—¿Me escuchas? ¿Logras escucharme? —pregunta una voz que me es familiar, pero que no distingo por su baja claridad—. He tratado de que me prestes atención durante bastante tiempo, pero no escucho ninguna respuesta tuya. ¿Qué has estado haciendo durante todo este tiempo? Dijiste que los salvarías, que lo harías por él y por mí, vamos aún tienes tiempo, cariño.
Para cuando pude abrir los ojos, me encontraba sentado en aquel parque blanco donde había visto a todos esos niños. Sin embargo, ahora todo estaba desierto a mi alrededor, no había ni una sola alma en todo el perímetro.
Seguí avanzando por el parque, tratando de hallar a alguien que pudiera decirme que había pasado con todos los niños dentro de “Zero”, sin embargo, el intento fue inútil, no pude encontrar a nadie.
No sé cuanto pasos di hasta que caí recostado cerca del lago, mis fuerzas no daban más, no sabía qué hacer. Una impotencia recorría mi cuerpo, quería llorar, quería dejarlo todo y desaparecer. No sabía qué hacer con mi existencia, ¿por qué todo se sentía tan vacío?
De repente, una voz de un niño, como de aproximadamente ocho años de edad, se escuchó dentro de mi cabeza.
—Esto no es tu culpa, papá. Tú no causaste nada de esto, tú solo querías que todos sonrieran otra vez. ¿Por qué piensas que es tu culpa? Ellos deberían agradecerte por todo lo que estás haciendo ahora, tranquilo. Aún estamos mamá y yo para ayudarte, ellos también lo harán a su manera, sé que todo saldrá bien. Solo esfuérzate.
Aquellas voces de ánimo me sonaban tan familiar, pero no podía reconocerlas. Llegó el punto en que una sensación extraña recorría todo mi cuerpo y pude ver una imagen pequeña de una familia que era compuesta por una madre, un padre y un hijo, nada fuera de lo común.
Algo me decía que yo conocía a esa familia, como si hubiese formado parte de ella alguna vez, pero no estaba seguro, nunca había tenido recuerdos tan reales con mis padres, así que no creo que se tratara de ellos, quizás era otra familia y solo los estaba confundiendo.
Volvieron a aparecer recuerdos fugaces dentro de mi mente, incluso recordé cosas que había olvidado dentro de la H.S.U.A. Todo pasó tan rápido que no me dio tiempo de vivirlo nuevamente, solo debía aceptar que todo sucedió por algo, y que por ese algo yo estaba aquí.
«¿Qué es lo que hacía dentro de este parque?»
No pude concluir nada, ¿cómo podría...? No sabía nada más de lo que veía por los informes y por las cosas que mi madre me contaba, solo debía investigar más acerca de “Zero” y porque todo esto tenía relación con las desapariciones o los recuerdos que no tenía en mi cabeza.
Sin pensarlo dos veces, abrí mis ojos nuevamente y me encontraba recostado dentro de la camilla en la que había descansado el día de ayer.
Ya había amanecido, el reloj dentro del cuarto marcaba las seis con cuarenta y ocho minutos, al parecer había dormido bastante tiempo y ya había llegado el día siguiente.
Despertar
29/08/69
07:00 h
Lukk tocó la puerta e ingresó al cuarto, cuando apenas me di cuenta, él ya estaba ahí diciéndome que ya era hora de levantarme.
Le hice caso y me vestí rápidamente, no había problema con mi cuerpo, todo parecía en orden. Al parecer, descansar todo el día de ayer me había hecho recuperar las fuerzas que gasté cuando intenté hacer uso de las habilidades que Isaac me dijo que tenía.
Cada cosa iba de acuerdo al plan, luego de que se nos presentara la nueva misión, le pediría a Lukk que me llevara con él por los cuadernillos que había encontrado, con eso podría encontrar pistas sobre la “Habilidad Divergente” y podría usarlo para saber más acerca de “Zero” y mis recuerdos casi inexistentes.
Y así se hizo, salimos del cuarto, llegamos a la hora exacta para desayunar e ingresamos en la sala de comidas. Fue allí cuando vimos a Isaac y los demás científicos tomando el desayuno, trataron de invitarnos a comer en la mesa con ellos, pero Lukk dijo que no quería incomodarlos.
Ante eso, Isaac intentó dirigir la conversación y pidió que nos acercáramos.
—Buenos días mis niños, ¿qué tal su de descanso dentro del edificio? —preguntó mientras tomaba un sorbo de lo que parecía ser café.
—Nada del otro mundo, aunque debo decir que es un bonito edificio —respondió Lukk mientras se dirigía a uno de los asientos del centro—. Ven, Anthy, nos sentaremos aquí.
Estaba pensando en todo lo que había ocurrido, así que no tenía tiempo para responder, solo asentí con la cabeza y seguí sus pasos tratando de ignorar la conversación.
—¿Por qué tan mudo, Anthie? ¿Estás molesto? ¿Lukk hizo algo malo? —preguntó Karen, que estaba comiendo cerca de donde estábamos.
—No, nada. Solo que estoy aún con sueño —respondí mientras trataba de sacar una legaña imaginaría de mi ojo izquierdo.
—Okay, si tienes alguna duda conforme a la misión no olvides preguntarme. El señor Isaac no tiene mucho tiempo, pero como su esposa debo de tratar de ayudar a los participantes del proyecto, si necesitas algo, solo dilo. Estoy segura de que arreglaré cualquier problema.