Elijah
Me detuve frente al edificio de Brown Enterprise por primera vez en un año, un suspiro saliendo de mi boca antes de bajar de mi deportivo que dejé estacionado allí en la parte frontal sabiendo que no tardaría mucho en salir. No me agradaba mucho la idea de estar aquí a pesar de que ya no sería a papá a quién vería sino a Edward. Mi relación con el hombre siempre sería una mierda y nada lo cambiaría.
La llamada de mi hermano en la mañana, me dejó impaciente, descolocado y preocupado. No era mi el Edward que conocía hablando al teléfono. Marie, su asistente, también llamó igual de preocupada a como yo lo estaba. La mujer me detestaba y esa fue la razón por la cual preferí venir una vez mi avión aterrizó en el aeropuerto.
Esto no me gustaba.
Los susurros comenzaron una vez caminé por el lugar y me subí al ascensor presionando el botón que daba al último piso. Odiaba las oficinas por esto. Cotilleos y murmullos por todos lados. Las personas se sentían con el derecho de hablar y de opinar sobre nuestras vidas solo por el hecho de que creían conocernos. Este lugar fue el centro de muchas de las peleas que tuve con nuestro padre así que siempre me mantuve en boca de ellos así no lo frecuentara.
Revisé mi teléfono por tercera vez en la última hora cuando saltó al aire el habitual sonido de un mensaje. Me decepcioné al notar que era solo mas trabajo. Últimamente esperaba encontrar una llamada o mensaje perdida que me diera el pase a una disculpa, pero que sabía que no estaba bien aguardar por este.
Elena me estaba ignorando con justa razón, fui un maldito bastardo con ella la última vez que la vi. En mi intento por poner distancia entre nosotros, terminé jodiendo las cosas. Al principio no me importó y por muy mal que me sentí hice lo que siempre hacía y huí a Atlanta para refugiarme en el trabajo. Me preocupaba por ella, pero estaba comenzando a ver en nuestra relación de amigos con beneficios algo que simplemente no estaba en mis planes ni quería.
Además, ella no se merecía un hombre como yo. No podría darle lo que ella quería y había muchas cosas que no podía hacer por ella. Ella me odiaba ahora y tenía razone para hacerlo, se las di con mis acciones.
Me sentía mas que culpable. La apreciaba, siempre estuvo alrededor al ser la mejor amiga de mi hermanita menor. Siempre estuvimos allí para cuidar de ella para que nada la dañara y cometí un error al dejar que diéramos pasos en la dirección que nos encaminó a estar frente al otro.
Me arrepentía por haberle hecho lo que hice, pero no estaba seguro de si pedir disculpas era el camino a seguir. Quería poner kilómetros entre ambos, pero me jodía haber dañado su relación con nuestra familia, conmigo. No debí hacer lo que hice, no debí iniciar este diluvio que no iba a cesar la culpa.
Lo jodí a lo grande.
Fueron varios meses sin poder dejar el arrepentimiento y el dolor. En la boda de Emma estuve tentado a acercarme y hablarle, pero la mirada en su rostro me dijo que me metería una patada en las pelotas si decidía acercarme. Salí del lugar luego de que Edward y yo habláramos con Emma sobre Brown Enterprise, justo cuando no pude acercarme tras varios intentos fallidos donde pensé muchas posibles disculpas.
Marie me recibió con una de sus no tan lindas miradas una vez puse un pie en la planta final del edificio. La anterior oficina de papá ahora le pertenecía a Edward y sabía que aquí permanecía el mayor tiempo posible. A mi hermano le gustaba el jodido sedentarismo.
Yo no podría vivir en este lugar mas de un mes sin querer irme.
Éramos tan diferentes que de no ser por el parecido físico podría preguntar si realmente éramos hermanos. Me gustaba mi vida tal como estaba, viajar y no quedarme en un lugar más tiempo del necesario era uno de mis pilares. Quedarse en una oficina acumulando estrés bajo la esperanza de riquezas no era lindo en lo absoluto. Lo intenté una vez, y terminé siendo echado por mis propios empleados.
La mujer de mediana edad solo se limitó a observar con su ceja enarcada en mi dirección, sus ojos azules esperando producir una reacción en mi. Lastimosamente para ella, había tratado con Miles Brown durante años y estaba acostumbrado a sentirme intimidado y no demostrar nada en lo absoluto.
—¿Dónde está mi hermano? —pregunté con falsa calma en tanto recargaba mis manos sobre su escritorio.
Había tratado a esta mujer lo suficiente como para tener plena seguridad de que los saludos no eran lo suyo, lo mejor era ir directo al grano. Además, no quería estar aquí más del tiempo necesario, me iría a Chicago una vez terminara mi reunión con Ed. No quería saber que pasaría si me quedaba en la noche y me daba por buscar a Elena para sacar este desespero mezclado con culpa y arrepentimiento que tenía dentro.
—En su oficina —articuló empujando el puente de sus lentes sin dejar de mirarme—. Tiene un vaso de coñac a un lado y uno de whisky al otro. —Permanecí en silencio, escondiendo satisfactoriamente el rastro de sorpresa que sus palabras dejaron a su paso—. No sé qué le sucedió, pero ha cancelado todas sus reuniones, aunque no es como si pudiese presidirlas teniendo en cuenta que apenas si puede mantenerse en pie por si solo.
¿Qué dijo?
—Llévelo a casa, tendré al chófer listo para ustedes —exigió. Sus palabras como siempre, no daban lugar a replicas, pero sacudí mi cabeza suspirando y ganándome una de sus miradas.
—Tengo mi auto, puedo manejarlo. ¿Había algo importante para hoy?
Bufó, revisando todos los esquemas que mantenía organizados cronológicamente sobre su escritorio. Claro. Todas las jodidas reuniones eran importantes.
—Trataré con él y usted por favor posponga esto. —No esperé a que me mirara, siempre me ignoraba con sus ojos pese a estar escuchándome con atención—. De ser necesario mañana tomaré su lugar para lo que se requiera.
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Editado: 19.04.2024