Capítulo 2. Maquillaje
-¿Qué acabas de decir, Dexter? –Papá eleva las cejas como si no creyera que su hijo menor haya dicho una maldición.
-Eeeeh, que… ¿Cómo va todo, papá? ¿Ya está lista la pasarela? ¿Las luces…?
Antes de poder arruinar más la situación, Nicholas le tapa la boca con su mano derecha mientras lo sostiene en contra su cuerpo, inmovilizándolo.
-Quiero saber solo una pequeñísima cosa, ¡¿dónde carajos estaban?! –Nos mira seriamente. Mi mamá se queda muda porque sabe que en esta situación no puede ayudarnos.
Maldita sea…
-Verás, -se toca la nuca con nerviosismo Niall- fuimos por De…
-Se me ocurrió tomar unos cuantos tragos antes de que fuera la hora del evento, sé que vamos tarde pero se nos fue la noción del tiempo y no vimos la hora hasta ahora. –hablo rápidamente sin trabarme. En este momento si hubiera dejado que supieran la verdad, Dexter se llevaría un gran regaño y le daría un patatús a mi madre saber que su hijito se fue a bailar con unas prostitutas en un bar de dudosa procedencia. Sólo actué como beneficio propio, no por otra cosa, claro que sí.
-No quiero que se vuelva a repetir, ¿quedó claro? –Nos señala con el dedo índice.
-Sí, padre. –decimos al unísono.
Después de la pequeña regañada entramos a vestirnos. Dexter se me acerca portando solamente unos pantalones mal abrochados.
-Sobre lo de papá… -comienza a decir, no lo dejo terminar.
-Ahórratelo, sólo lo hice para que mi mamá no se asustara. –me volteo a verlo de cara a cara y tengo que agachar la cabeza para verlo mejor. Sé que es la única forma de intimidarlo- Pero ésta me la pagas, idiota.
-Fue demasiado bueno para ser verdad. –Rueda los ojos, no sin antes tragar saliva con miedo e irse a cambiarse completamente.
Después de ponerme el pantalón, procedo a abrochar la camisa de botones. Nunca me ha gustado desfilar para la revista de moda de mi familia, en realidad sólo lo hacemos porque nuestra madre nos obligaba de niños con su colección de ropa infantil. Y lo siguió haciendo hasta la fecha.
No es algo que me desagrade hacer, sin embargo prefiero hacer otras cosas en vez de perder mi tiempo modelando estúpida ropa de marca.
Una vez que todos estamos listos, esperamos nuestro turno para salir.
-¿Listos para pulir la pasarela, caballeros? –Dice Dexter acomodando su gabardina color beige, su voz suena tan engreída que Nicholas no duda en darle un zape en la cabeza.
Comencemos.
~*~
GABRIEL
Me paro justo enfrente del espejo completo que se encuentra en mi cuarto. Me muevo en diferentes ángulos para poder ver cómo me queda mi prenda. Las pocas curvas que tenía han desaparecido por mi falta de apetito, las cicatrices y demás golpes no se distinguen tanto con mi piel pálida y mi cabello se encuentra opaco, casi sin vida.
Mi vestido es holgado, tiene un cordón que se sujeta en la cintura, sus mangas son cortas y la falda me llega hasta la rodilla. No tiene escote, solo una pequeña abertura en forma de gota. Decidí ponerme unos tacones blancos para que el verde del vestido sobresaliera, es un verde fuerte.
No me gusta lo que veo en el espejo, me veo tan esquelética que ni siquiera me reconozco. Mi cabello no luce como antes y puedo notar como se me empiezan a marcar los pómulos por mi delgadez.
Como mis labios están tan pálidos decido usar un labial rojo, sin poner demasiado.
Escucho las llaves chocar con la cerradura de la puerta y esa voz que hace que mis vellos se ericen.
-¡Ya llegué, cariño!
-¡E-en un momento voy! –Comienzo a recoger mi poco maquillaje que tengo, pero por mis manos torpes me tardo más de lo esperado.
-¿Estas lista para ir…? –entra abruptamente por la puerta y ve mi desastre de nerviosismo y maquillaje.
Me mira con cara seria y cruza sus brazos:-¿Qué te había dicho del maquillaje?
-Que no te gustaba que lo usara… -Con todas mis fuerzas me obligo a no llorar, eso empeoraría la situación.
-¿Y por qué parece que no te importa lo que diga? -Corta la distancia que había y ahora me mira muy fijamente. Tiemblo.
-N-no es eso… -Antes de poder terminar de guardar los cosméticos, recibo una bofetada tan fuerte que me hace caer al sillón.
-¡Última vez que desobedeces mis reglas, Gabriel! ¡No permitiré que mi esposa se maquille como una vil prostituta! -Esta tan rojo de furia, el color carmesí le llega hasta el cuello y se le puede notar una vena en su frente.
-Sólo lo uso para ocultar los golpes. -Sollozo.
-Pues ya no más, tendrás que inventarte excusas para que no sepan de ellos. -Me toma fuertemente del brazo, me pega a su cuerpo y con una mano aprieta mi mandíbula. Mi mejilla duele como los mil infiernos, tengo tanto miedo que el temblor sigue en mi cuerpo. Solo quiero que ya acabe.
-De acuerdo. -Me deja caer al suelo y camina a la salida.
-Muévete que no quiero que se nos haga tarde. Te espero en el auto.
En todo el camino la pasamos en silencio, veía hacia la ventana los árboles pasar y las ligeras gotas de la lluvia caer contra la ventana del carro.
Cuando llegamos, el mayordomo nos abrió la puerta e inmediatamente se escucharon los gritos de la señora Susan.
-¡Querido! -es tan estirada que los motes que le pone a su hijo son tan graciosos.
-Hola, madre. ¿Cómo has estado? -se abrazan con cariño y la señora me analiza de arriba abajo, deteniéndose más en mi mejilla roja.
-¿Cómo se encuentra, señora Smith? -Sonrío falsamente.
-Bien, bien. Pasen, la cena está lista.
Caminamos hacia el gran comedor y como siempre mi vista se va por la lujosa casa, los candelabros, las caras pinturas, los muebles y los adornos exquisitos.
Es todo tan millonario.
Debo admitir que está vida jamás me ha gustado, la empecé a odiar desde que me casé con Jacob. Todo lo que tienes que hacer es caerle bien tanto a la prensa como a tus socios y amigos, aún así la convivencia con tu familia este fracturada. Son personas egoístas que solo disfrutan de humillar a otra gente.