucho mando, por cierto. Con una mirada que no necesita ver por la borda, de tablas fuertes que sienten el agua marinada.

Quería decirte que no me gusta soltar el timón, me siento mareado por el oleaje. Es tan crudo como caótico aquella mirada al cielo nocturno, buscando en la luna el reflejo de tu mirada. Como ver nubes grises que amenazan el seco frio de mi piel delicada.

Estoy gritando en una especie de actuación ambigua, y así mata el silencio; así mata la soledad.

Quisiera decirte que me guardes tus sombras, que me quieras en tus espectáculos, que brilles después de la mirada al sol. Quisiera esas formas de reconocerte en la lejanía de nuestros órganos, de nuestros vacíos átomos, de nuestro inexistente contacto. Pero esto no habrá mucho de servir. Tampoco yo. Mucho ya no ha de se incomodar o de hacer sentir. Habré fallado en el arte de la vida, habré perdido el arte de la guerra, se habrá acabado la paz en nuestros latidos, las redes nos habrán desconectado, me habré atrapado en tu número y también en tus letras.

La fantasía de tu cabello y nariz al contacto de tu oído se habrán corrido de los cuentos, de la tinta, de tu mente. Me habré consumido lentamente en la teoría de la memoria, habré sido de corto plazo, no hubo plazo alguno para mi última entrega. Claramente esta carta dice "faltaste", por mí, porque falte, porque perdí.

Te habré soñado con amor hasta en mi última pesadilla.

Quería esas manos trabajadas en mi último trabajo. Quería esas manos firmando amor. Quería soñar. Quiero soñar.

Quiero creer que quiero seguir vivo, quiero recorrer mis lágrimas, quiero un último trago derramado en mi pecho, quiero la botella acompañando en mis sueños, quiero que mi almohada sea tu cuerpo. Quiero vivirte la mejor historia de amor, quiero de tus besos enseñando a los míos que se puede besar, que se puede amar. Quiero un poco de esas velas que amortiguan mi viento que se escapa sin rumbo buscando aquel amor en vez de a ti.

Quiero tantas cosas que significan tus ojos. Quiero tantas cosas que significan ir hasta el espacio. Quiero atravesar el sol con un solo dedo y prender la llama con un solo aliento. Quiero de esa miel que cuelga de mi sexualidad hasta el deseo más amargo que cuelga del compromiso. Quiero un poco de lo que me falta. Quiero un poco de ti.

Lamento no haber sido capaz de volar por tu alma, por impulsar tus maderos para que con ayuda del mar zarpemos al cielo. Lamento no ser una pieza más de tu quilla. Si soy una pieza de la esquina del tablero, un barril roto por las ratas. Soy esa clase de clima que no se extraña.

Lamento que procedas a despegarte de la orilla en busca de otra estación. Dicen que en el mar la vida es mejor, pero, cuanta ambición hay en mí que quiero atrapar tu ancla para siempre porque ese peso que sentí, ese peso al levantarse.

Ese amor no puede irse sin un poco de mi arena constituía de gramos de paz. Ni la ola ni el tsunami más fuerte te abraza de tus caderas como el sonámbulo más loco que sueña contigo y soñará, ya que de otra no queda más que rastros de tu velero al abordar.

Te quiero de la forma en la que te hablan las nubes al irse por el mundo. Te quiero conmigo. 




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