Luego, corrí presuroso hacia la fuente de aguas danzantes. Y, tras pedir tres deseos, arrojé las monedas. Regresé en un abrir y cerrar de ojos. En tanto, el marmota de Dem, continuaba aturdiéndose con su música. Pero ese barullo, ya no me molestaba sólo a mí, sino a toda la plaza. La gente del lugar, lo miraba con los ojos como platos y la mandíbula desencajada, como si fueran a comérselo crudo.
_ ¡Baja el volumen, sordo! _ le chillé en el oído.
Dem se dio vuelta, y tras desconectar sus auriculares, me miró y murmuró: _ ¿Yo, gordo...?
_ DEM: _ ¡Mírate tú... que ya pareces pelota de playa!_ espetó enfadado.
_ ¡Te dije sordo, no, gordo! _ retruqué agitando las manos.
_ Lo siento , pero no bajabas tu radio ni a palos _ le dije …
_ De veras , lo siento _ expresó Dem, avergonzado, con las mejillas rojas como dos paletas de fresa.
_ ¡Muero de hambre! _ murmuré.
_ ¡Igual, yo! _ manifestó Dem.
_ ¿Tienes algún plan...? _ interpeló.
_ ¡La pastelería de Pepe Luiggi, desde luego! _ ¡Está a dos cuadras de aquí! "Todo derecho “.
_ ¡Crucemos! . _ sugerí, aprovechando que no circulaba ningún auto cerca. Estábamos por cruzar la calle, cuando una viejecita, de rústicos atavíos, gafas oscuras y el cabello blanco y esponjoso como copos de nieve, nos detuvo.
_ ¡Hola, muchachitos!, ¿ serían tan amables de acercarme a la vereda de enfrente para coger el autobús...? ¡Es que tengo mucha prisa!_ añadió. _ Y no puedo caminar demasiado.
_ ¡Sí, desde luego! _ musitamos al unísono.
_ Aguarden un segundo, que me aferro de ustedes _ espetó la adorable ancianita de carita de rompecabezas y colorete en las mejillas.
Todos aguardamos.
_ ¡Crucemos, ahora! _ chillé, mientras el camión de los helados, se alejaba a toda prisa.
_ ¿Aquí está bien, señora ? _ preguntó Dem.
_ ¡Sí, muchachitos, gracias por vuestra ayuda!
_ Niños... ¿ ustedes creen en el amor... ? A veces el verdadero amor, se halla más cerca de lo que creen _ espetó la viejita con una pícara sonrisita de arcoiris, pincelada entre sus labios.
_ ¡Ahí viene el autobús! ¡Adiós, niños!
_ ¡Adiós!_ respondimos, mientras su simpática figura, se desvanecía a la distancia.