CAPITULO 5
~ M Í A ~
Las clases estaba por terminar, pero eso solo quería decir que los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, aquello me podía más que nerviosa y ansiosa de lo normal. Había días donde no dormía nada para luego irme a clases, sabía que el primer examen no tenía la mejor calificación, era tonto pensar que podría aprobar el año con esas calificaciones, pero un poco de esperanza me quedaba, solo un poco. Últimamente solo quería dormir, no estaba comiendo bien y eso me tenía realmente estresada, pero tampoco era malo, todas las mañanas me pesaba y me gustaba saber que al menos estaba bajando de peso.
Era tarde por la noche, apenas estaba comenzando diciembre, mi padre y yo nos encontrábamos comiendo mientras veníamos un poco de televisor, siempre fuimos fans de Master Chef, pero antes de que comenzara el nuevo episodio, una noticia nos puso alerta. Hablaba de un virus que estaba haciendo que muchos se contagien, era como una neumonía y decían que podría ser letal, pero estaban apenas investigando. Se veían los primeros casos en Europa y, además, Asia comenzaba a prepararse para algo más grande.
—¿Quieres que si llegue a Estados Unidos? —Pregunté a mi padre, pues sabía lo peligroso que podría ser esto si se salía de control de todos. Yo no era de ver noticias, siempre fui alguien muy nervioso y saber lo que pasaba en el mundo era algo que me podía aún más nerviosa.
—No creo, además creo que estamos preparados para esto —Dijo mi padre. Mi madre era doctora y trabajaba en el hospital central de la ciudad, ósea, el más grande, cosa que sí llegaba a Estados Unidos, podría complicar la salud de la familia, pero no había nada que preocuparse por el momento. Era lo que quería pensar por el momento, me relajé con el tema y volví a acostarme en el sillón.
—Deberíamos comenzar a poner la decoración... ¿Te parece si comenzamos mañana? Lola vendrá a limpiar por la mañana, en la tarde podemos comenzar a decorar —Alzó las cejas mi padre, me gustaba la idea, aunque Navidad no era especial, si era cierto que me gustaba todo el tema de decorar. Era de mis cosas favoritas.
—Sí, está bien —Dije sin mucho ánimo. No era por no querer hacer lo que el propuso, sino porque últimamente todo me daba flojera.
—¿Cómo estás Mía? —Mi padre se veía nervioso. Tomó mi mano y la acarició suevamente.
—Bien padre —Mentí descaradamente. Estos días no habían sido buenos para mí, sabía que debía hacer algo para mejorar mi salud, pero con todo el estrés de la universidad, no estaba ayudando a que tuviera la cabeza centrada en lo que debía hacer para mejorar. Sabía que comenzar a ejercitarme era una de las cosas que me recomendó Donald. Él tenía una forma de ayudar extraña, pero después que lo comencé ver, sabía que había un cambio, pequeño, pero lo había. Al menos no había querido volver a lastimarme como antes.
—¿Estás segura? —Volvió a preguntar él.
—En serio, solo estoy un poco estresada por los exámenes, comenzaron hace un par de días y no creo que me haya ido bien el primer examen —Le confesé mirando mi comida. Marcus era un hombre preocupado, cálido y decidido, muy diferente a mi madre, quien era un poco más fría, pero muy dedicada, a su familia y a su trabajo, pero tenía un carácter tan fuerte que siempre terminaba peleada con ella, por alguna razón.
Cuando tenía 13 años había comenzado a subir de peso, muchísimo y mi madre no perdió la oportunidad de decírmelo, desde ese momento comencé a fijarme en lo que comía, pero no de una forma sana, en realidad, ya había comenzado a ser enfermo, pues no estaba comiendo como debía, me limitaba muchísimo, sin embargo, no siempre podía, había semanas que comía demasiado y otras donde apenas probaba bocado. Y sabía que, si no ponía de mi parte ahora mismo, aquello podría volver a pasar.
Desde ese momento comenzaron mis problemas. La depresión, la ansiedad y la bulimia fueron mis mayores problemas. No tenía control de mi cuerpo y no podía hacer nada al respecto. Comencé a medicarme como tonta, pensando que me ayudaría a no subir de peso y solo hizo que subiera aún más. Para eso, recibía bullying, mucho.
Mis padres no sabían esto, siempre lo oculté. Me sentía avergonzada de que chicos en mi colegio tuvieran el control de mis emociones con sus palabras, al principio no era algo que me molestara, pero ahora me daba cuenta que el trauma fue silencioso y se reflejaba en mi forma ansiosa de comer.
Hasta un día que me encontraron en mi casa, mis signos vitales eran débiles y mi respiración casi nula.
Desde ese día mi vida cambió aún más. Mis padres se enteraron de todo lo que venía ocultando por años y me ayudaron mucho. Sabía que no eran malos, sino que habían estado metidos en sus trabajos y no notaron lo mal que yo lo estaba pasando. Además, que no siempre se tienen las respuestas para esos casos, quisieron internarme en una clínica psiquiatra pensando que eso me ayudaría, solo que yo no quería eso, por eso comencé a ver a un montón de terapistas, psiquiatras, lo vi todo. Hasta llegar a Donald que era el único que, hasta ahora, me había ayudado. Lo notaba. Pero tenía épocas de mucho estrés donde recaía.
—Si necesitas ayuda con tus estudios, solo dime —Me había perdido en mis pensamientos, mi padre estaba hablando conmigo sobre algunos consejos que él había tomado de sus profesores hace años y que seguramente podrían ayudarme. Solo me limité a sonreír y asentir, odiaba pensar que hacía sentir a mis padres mal por mi culpa.
—Gracias papá —Esperaba no descuidar mis estudios, solo necesitaba un poco más de organización—. Oye, sabes que Donald me dijo que podría ayudarme un animal de compañía... Un perro de apoyo emocional —Finalmente hablé de eso. Ya lo había mencionado en alguna comida, pero mi madre sobre reaccionaba y terminaba en na discusión.