Connor.
—No Dana.
—¿Por qué?
—Porque no siento lo mismo por ti.
—Te puedo hacer cambiar de opinión…—dijo mientras se acercaba hasta mí y estampó sus labios contra los míos. Yo me quedé perplejo y no supe qué hacer.
Rápidamente la aparté de mí mientras le di una mirada desafiante y me fui.
—Connor…—me llamó.
—Te estás volviendo una completa loca— me di la vuelta—Que mis padres quieran que esté contigo no significa que vaya a quererte.
Volví hasta adentro y pude ver a Olivia parada de pie mientras me daba completamente la espalda. ¿Qué le ocurría?
Noté que me miraba de reojo, pero no se daba la vuelta. Estuve durante unos segundos esperándola, pero me desistí y salí corriendo hasta los vestuarios.
Me dolía la forma en la que me dio la espalda, entiendo que después de lo de anoche no quisiese nada. Pero necesitaba al menos que me mirase. Y no lo hizo.
Entré en los vestuarios y vi como salía Hugo y comenzaba a hablar con ella mientras los dos se iban.
<<Joder>>
Eso sí que dolía.
Olivia
Hugo y yo nos dirigimos hacia un lugar sorpresa para comer, ¿a dónde me llevaría?
Estaba montada en su coche y apoyé la cabeza en el cristal de la ventana, parecía que salíamos de la ciudad y de nuevo el frondoso bosque apareció ante mis ojos. Sin duda el verde era mi color favorito, me transmite paz, tranquilidad, esperanza y sobre todo libertad. Miré hacia Hugo y le di una sonrisa, era un chico bastante guapo y muy cariñoso de hecho.
Mis ojos se llenaron de luz al escuchar la música que estaba sonando en la radio, me acerqué a ella y le di volumen.
Ah—ooh—ooh—ooh, ah—ahh—ah—ah
And they come unstuck
Comencé a cantar y miré a Hugo para que siguiera conmigo. Esa canción solía cantarla cuando iba en el coche con mis padres y mi hermana de camino a algún viaje, simplemente esa canción me daba muy buenas vibras.
Lady, running down to the riptide
Taken away to the dark side
I wanna be your left hand man
I love you when you’re singing that song
And I got a lump in my throat
‘Cause you’re gonna sing the words wrong
Estábamos los dos muy alegres cantando a todo pulmón. La sonrisa en nuestro rostro salía inevitablemente. Esta canción me encantaba escucharla de pequeña, era una de mis favoritas y al escucharla en la radio me dio un subidón de adrenalina.
Al acabar la canción ya habíamos llegado. Todo el camino se me hizo muy corto, Hugo me daba muy buenas sensaciones y me sentía muy cómoda con él. Llegamos y cuando salí solo pude ver a lo lejos una playa, el día estaba soleado y hacía un tiempo bastante bueno.
—Ven, vamos— me dijo Hugo mientras andaba.
Yo lo seguí y había bastantes restaurantes en esa zona, era simplemente espectacular, todos tenían vistas hacia la playa y desde allí se podía observar la marea revoltosa de aquel día.
Entramos en un restaurante que tenía un cartel blanco en el que ponía Blue Wind y que estaba decorado con rosas por todo el nombre. En él no había mucha gente, había música de fondo y todo era muy relajante.
—Sentémonos aquí— dijo señalando el sitio que estaba en la esquina.
Yo asentí y seguí detrás de él.
Cuando nos sentamos un camarero se nos acercó y se alegró mucho de ver a Hugo, ¿se conocían?
El camarero dejó puesta en la mesa la carta para ver la comida y se marchó a la barra de nuevo.
—¿Os conocéis? — la intriga pudo conmigo y no me lo pensé dos veces.
—Sí, todos los fines de semana solía venir de pequeño con mis padres y de hecho ahora trabajo aquí, hoy tengo el día libre por lo del partido.
—Este lugar es precioso. Nunca antes había estado en un lugar parecido— dije cogiendo la carta y abriéndola.
—Es un sitio muy especial para mí y pensé en traerte a ti para que pudieras ver lo mágico que es.
Yo sonreí.
—Hugo, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, lo que quieras.
—¿Cómo conseguiste mi número?
—Oh— se sonrojó— Becca me lo dio.
Becca como no, ella y sus ansias por emparejarme con alguien.
El camarero se acercó—¿Sabéis ya lo que queréis para comer? —dijo con una libreta y un boli en sus manos para apuntarlo.
Me quedé pensando mientras leía todas las recetas—Mmm, yo tomaré unos espaguetis a la boloñesa—dije mientras cerraba la carta
—Yo tomaré lo mismo.
—¿Algo más? —Los dos negamos con la cabeza—¿Y para beber?
—Yo querré un refresco, el de siempre Daniel— dijo Hugo haciéndole una seña al camarero.
—Yo solo agua.
El camarero agarró las cartas y se las llevó. Al instante vino con las bebidas y más tarde con la comida.
Hugo y yo comenzamos a conversar y me di cuenta que tenía muchas cosas en común con él.
—¿Nunca te habías besado con nadie? — me preguntó extrañado.
—No, tú fuiste el primero de hecho— dije riéndome.
—No. Eso sí que no me lo creo, ¿me estás diciendo que una chica como tú nunca antes había besado a un chico?
—Es enserio, ¿por qué te mentiría? — dije mientras esbozaba una sonrisa—En la antigua ciudad en la que vivía ni siquiera tenía amigos, los únicos chicos a los que realmente he querido ni siquiera existen— me reí de nuevo—Eran todos personajes literarios.
—Pues me alegra saber que he sido el primero.
No sé por qué, pero en ese momento me sonrojé.
Terminamos de comer y el camarero vino con la cuenta y saqué la cartera para pagar.
—Oh, no no— me dijo interrumpiéndome —Pago yo— sacó la cartera— He sido yo el que te quería traer a comer. No te preocupes. Además—sonrió—Tengo descuento de trabajador.
Hugo pagó la cuenta. Fue muy caballeroso.
Salimos por la puerta y nos quedamos mirándonos.
—¿Quieres ir a la playa? — me dijo.
Yo asentí con la cabeza.
Caminamos por la playa mientras hablábamos de la vida. De repente y no sé en qué momento comenzó a hacerme cosquillas de la nada. Yo comencé a reírme. No podía evitarlo. Tenía demasiadas.