Fuego y Sangre.

C A P Í T U L O IV

En el frio y oscuro templo de mi cuerpo se aloja mi corazón atrapado por miles de tinieblas incapacitado de salir, prefiere morir en la oscuridad, a salir a la luz y vivir maltratado eternamente.

 

Moreen sintió que sus manos quemaban al tocar el papel. Sahk sabía que ella estaba buscándolo, el elemento sorpresa se había ido. Y ahora ella necesitaba ser más fuerte para enfrentarlo.

Clark la tocó en el hombro.

– ¿Qué piensas hacer? – Moreen alzó la vista y lo miró. Sus ojos negros brillaban mientras sonreía a Clark.

– Voy a prepararme para su llegada. – Hizo una pausa y añadió. –Llévame al Grill. – Clark la miró y la sacudió.

– ¿Es que acaso estás loca? – Moreen rio y se paró de la banca. Sus pantalones negros se habían manchado con la suciedad de esa oxidada banca.

El Grill, normalmente se encontraba en los lugares más bajos y peligros de las ciudades. Pues era un lugar donde reinaba el caos. Allí se enfrentaban los sobrenaturales entre sí solo para ver quién poseía más poder.

No había reglas ni orden. Y la única disposición era golpear hasta que el oponente este al borde de la muerte.

Pero, entraban dos en el round y sólo uno salía con vida.

– Necesito estar lista Clark. – Respondió Moreen limpiando sus pantalones. Clark también se paró de la banca. – Y por no decir que no he sacado mis garras hace tiempo. Necesito eso.

Él la miró como si ella estuviera loca. El cansancio en sus ojos era notable. Así que no discutió más con ella.

– Bien, te llevaré. – Moreen sonrió. – El próximo Grill es en dos días.

Era lo que Moreen había pensado, Clark no le diría la verdad de cuando era el Grill para intentar convencerla de no ir. Pero no contaba con que Moreen había investigado todo de la ciudad y eso incluía las fechas de los combates.

– Estaré lista entonces.

Clark sonrió melancólico.

– Solo valora un poco más tu vida. – Dijo él con un tono de voz bajo y distraído. – Evangeline te necesita.

Moreen lo sabía, y amaba a su pequeña hermana pero si tenía que morir en esta guerra, lo haría, solo para dejar a Evangeline un futuro mejor, sin Sahk.

Siguieron caminando hasta llegar a la Guardia. El lugar estaba cubierto de sollozos por todos lados. Moreen se dio cuenta de que en el medio del campo estaba un cuerpo. Tiberius, el beta de Clark se acercó a ellos.

– Las brujas entregaron el cuerpo, es Fros. Su familia esta devastada. No quieren entregarlo para el sepulcro.

Moreen vio a las personas que rodeaban el cuerpo, una mujer lloraba mientras abrazaba a sus dos hijos que lloraban en su pecho. A lado de la mujer estaba una anciana que sostenía la cabeza del hombre en sus brazos. Fros, su nombre había sido ese.

– Clark, ¿Qué hacemos? – Preguntó el beta, pero Clark ya se había adelantado y caminaba hacía la familia. Moreen lo siguió.

– Siento mucho su pérdida. – Dijo Clark arrodillándose a lado de la anciana que derramaba lágrimas y estas caían en el cabello del hombre. La anciana miró a Clark.

– Fros, mi pobre muchacho, no vivió lo suficiente. – Su voz estaba ronca y un poco rota. – Yo debería haber muerto primero, no él. Él era un buen hombre, un buen esposo, un buen hijo. ¿Por qué a él?

Moreen sintió un peso en su pecho, la nota que ahora guardaba en su bolsillo había sido encontrada en el cuerpo sin vida de aquel hombre.

Ella lo vio. El cuerpo estaba sin color, no había heridas. Era como si solo estuviera durmiendo. Él, ese hombre había sido utilizado solo para hacer llegar una nota. Un maldito mensaje. Era un mensaje ingenioso había dicho Sahk en la nota.

Y era para ella.

– Siento tu pérdida Gela. – Dijo Clark mientras levantaba a la anciana con cuidado.

– No tuve ni oportunidad de despedirme de él. – Dijo con voz ronca.

– Gela, tienes que encontrar fuerza. – Dijo Clark. – Ayuda a la mujer de tu hijo y a tus nietos.

La pobre anciana apenas podía ponerse de pie, era tan delgada y pequeña con su cabello blanco lleno de canas parecía tan débil, pero no lo fue cuando logro sostenerse y se acercó a la otra mujer que lloraba a lado del cadáver y la recogió en sus brazos y la guio lejos de ahí. Los pequeños que habían estado con la mujer abrazaron por última vez a su padre y se alejaron llorando.




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