CAPITULO 1
~ M Í A ~
<< Vamos Mía, debes levantarte >> Pensé al abrir los ojos y darme cuenta que el reloj marcaban las las 6:26 de la mañana.
—Definitivamente no quiero —Susurré entre mis sábanas, era muy temprano por la mañana, estaba haciendo un frío infernal que no me dejaba levantarme de la cama. Además... ¿Qué de importante tenía hacer hoy? A ver... Comencé a repasar las cosas que seguramente tenía que hacer hoy, pero, sinceramente, no encontré nada.
—¡MÍA SANCHEZ HILLMAN MÁS TE VALE QUE SI ENTRO A TU HABITACIÓN EN 10 MINUTOS YA ESTÉS DUCHADA AL MENOS! —Claro, ir a la universidad. Bufé sonoramente.
Me quité los cobertores de encima para levantarme, no podía con mi vida, la noche anterior no había sido buena, por más que no quisiera hablar de eso, esta tarde tengo que ir a terapia, llevo tres años yendo a terapia, luego de... Agité la cabeza para no pensar en eso, estaba segura que algún día olvidaría eso que pasó. Al menos ese era uno de mis más grandes deseos… Además de no tener que levantarme de la cama tan temprano en la mañana.
Luego de estirar mi cuello, caminé hasta el baño para bañarme rápido, tampoco era que tardara demasiado arreglándome, en realidad jamás lo hacía, no hacía falta, si fuera por mi seguramente iría en pijamas, pero mi madre no me dejaría ni siquiera salir por la puerta. Por eso, luego de salir del baño y cambiarme, me puse algo cómodo, amaba ese clima, aunque hace rato le haya deseado un par de insultos, y la única razón por la cual lo hacía es que podía usar ese tipo de ropa e ir a la universidad sin que nadie me molestara por cómo me veía.
—Ya estoy lista —15 minutos me había tardado haciendo todo, mi cabello aún estaba húmedo y podía pescar un resfriado, pero mientras comía algo y esperaba que mi madre se alistara, seguramente terminaba de secarse—. Buenos días... —Saludé cuando bajé hasta la cocina. Donde estaba mi padre tomando una taza de café mientras miraba su celular.
—Buenos días hija —Mi padre no era como mi madre, él era un poco más relajado y me dejaba hacer mis cosas, él me entendía mejor, no era como que mi madre fuera una bruja, cosa que a veces era, pero no lo era todo el tiempo, en realidad, siempre se podía hablar con ella, pero había crecido en una familia muy conservadora y eso arruinaba toda la armonía que se podía llegar a tener cuando se hablaba con ella—. ¿Qué tal dormiste? —Preguntó el hombre tiernamente. Sabía que mi rostro seguía hinchado, poco me importaba.
—Bien —Mentí con una sonrisa, me había vuelto experta mintiéndole a mis padres, ya no valía la pena explicarles cómo, cuándo o porqué me sentía mal, a pesar de saberlo, no querían verlo—. Hizo mucho frío anoche —añadí bostezan.
—Por eso ve abrigada hoy a la facultad —Era una familia sin mayores problemas, mi madre era una doctora muy buena, de las mejores de la ciudad, se había matado estudiando por años para serlo y mi padre era gerente de una empresa de seguros, teníamos una estabilidad económica y, aunque me gustaría que pasáramos más tiempo juntos, no podía quejarme.
No esperaría a mi madre, seguramente tardaría más y yo tenía mi primera clase en 40 minutos.
—Me llevaré el auto, tengo que ir con Donald luego de mis clases, te estaré mensajeando durante el día papá —Le avisé a mi padre luego de comer toda mi comida, sin duda eran mis partes favoritas de todo el día cuando tenía que comer, era de las cosas que más me gustaba hacer, por eso había estado subiendo de peso como loca, a algunas personas le daba por ya no comer cuando se veían como yo, pero a mí me daba lo contrario, cuando me veía al espejo la única forma de sentirme mejor es comiendo.
Coloqué la radio mientras iba manejando, cualquier adulto como yo ya habría abierto las alas y estaría viviendo sola, cuando cumplí 18 años mis padres me lo ofrecieron, podría vivir en las estancias de la propia universidad, pero cuando explotó en nuestras caras ellos decidieron que dejarme vivir sola no era una mala opción, ellos pasaban todo el día trabajando, así que cuando no estaba en la universidad o estudiando, estaba metida en mi habitación jugando algo en mi pc. Así que es lo mismo, pero a ellos les daba un poco más de tranquilidad tenerme cerca.
La verdad es que tampoco me molestaba estar cerca de mis padres, soy hija única y consentida, siempre tuve lo que quise, pero la ausencia de mis padres en muchas ocasiones siempre fue dura.
Mi celular sonó, con ello el auto estaba conectado a este y pude ver el mensaje en la pantalla cuando un semáforo me había detenido la marcha.
¿Ya vas llegando?
Blaire era la única amiga que tenía desde hace años, en realidad había escogido la carrera de odontología por ella porque sabía que ella estaría conmigo. Aunque perdí poco más de un año de clases y ella ahora estaba muy adelantada, me seguía apoyando en clases. Yo ahora estaba intentando adelantarme, tomando clases más avanzadas y exámenes que me hicieran avanzar para volver a estar con mi amiga.
—Sí, estoy a unos minutos de camino... ¿Necesitas algo? —Grabé una nota de voz. No podía escribir, tenía instintos suicidas, pero si algo le pasaba al auto, seguramente sería peor que morirme.
Nuevamente apareció un mensaje en la pantalla, esta vez otra nota de voz en respuesta.
—¡Tráeme algo de comida, muero de hambre! —Me reí. Decidí llamarla, pues a este paso no sabía lo que quería.
Llamada
—Mía, pasa por algún café y tráeme algo... Te lo pagaré cuando llegues, me desperté muy tarde y no pude comer nada, me voy a desmayar —Ella siempre tan dramática. Me reí y le respondí: