El "yo" que estaba en el suelo me gritaba lamentándose una y otra vez.
—¡Habla, Anthie! ¡¿A qué demonios esperas?! ¡Cuéntale de una vez! ¡Dile toda la verdad!
Sus gritos sonaban tan reales, como si no fuera una visión, como si me estuviera viendo realmente, como si me estuviera culpando realmente; sin embargo... estaba seguro de que lo que veía no era real, que solo era una imaginación causada por el cansancio, el estrés o la adrenalina del momento.
Solo debía tranquilizarme para que todo volviera a estar bien, él desaparecería si yo me calmaba, y estoy seguro de que lo intenté con todas mis fuerzas. No obstante, él "yo" de mi visión seguía repitiendo esas palabras múltiples veces, me estaba volviendo loco, de pronto, ya no escuchaba su voz solamente, ya no estaba solo él, había cerca de mil "yo's" gritándome en unísono:
—¡Habla! ¡Escúpelo! ¡Dilo de una vez, maldita sea!
Después de ello me encogí en el suelo agarrándome la cabeza, no podía soportar la visión que estaba teniendo en esos momentos, sentía que perdía la cabeza, sentía que me volvía loco por cada segundo que pasaba dentro de esta visión.
Fue en ese preciso momento que, tras el estrés causado por tantos gritos, empecé a golpear mi cabeza contra el frío suelo de la realidad, entonces mi yo interior entre lágrimas gritó tan fuerte como pudo.
—¡Deténganse, por favor! ¡No puedo hacerlo! ¡Cállense de una vez! ¡Déjenme en paz!
Entonces, todos los "yos" desaparecieron de mi alrededor, solo quedó el primero, el cual caminaba en círculos diciéndome que hable. Hasta que, de un momento a otro, sus gritos hacia mí fueron interrumpidos.
Alcé mi cabeza al escuchar un fuerte sonido, ese sonido provenía de un disparo que acabó con la vida del "yo" restante que estaba dentro de mi visión, en ese instante, todo se tornó borroso.
Lo último que alcancé a ver en mi visión, fue a un señor de apariencia extraña el cual portaba un revolver, este vestía un traje negro con cabello blanco y llevaba unos lentes oscuros en uno de sus bolsillos, pero, por más que quise ver más acerca de él. No logré ver su rostro, parecía cubierto, como si llevara una especie de máscara que lo cubría.
Entonces, todo el escenario a mi alrededor se destruyó y empecé a caer en otro lugar, sentía que me desvanecía mientras aparecían imágenes que llenaban mis pensamientos, y con ellas se iba formando un mar de inseguridad y dudas.
En ese instante cerré mis ojos, y al abrirlos todo se tornó de un color blanco, entonces mi mente se dividió en tres "yos" (los cuales generaron un caos dentro de mí).
El primer "yo" era mi "yo" del instituto HSUA: Él decía que no quería ser expulsado, creía que perdería todo si dijera algo, que lo mejor era obviar la respuesta e intercambiarla para decir otra cosa.
El segundo "yo" era mi "yo" actual: Él quería decirle al chico de la conversación, todo lo que había pasado con N.° AL-11, aunque tendría que atenerme a las consecuencias que eso generaría.
Un tercer pequeño "yo" apareció, y como si se tratase de un juez me dijo: Exactamente da igual, por más que lo cuentes, no podrás hacer nada; nunca has podido hacer algo para remediar las cosas.
Al parecer, cada respuesta de mis "yos" tenía una conclusión diferente y un futuro posible, al ver cada uno de ellos, el mejor futuro era obviar la pregunta y responder otra cosa, no había otra solución.
Y luego de obtener la respuesta, unas sombras negras me arrastraron para salir de la visión; y de la nada, me encontraba de nuevo con el hermano de N.° AL-11.
—¿N.º AN-10...? ¿Estás bien...? ¿Acaso dije algo malo? —preguntó él asustado.
—Sí, creo que estoy bien. Y no, disculpa, perdón por asustarte. Solo que me tomaste por sorpresa al decirme que eras su hermano —respondí tratando de mantener la calma—. Ella estaba conmigo antes de que yo saltara, sin embargo, no volví a verla después de eso, ¿cómo está? —titubeé para parecer más creíble.
—Realmente no lo sé, pensé que tú sabrías dónde estaba, que tal vez había regresado contigo al edificio —respondió con cara de tristeza y preocupación.
—Solo digo lo que sé, y esto es lo único que no sé, lo siento por no saber dónde está —contesté apenado.
—No te preocupes, si no lo sabes no podemos hacer nada, de seguro ya aparecerá después; y bueno... dejando lo de mi hermana a un lado, ¿cómo te fue con el salto? —preguntó él nuevamente.
Tal vez no le podía contar acerca de lo sucedido con N.º AL-11, pero al menos le podía contar lo de la tele transportación.
—Hacía mucho frío dentro de la máquina, había un pequeño túnel de color blanco y era tan largo como ir de aquí a la sala de comidas, sin embargo, no es nada del otro mundo —sonreí de forma amistosa—. Todo salió bien.
°°°°°°°°
En ese momento, sonó la última alarma que indicaba el último horario de la cena.
°°°°°°°°
Miércoles 28/08/68 20:39 h.
—Creo que tenemos que ir a comer, si no lo hacemos, nos quedaremos sin cenar hoy. ¿Quieres venir conmigo? —preguntó él de manera amable.
—Claro, ¿por qué no? —aclaré sonriendo— ¿Cuál es tu nombre? —pregunté interesado.
—N.° AR-12 —farfulló él.
—No me refiero a tu código único, hablo de tu nombre propio, el que te dieron tus padres —solté una carcajada—. Mi nombre es Anthie, Anthie Bousseu, un gusto.
—Con que Anthie eh, es un nombre extraño —entre risas—. Suena a Francia o algo de ese estilo —mencionó él riéndose—; el mío es Arthur, Arthur Altein, creo que nos llevaremos bien —agregó de forma amistosa.
Ambos nos dirigimos hacía la sala de comidas, donde los otros niños del cuarto estaban reunidos, al parecer también habían llegado tarde junto con nosotros. No pasaron ni unos minutos, cuando de repente, un grupo de greenders pasaron a la sala.