CAPITULO 9
~ A L E X A N D E R ~
Por más que la Navidad no fuera tan especial, era cuando más trabajo tenía así que era el momento idóneo para “celebrar”. La cena de los Kirkman era en un par de horas, pero yo seguía estando en la galería, tenía que preparar todo para el evento que había en un par de días. Mi celular no dejaba de sonar y sabía que era mi madre, quien, seguramente, estaba enojada por mi ausencia en la reunión familiar. Yo muchas veces desviaba la mirada para ver la pantalla de mi celular, pero no me ponía dar el lujo de distraerme para hablar con mi madre sabiendo lo que me diría.
—Alexander, tu madre ha llamado, no se escuchaba muy contenta... —Robin había regresado del segundo piso con algunas cajas. Ella también tenía que estar con su familia, pero siempre el trabajo había sido primero en estas fechas. No era como si ninguno de los dos sintiera amor por sus familias, solo que luego de tanto, la galería era nuestro trabajo más grande en el que ambos habíamos puesto nuestro mayor esfuerzo. Sentí como ella dejó las cajas en un lugar de la habitación, yo estaba escribiendo un informe que tenía que enviarle a los que iban a montar todo el evento y tenía que ser prefecto, sino algo podría salir mal y tenía a muchas personas que dependían de que ese trabajo saliera al pie de la letra.
—Creo que ya terminaré esto y me iré —Respondí sin mirarle. Ella no respondió, pero sentí como suspiró con fuerza. Cosa que ignoré. No quería distraerme con nada en ese momento, no era momento para eso, además que ya solo me faltaban un par de cositas para finalmente irme a casa de mis padres, era unos 45 minutos manejando por todo el trafico que se hacía en estas fechas y a esta hora—. Ya terminé —Antes de cerrar el pc, le di una última ojeada a lo que estaba por enviar y lo puse todo en el correo que ya había escrito hace rato. Era lo único que me faltaba. Dejé todo apagándose y le levanté para ya irme o sino a mi padre le daría un infarto.
—Yo cerraré en 20 minutos, vete y Feliz Navidad Alexander —Robin era mi amiga, una excelente empleada, pero era una excelente amiga. Me acerqué para darle un abrazo que se extendió más de lo que me habría gustado.
Finalmente estaba subiendo en mi auto para ir hasta la casa de mis padres, ya no servía de nada atender las llamadas de mis hermanos, pero me di cuenta que debí pasar por algo antes de llegar con ellos.
Compré un postre en la primera tienda de pasteles que vi, estaban cerrando y aquello no me jugó a mí favor, pero me dijeron que todo estaba delicioso. Así que cuando me volví a meter en el carro lo dejé en el asiento del lado.
—Ya estoy llegando, cálmate... —Atendí la última llamada de Henry, era ridículo que le atendiera ahora cuando estaba a 10 minutos de la casa de mis padres, pero su insistencia ya no era normal.
—Eres idiota, ¿O qué? —Pregunto de mala gana—, mamá está preocupada por ti, piensa que ya no vas a venir, no atiendes... —Se notaba enojado, pero era algo que no me quitaba el sueño, así que solo giré los ojos con algo de frustración, no estaba tan lejos.
—Estaba ocupado, no eres tú quien siempre me reclama por mi trabajo... ¿Quién te entiende? Ya estoy llegando —Apreté el botón de mi auto para colgar la llamada. Necesitaba un cigarrillo. Tenía la sospecha de que tendría un regaño por parte de mi padre una vez tuviera la oportunidad.
Estacioné mi auto al lado de los de mi hermano frente a la casa y salí con los postres que compré.
—¡Alex! —La primera en saludarme fue mi madre, su abrazo me hizo sentir tan bien como hace tiempo que nadie me hacía sentir. Cuando venía me reprochaba a mí mismo el no venir más seguido disfrutar de mi madre, pero siempre era algo que pasaba por mi cabeza. La mujer tomó lo que yo había traído y se alejó para dejarlos sobre la mesa.
—Hola madre, siento la tardanza, tenía que dejar todo listo para no trabajar hasta el 27, el 28 tenemos un even... —Quedé con la palabra en la boca.
—No quiero que hables de trabajo, ven que estamos esperando por ti para comer —Me vi interrumpido por ella. Nuevamente me sentí mal que estuvieran esperando por mí para comer. Eso no me había gustado.
Un par de miradas malas hacia mí y después un par de saludos cordiales, comimos en silencio. Aquella cena paso bastante tranquila. Los humos bajaron y cuando menos nos dimos cuenta era media noche, Henry estaba con Melisa y la hermana pequeña de esta, Emma.
Los regalos fueron para ella en su mayoría. Sin duda aquellos dos hacían una bonita pareja, algo que había salido de la nada y dos personas completamente diferentes el uno al otro. Lisa era más como yo, una oveja negra, con tatuajes y una expresión de maldad, pero era una chica bastante tranquila y dulce. Me pregunté por qué no podía llevarme bien con ellos otra vez, pero la idea de cómo mi hermano la había cagado, fue terrible.
—Gracias hijos —Entre todos le habíamos regalado un viaje a papá y mamá un crucero por el Caribe, era lo que habían querido hacer por mucho tiempo y era momento que lo hicieran.
—Espero lo disfruten, verán que el otro lado del mundo es otra cosa —Bromeó Henry. Yo solo había viajado a América un par de veces, no era de mi agrado, prefería mil veces Europa.
Después de un rato, en silencio me levanté y fui hasta el jardín para fumar algo. Necesitaba eso desde que llegué, pero me esperé por mi madre, a quien no le gustaba para nada que yo siguiera en ese vicio. Pero no podía dejarlo.
Luego de tantos años se me hacía imposible.
—Mamá te matara si te ve —George, mi hermano menor, se acercó a mí. Este pequeño bastardo sí que era el favorito. Doctor pediátrico, un amor con los niños, un matrimonio perfecto y una familia hermosa—. Feliz Navidad hermano —Tenía un paquete en la mano, un regalo.