–hola... —Susurró el pequeño, acercándose al niño que estaba mirando entretenido a una mariquita que caminaba por su mano.
–¿Uh?, ¡Hola! —Saludó el castaño, sonriéndole al pequeño niño que acababa de llegar.
–m-mh... ¿Q-qué es eso?... —Preguntó tímido, señalando al pequeño animalito que recorría plácidamente el dorso de la mano del contrario.
–¡una mariquita! —Respondió alegre, después acercó más su mano hacia la cara del pequeño, haciéndolo que se apartara un poco— mira, ¿No crees que es muy bonita?
–s-sí... —Susurró tímido.
–¿Cómo te llamas? —. Preguntó después, mirando con una sonrisa al pequeño niño frente a él.
–J-Jimin...
–¡Oh!, ¡Pero qué bonito nombre! —Halagó el castaño, haciendo sonrojar al menor— yo me llamo Taemin —Sonrió. Después la pequeña mariquita salió volando, el castaño la miró con un puchero— adiós hermosa mariquita... —Dijo en un tono un poco triste.
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–ho-oy hice un amigo... —Dijo en un casi susurro, ya era costumbre que hablara así de bajito.
–Ya te he dicho que debes hablar más fuerte, Jimin. —Regañó el hombre que se encontraba comiendo. Con su semblante serio.
El pequeño se removió un poco en su asiento, asintiendo cabizbajo. Su hermana estaba jugando con su comida, pero él no podía hacer lo mismo, ya que su padre lo regañaría y lo castigaría.
–¡Eso suena muy bien! —Animó su madre, tomándole suavemente de su pequeña mejilla regordeta— ¿Cómo se llama? —Preguntó, queriendo hacer que el ambiente tenso de entre el pequeño Jimin y su padre se esfumara.
–p-pues... S-se llam-... —Pero entonces, antes de que pudiera decir algo más, su padre dio un fuerte golpe a la mesa, sobresaltando a su esposa e hijos.
–¡Maldición, Jimin!, ¿Por qué no entiendes que debes hablar bien?, ¡¿Eh?!
Rosé empezó a llorar, Jimin, aunque tampoco lo tenía permitido, le empezaron a brotar pequeñas lágrimas de sus ojitos, agachó su cabeza y pedía de favor a sus ojos que pararan de llorar, pues sólo le iría peor.
–¡Deja de llorar!, ¿O quieres que te dé una verdadera razón para que llores? —Preguntó el hombre adulto hacia el pequeño que no respondió. Más lágrimas salieron— bien.
Su madre ya sabía lo que se veía venir, pero no dijo ni hizo nada al respecto, aunque le doliera con todo su corazón, no podía defender a su hijo, pues si lo hacía, le iría todavía más peor a ella. Y contando el hecho de que está embarazada, no podía hacer más que guardar silencio.
Su padre le pidió a su madre que se llevara a su hermana de ahí, ésta obedeció la orden y entonces salió del lugar, no sin antes dedicarle a Jimin un "te amo" que no se atrevió a pronunciar, más sin embargo sus labios hacían el gesto de decirlo. La mujer cargó a la menor entre sus brazos, queriendo amortiguar los sollozos de la pequeña entre su hombro y cuello.
El hombre se levantó enfurecido de la silla en donde estaba sentado y se dirigió hacia el pequeño niño que aún se encontraba sollozando en silencio.
¿Sabes cuándo te das cuenta de que una persona llora todos los días porque está verdaderamente destrozada?, Exacto, cuando su llanto es tan susceptible que a veces ni siquiera se logra escuchar. La hermosa técnica de llorar en silencio, algo que te ayuda pero que te destruye cada vez más por dentro.
Una bofetada en su pequeña mejilla, dejándola roja. Una marca que durará algún tiempo por ahí. La mano del adulto tomó el pequeño y delicado cuello del menor, haciéndole sacar un chillido que es completamente ahogado en el momento en el que el mayor le tira un puñetazo en su pequeño abdomen.
Es curioso, porque ninguno de esos golpes le duele más que el saber que su padre lo aborrezca con toda su alma, aunque, tampoco debe llamarle "su padre", pues ni siquiera comparten la misma sangre.
–¿p-por... q-qué... ? —Pregunta Jimin con todas sus fuerzas para lograr hablar, pues el agarre en su cuello se volvió más fuerte. Le estaba arrebatando el aire.
–porque eres la mayor desgracia que me pudo haber pasado en esta jodida vida... —Lo dijo en un tono grave y duro. Estaba realmente enojado e irritado— y porque putas no entiendes, nunca me obedeces, haces siempre lo que te da la gana, y pues, ¿Adivina qué? Aquí el que manda soy yo, pequeña escoria —Otro golpe, pero éste lo dejó algo aturdido, todo se volvió borroso, cerró sus ojos y dejó su cuerpo caer.
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De un momento a otro despertó en una cama que no era la de él. Todo estaba blanco y había varios aparatos al rededor de donde estaba recostado que no conocía sus nombres.
–¡Mi amor! —Chilló una mujer que estaba esperando paciente a que su pequeño despertase— ¿E-estás bien?, N-no te preocupes, m-mami está aquí
Oh, si tan sólo hubiera dicho eso cuando más la necesitaba.
–mhh... ¿D-dónde... ? —Murmuró él pequeño, tratando de sentarse en la cama, pero una intravenosa en su brazo izquierdo lo detuvo, también la mano de su madre, quien le tomó delicadamente del pecho para que se volviera a recostar.
–no, no, pequeño —Decía mientras pequeños hipidos salían de por su boca, unas lágrimas junto con ellos— p-perdón... P-perdóname hijo... Y-yo... —Pero justo en ese momento se quebró. Se estaba deshaciendo sobre el pequeño pecho de su hijo. No lo soportaba, se sentía como la mismísima mierda al ser tan débil por no poder proteger a su bendición. Porque sí. Jimin es y siempre será el regalo más hermoso que le pudieron haber otorgado, pero la repentina muerte de su esposo la derrumbó. Ella enloqueció. Y enloqueció a tal punto que se acostó con el primer hombre que le prometió una vida buena, llena de lujos y que siempre la amaría. Claro que aceptó, estaba totalmente desesperada por el bienestar de su bebé que accedió a la oferta de aquel hombre que aborrece tanto a su hijo por "humillarlo" ante su familia por decir que su primer hijo no llevaba su sangre. La familia Park era tan complicada, ¿Por qué se tuvo que meter en eso?, ¿Para qué casarse con un monstruo que no puede siquiera hacer el intento de "querer" a su pequeño?— p-perdóname... T-te estoy fallando... N-no te mereces esto... No... T-tú no...
Editado: 07.03.2021