Fruto del destino

Capítulo 12: Sensaciones y contradicciones

Olivia

Volvimos a casa. Era bastante tarde y todo estaba oscuro, no había absolutamente nadie por la carretera, solamente él y yo.

Estaba en una montaña de emociones en aquel momento, todo lo que había imaginado con él estaba pasando y me sentía libre. Todo lo que había soñado se estaba haciendo realidad.

Connor aparcó la moto justo en frente de mi casa. Yo me bajé y me quité el casco para devolvérselo, él lo agarró y yo me giré para entrar. De repente noté como una mano agarró mi brazo, me giró bruscamente hacia él, apoyó las manos en mi cara y me dio un último beso apasionado e intenso.

Nos separamos del beso y nos quedamos a escasos centímetros el uno del otro, sacándome una sonrisa tonta mientras miraba a sus ojos y se mordía suavemente el labio.

—Buenas noches pequeña, espero que sueñes hoy conmigo— dijo Connor mientras me dejaba ir y me guiñaba levemente un ojo.

Me alejé de él mientras sonreía y asentí para darme la vuelta y abrir la puerta de mi casa. Cuando entré, la felicidad irradiaba en mi rostro, mi madre nada más entré lo notó.

—¿Cómo es que estás tan mojada? —dijo preocupada.

Me quedé pensando unos segundos—Estaba lloviendo y no traía paraguas— dije señalando hacia la puerta con el pulgar hacia atrás—Voy a darme una ducha, estoy helada.

Me dirigí hasta mi cuarto para coger un poco de ropa para luego entrar a ducharme, estaba helada de la lluvia y necesitaba un baño de agua caliente instantáneo. Cuando terminé fui directamente hacia la cama. Estaba realmente agotada de todo el día, mi mente estaba derrotada ante mis pensamientos. Así que necesitaba descansar.

Me acosté en la cama, todo estaba oscuro y en silencio. Comenzó a llover de nuevo y el ruido de la lluvia azotando contra la ventana era muy relajante, me encantaba esa sensación desde niña. Me recordaba a las tardes que pasaba en la otra ciudad encerrada en mi cuarto leyendo cualquier libro con ese sonido de fondo…También me acuerdo de las tardes que pasaba con mi abuela simplemente relajadas mientras escuchábamos el leve sonido de la lluvia. Era simplemente mágico.

Me tapé con la manta para luego cerrar los ojos en esa oscuridad profunda.

—¿Harías cualquier cosa por mí? ¿Entonces porque a veces me demuestras lo contrario?

Hubo un silencio incómodo—Porque no puedo. Intento reprimir mis emociones hacia ti Olivia. Esto me está haciendo mucho daño. Mi familia no me apoya en nada y menos en temas como estos.

—Pero es tu vida, no la suya.

—Pues parece que mi vida es suya— dijo entristecido.

Agarré su cara con mis manos y pasé mi dedo pulgar por su mejilla haciendo una caricia—Puedes confiar en mí Connor. Puedo ayudarte con lo que sea, te lo debo, aquella noche me salvaste la vida. Sin ti yo no estaría aquí.

—Debes dormirte ya, necesitas descansar y recuperar fuerzas, sigues borracha aún.

Me evadió completamente, estaba segura de que no quería contarme nada.

—Claro—dije agachando la mirada.

Connor salió por la puerta de su cuarto y yo me metí en su cama, la habitación me daba vueltas aún y yo solo cerré los ojos.

Cuando los abrí estaba en mi cama exhausta y ya era de día.

Estaba confusa por todo. Ya no estaba tan segura de que todo fuese un simple sueño, pero tampoco estaba segura de que fuese real. Mi mente no logra acordarse de nada y me siento abrumada por ello.

Aun así, me levanté como una mañana más, dispuesta a ir al instituto y poder ver a Connor, ese día tenía más ganas que nunca por todo lo que pasó ayer entre nosotros. Tenía ganas de volver a abrazarle, de volver a besarlo…

Estaba dispuesta a arreglarme, tenía ganas de verme bien hoy. Creo que le estoy cogiendo el truquillo a esto de arreglarme, me hacía sentir más segura de mí misma.

Así que agarré unos vaqueros negros y una camiseta de mangas cortas gris, en la que me di cuenta que tenía unas letras estampadas en ella en la que decía “petit” que significa pequeña en francés.

No pude evitar esbozar una sonrisa al recordarlo.

—Buenas noches pequeña.

Me hacía gracia la forma en la que lo decía, solo era un año mayor que yo y conseguía que la palabra pequeña sonase bien viniendo de él. Hacía que me gustase más de lo normal. ¿Cómo me hacía sentir tanto? Aún no lograba comprenderlo, sabía desde el principio que este chico acabaría conmigo. No podía estar cerca suya sin sentir ese cosquilleo que tanto me hacía sentir tan viva.

Es impresionante como una persona llega a tu vida y te la desarma sin ni siquiera darte cuenta.

Bajé a desayunar y esa mañana no tenía mucha hambre así que tomé una manzana que había en el frutero y salí al coche para que mi madre me pudiera llevar al instituto.

Por el camino me comí la manzana hasta llegar a clases. Como siempre esperaba la llegada de Becca y Lily en ese banco en el que todo comenzó y que tantos recuerdos me trae de aquel característico primer día de instituto.

¿Qué hubiese sido de mi vida si aquel día no hubiera visto el color verde esmeralda de sus ojos?

Me senté en el banco a esperar y vi como cada uno de los chicos del grupo llegaba menos Connor. Estaba comenzando a preocuparme un poco, no sabía si le había ocurrido algo o simplemente llegaba tarde. Sonó el timbre y aparecieron Becca y Lily justo en ese momento, yo iba hacia la puerta para adentrarme en las clases cuando por fin pude verlo.

Allí estaba, de pie ante mis ojos.

Quería hablar con él así que me dirigí hasta donde él estaba. Cuando me acerqué lo suficiente noté como me dio una mirada y yo le sonreí. Inmediatamente y de una manera muy fría pasó por mi lado sin darme ninguna mirada más.

—¿Connor? — mi pregunta quedó en el aire en el momento en el que pasó de mí.

En aquel momento no pude evitar sentirme mal conmigo misma, ¿por qué tan frío? Había pasado de mí como si no existiese y me dolía. Noté como un pinchazo hundió mi corazón en aquel instante.




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