Katrina
Hoy no quise levantarme. Mi cama parecía más atractiva que otros días y eso me dejó poco tiempo para bañarme, desayunar y vestirme adecuadamente. Delinee con poca precisión mis ojos dentro del auto ya arreglado de papá, e hice lo que pude con mi vincha al sujetar algunes mechones que antes formaban parte de un cerquillo.
Por poco llegamos tarde, si tan solo Dennis no me hubiera dado esa charla de hermanos ayer después de que Vance salió de mi cuarto.
No me trago ese cuento de reciprocidad de un solo lado. Él no da más de lo que recibe.
Algo trae entre manos.
El alumnado de Bayfront es muy predecible. Supuestamente ahora deberíamos estar haciendo clases de anatomía con la profesora Sheridan y puedo distinguir entre su desinterés y sonrisas disimuladas que saben algo o hicieron algo. Veo al pequeño grupo de los más tímido de mi clase y al otro grupo de los bulliciosos. Cada quien tiene un grupo al que pertenecer y es una suerte que mi asiento esté lejos de la fila del medio donde abundan chicos de mi currículo social.
A decir verdad, el humano necesita sociabilizar y lo hago. Voy cada fin de mes a Subsite y establezco comunicación con otras personas, claro que personas de la tercera edad o en medio de la adultez media, pero interactúo.
Detesto que Dean no tenga esta clase conmigo, aunque también detesto ser la menor aquí. Mientras que los alumnos de esta clases rondan entre la edad de los dieciocho y diecinueve, yo apenas voy a cumplir dieciocho. Eso es fatal, aunque, claro, es genial cuando los profesores te utilizan para dar un ejemplo de perseverancia y por tomar la valentía de afrontar una clase avanzada.
Pero de esos profesores hay muy poco, la mayoría me mantiene al margen y, si es posible, no quiere que esté bajo su tutela.
Ellos se lo pierden.
Me encorvo sobre mi libro y vuelvo la completa atención sostenida a los problemas de química. El examen consta de veinte preguntas de la última clase y si no práctico hasta estar segura de que tengo dominado el tema, voy a quebrarme. Cálculos en química es un tema sencillo, mas para alguien que hace proyectos de ciencia junto con sus hermanos para concursar.
Dennis fue parte del club de ciencias y era la línea trazada para Dean y para mí en cuanto qué hacer. De alguna u otra forma, los hermanos mayores te influyen en tus decisiones y no porque te coaccionan, son un modelo a seguir y el parámetro que tus padres quieren ver repetirse.
Mi madre orgullosamente habla de nuestros logros en el programa que tiene y me sentiría fatal impedir su felicidad con una nota desaprobatoria.
Imagina la presión que hay sobre nuestros hombros, de sus tres hijos, para no decepcionar sus expectativas.
Y no quiero mencionar a mi padre cuando descubrió que Dennis no iba a ir a Brown, donde es profesor, y que Dean tampoco solicitará plaza ahí.
¿Ven a lo que me refiero? No es algo difícil de soslayar. Y queda solo en mí aplicar a una universidad que no quiero. La cosa ahora es como le digo que no iré y participaré por una beca a otra universidad.
Sacudo mi cabeza. Los problemas de química son más importantes.
—Ah, mi chica ideal, ¿pensando en mí?
Sabía que no podría ser una mañana normal. Menos cuando esta es una de las clases que comparto con el mayor de los Vance.
Eso no me hace nada feliz y arrugo la frente para alzar la vista hacia mi derecha y verlo sentado encima de la carpeta individual de a lado con los brazos cruzados. Esta vez lleva una camiseta de Ópera Magna bajo la contracción de los músculos * y tiene otra tonta moda para la semana.: una boina.
Con furia lo observo.
—Lárgate, Vance, ¿qué te hace pensar que podría estar pensando en ti?
Mi subconsciente me da la respuesta. Eso es obvio, pienso en él de una manera retorcida y con más de mil ideas para aniquilarlo. Sólo eso.
—Bueno, Denson, estás sentada en mi sitio ¿eso te da una idea?
Imposible.
Si algo no me gusta más que su inexplicable existencia para joderme, es que se sienten en mi sitio. Tal vez por eso veía más lejos la pizarra de como siempre y tampoco es que le preste mucha atención a esos detalles; tuve que venir corriendo de la penúltima clase porque Vivi me interceptó en el baño de damas para coordinar por completo nuestra salida con los demás chicos a los que Dean les titula como gusanos de libro.
Esa es una manera vulgar de etiquetar al grupo de debate al que pertenezco como miembro extraoficial. Soy, se podría decir, una invitada por mi labialidad extrema ya que la presidenta del club vio algo bueno detrás de mis groserías.
¿Qué podría ser?
—No —refuto. Aunque esté analizando la posición del lugar descubriendo que en verdad no debería estar sentada aquí—, este es mi sitio.
—Oye, Denson, aún no estamos casados para aplicar todo lo que es mío es tuyo —se aleja de la otra carpeta y me guiña un ojo en complicidad. Él tiene un rostro perfecto. Perfecto para darle un golpe por hacer eso—. Entiendo tu desesperación por estar conmigo de una forma religiosa, pero aún soy joven para comprometerme. Tú entiendes, hay muchas chicas en este mundo que me faltan conocer.
—Eres un completo imbécil, Vance —siseo. No pienso admitir mi error. No frente a él—. Este es mi asiento. Además, si tanto dices que es tu asiento, ¿dónde estabas este tiempo?
No pierde tiempo en decir—: Detrás de ti.
—Claro que no. Estabas hablando gustosamente con Harry...
Inmediatamente detengo lo que digo. Lo hago porque veo la sonrisa abierta de Vance y me golpeo mentalmente por la consecuencia de mis palabras. Parece decirme con esa expresión engreída “Ves que mi encanto ya te atrapó. Estabas viéndome, Denson. Lo estabas haciendo.”
Editado: 29.06.2020