—pequeño...~
Una dulce y serena voz hizo que saliera de mi ensoñación, abriendo lentamente mis ojos. Todo estaba muy oscuro, solamente la luz de la luna colándose por la ventana de aquella acogedora habitación en donde hace un par de meses atrás comparto con mi novio; Yoongi.
Y está ahí, tan hermoso como siempre, mirándome con esos ojos que me transmiten dulzura y calidez al momento de verlos. Me siento tan pequeño, pero al mismo tiempo grande. Pequeño porque puedo sentir como si fuera devorado por aquellos encantadores ojos gatunos que posee Yoongi, pero al mismo tiempo grande porque mi corazón se acelera y de pronto todo está bien. Me siento protegido en los brazos de Yoongi, sin querer, él se ha vuelto mi fortaleza.
—¿Y-Yoongi?... —es lo que logro articular en un susurro, pues aún seguía un poco somnoliento.
De pronto recuerdo todo lo que había pasado. Mi padre había venido aquí y muy seguramente era para hacerme algo malo, o a mis amigos... Pero especialmente a Yoongi.
Temblé ante el sentimiento de que quizás lo podría perder, así que rápidamente me lancé a sus brazos, para así poder abrazarlo con todas mis fuerzas. No quiero que se vaya, ni siquiera puedo pensar en un futuro en el que no estemos nosotros dos juntos, peleando por una galleta de vainilla o por algún libro que quisiéramos leer, pero que al final terminaríamos leyéndolo juntos, porque nos fascina recostarnos sobre la cama, abrazados, leyendo tranquilamente de aquél libro, comiendo de otras galletas de vainilla.
No... No puedo permitir que eso termine aquí...
—pequeño... Está bien... —musitaba mientras que pasaba sus manos por mi cabello y espalda acariciándome con parsimonia.— tranquilo... Ya pasó...
—n-no... N-no ha pasado... Y-yo sé que volverá... L-lo sé... —oprimí más mi cuerpo contra el suyo.— no te vayas, por favor...
—no me iré...
Sabía perfectamente que diría aquello, pero eso no lo sabe, ¿Y si regresa? ¿Y si lo aparta de mi lado? Mejor sería que se alejara, pues con eso podría protegerlo tanto a él, como los demás. No quiero que les suceda nada malo, no me daré por vencido.
—¿Sabes lo mucho que te amo?
Fue lo que pregunté, y en ese preciso momento pude sentir los latidos de tu corazón aumentando con rapidez, pues mi cabeza estaba apoyada sobre tu pecho.
—¿Sería equivalente a lo mucho que yo te amo a ti?
Con esa simple pregunta lograste derretir mi corazón. Dios, puedo morir feliz justo aquí, en tus brazos, acariciando mi rostro, dándome pequeños besos en mi frente y mejillas. Tú, más que nadie, me haces sentir la persona más afortunada del mundo, porque estás aquí, estás a mi lado.
—¿Cuánto sería eso?
Cuestioné, esperando un poco emocionado por la respuesta.
—¿Conoces el libro "A la recherche du temps perdu" de "Marcel Peust"?
—Sí, ¿El número de palabras?
—Ajá, multiplicado por 100.
Y quise llorar, porque eso fue tan hermoso que me hace doler la cabeza, ¿Y si le hacen algo malo? ¿Cómo lo tomaría?. Todos los pensamientos que tenía en ese momento fueron apartados en cuanto las yemas de tus pulgares rozaron con mis mejillas húmedas. Bien, estaba llorando, ¿Pero por qué me tienes que hacer esto, Min Yoongi?.
—¿Por qué lloras, Minnie?
—p-porque e-eres un tonto, Min...
Pero siento un miedo intenso, si mi padre no hubiera sido mi padre, quizás todo sería más sencillo. Si mi madre hubiera escapado varios años atrás, tal vez no estaría sumergido en este constante infierno de sentir miedo sin importar en qué lugar esté, y quizás ella seguiría aquí conmigo, viéndome crecer, casarme, tener una familia, estando ella presente. Pero no está, y duele demasiado.
—Jiminnie...~
—n-no...
Si quiero mantenerte a salvo, primero tengo que apartarme de ti, por más que me duela, tienes que aprender a seguir sin mí, porque a no ser así, saldrás lastimado, y yo también. Así que todo el sufrimiento debe ser para una sola persona, y esa persona soy yo.
—pero está bien. Estamos juntos y seguiremos estando lo. Jimin, voltea por favor, mi amor...
—pues yo te amo aún más que eso... Y por ello no quiero que te ocurra algo... —le digo cuando ya alzo mi cabeza para enfrentarlo, y a pesar de haber dicho todo aquello con tanto ímpetu, me encontraba temblando, no de frío, de miedo a lo que sea que fuera a suceder.
—oh, pequeño... —posaste tus manos sobre mis mejillas, acercándome más a tu rostro para que así pudieras besarme.— cuando te digo que ya pasó, es porque es así. —dejaste un casto pero dulce beso sobre mis labios antes de continuar hablando.— te amo, y porque te amo, lucharé por ti... —suspiraste y luego agachaste un poco la cabeza.— ¿Recuerdas que había venido tu padre?
Claro que lo recuerdo, pues era en lo que estaba pensando en todo este tiempo, pero el escucharlo salir de tus labios, hace que toda mi piel se erice.
Asientí un poco, frunciendo mis cejas en un claro signo de preocupación.
—ya sé todo lo que ha hecho... A ustedes... —tragué duramente.— pero... Definitivamente ya no te tendrás que preocupar por él, porque jamás volverá a hacerte daño.
¿Qué? ¿Ya no preocuparme por él?
—¿D-de qué hablas?...
—Jimin... Lo están llevando a juicio.
¡¿QUÉ?!
En cuanto dijo aquello, salté de la cama, confundido y asustado caminaba en círculos, pellizcandome una de mis manos.
Editado: 07.03.2021