Habíamos vuelto a dónde se encontraban los demás. Dejo su moto cerca, según él no le gustaba tener su moto lejos donde no pudiera verla. Nos encontramos con Sue y Josuan que bailaban entre las demás personas y me les uní. Busqué con la mirada a Alex y me lo encontré sentado en su moto observándome.
—Se puede saber qué haces observándome como un acosador —comenté una vez estuve frente a él.
—Disfruto observándote.
—Eso suena bien, pero a la vez mal —rio negando con la cabeza.
Verlo sonreír era como un chute de energía a todo mi cuerpo.
—Porque no vienes a bailar con nosotros —negó con la cabeza —Venga Alex, no seas aburrido —al darme cuenta de que lo había llamado por su nombre me reiteré— Lo siento, Hanse.
—Llámame como quieras Mara, tómalo como un pequeño privilegio que solo tú puedes tener —mi corazón dio un vuelco de emoción al escucharlo.
Cuándo pensé que lo había convencido y lograría llevarlo a bailar un rato con nosotros, llegó el chico de las apuestas con una bolsa negra.
—Tu comisión campeón —se dirigió a Alex con la bolsa para luego tenerme un fajo de dinero— tu ganancia preciosa.
Cuando se marchó a seguir con su trabajo de repartir el dinero de las apuestas, volví a mirar a Alex que le había lanzado la bolsa a Josuan para que la guardara. Me observo pensativo a lo que yo le di una sonrisa de boca cerrada.
—Apostaste...
—Por ti —lo interrumpí sin dejarlo terminar de hablar— Aposté por ti, te lo había dicho antes.
—Pensé que... Olvídalo —me atrajo hacia él depositando un beso en mis labios.
Pensé que iba a profundizar el beso, pero nuestro momento fue interrumpido por el indeseable, al que Alex tampoco tenía ganas de tratar por como lo miro.
—¿Interrumpo? —ninguno dijo nada por lo que prosiguió—. Buena carrera, Alex fue algo...
—Hanse
—¿Qué?
—Hanse, aquí soy Hanse, por tanto, debes llamarme así, no te he dado autorización para hacerlo de otra manera —él asintió como respuesta.
—Tu moto es impresionante —dijo tocando la moto a lo que Alex se incorporó.
—Saca tus sucias manos de mi moto —Esteban solo rio.
—¿Sabías que estas sucias manos han estado en Mara más de una vez?
Sin verlo venir, Alex le lanzó un puñetazo directo a la cara, los vi con intenciones de iniciar una pelea e interviene poniéndome frente a Alex para detenerlo, pero intento moverme.
—No vale la pena, déjalo, no ves que está drogado.
Gracias al universo me escucho y dejo que se fuera, pero no sin antes Esteban vociferara que eso no se iba a quedar así, al parecer le había roto la nariz.
Me di cuenta de la tensión que se había quedado alojada en el chico que tenía delante, así que intente eliminarla.
—Ya que no aceptaste venir a bailar conmigo —dije rodeándolo— bailaré para ti.
Subí encima de su moto y comencé a bailar jugando con el equilibrio para no caerme. Su cara era un poema entre la perplejidad y la sorpresa. Seguí moviéndome, pero esta vez jugueteando con mis manos, pasándolas por mi cuerpo, haciendo que su mirada siguiera cada movimiento.
Se acercó a mí, pero lo próximo que captaron mis oídos fue una sirena y no fui la única porque enseguida Alex me bajo de la moto. Lo vi lanzarse la llave de ella a un chico que la tomo para marcharse y me halo para que lo siguiera.
—No, voy por Sue — intenté ir a dónde la había visto por última vez, pero Alex no me lo permitió.
—Tenemos que irnos.
—No me pienso mover de aquí sin Sue.
—No tengo problema con eso.
Dicho eso me cargó y me llevo, sabrá dios en qué dirección, mientras solo gritaba y pataleteaba que me soltará.
—Alexander, bájame, no estoy jugando — golpeé su espalda esperando que me dejara ir por mi amiga, pero fue inútil.
Seguí gritando y golpeando con alguna esperanza mientras me invadía la preocupación por dónde estaría Sue. Lo próximo que supe es que solté en el asiento trasero de una camioneta como si fuera un saco de patata para luego tomar asiento él.
—Ya estamos todos, así que mejor nos vamos —dijo Josuan tras el timón poniendo en marcha a toda velocidad el coche.
Me relajé al ver a mi amiga a su lado, había estado preocupada por ella en cuanto sentí las sirenas y veía a todos corriendo por salir de ese lugar sin ser pillados.
Lamentablemente, la calma no iba a durar mucho porque en cuanto volví a mirar al idiota que se encontraba a mi lado, exploté contra él.
—No soy un puto objeto para que me estés moviendo a tu antojo —le grité.
—Si no quieres que te muevan como un objeto, no te quedes parada como uno cuando es más que obvio que te tienes que mover.
—Pero tú quien carajo te crees para tener que moverme —respondí— o para trancar a Tony en el baño y ni siquiera pedirle disculpas, pero no terminas ahí porque vas y le rompes la nariz a Esteban.
—El Estiben ese se lo merecía, nadie lo mando a decir que sus manos habían estado en ti, que agradezca que no se las rompí también.
—Es Esteban y estaba drogado, aparte lo que dijo mentira no era.
—Amara —dijo a regañadientes.
—Ni que fuéramos parejas, si te pido que me sueltes lo haces, no soy un peón que puedas mover a tu antojo.
—Justo están discutiendo como una —agrego Josuan.
Silencio fue lo que recibí por su parte y su amigo se llevó una mirada que hubiera helado el mismo desierto, para luego girarse hacia la ventanilla y no volver a mirar a ninguno de los presentes dentro del auto.
Quizás me había pasado un poco y fue el estrés del momento, pero necesitaba desahogarme. Estaba enojada que le costaba decirme que ellos ya estarían aquí, no el señorito prefería traerme sin importarle mi preocupación.
El resto del camino hasta mi casa fue igual de silencioso y cuando estacionaron el auto en frente me despide de los chicos con un hasta luego y dando un portazo para dejar en claro que seguía enojada. La camioneta no se movió de su lugar hasta que entre y cerré la puerta.