Un par de uniformados caminaban entre las personas que estaban presentes en un bar cuidando el orden del mismo.
—Por fortuna no hubo incidentes, esperemos y así haya sido en los demás lugares—decía el hombre de lentes.
—Sí, esperemos y así sea— respondió Sam mientras dirigía la mirada hacia la barra del bar en donde la misma jovencita de curioso antifaz que había llamado su atención hace algunas horas estaba.
—Cuando tengo mi libre vengo a este bar, la atención es muy buena aquí, lástima que hoy estemos de servicio, pero un traguito si podemos tomarnos— decía el hombre de lentes sonriendo.
—Claro— respondió Sam sin tomarle mayor importancia a las palabras del otro oficial.
—Llamare a una de las chicas para que nos atienda, con suerte viene a atendernos la Gatita— dijo el hombre de lentes mientras levantaba su mano hacia la barra.
—¿La Gatita? —respondió Sam que recién había empezado a tomarle atención a las palabras del otro oficial.
—Si, a poco no se fijó en los bellos ojos de la chica del antifaz de gato— dijo el hombre de lentes.
—Bueno…….— decía Sam siendo interrumpido por una dulce voz que decía—¡Buenas noches¡ ¿Qué van a servirse?.
San miro al hombre de lentes que estaba frente a él que se encontraba con cara de bobo sonriendo y luego giro su rostro para ver quién era la dueña de aquella voz que hizo que su piel se erizara y al hacerlo se encontró con unos bellos ojos verdes que lo miraban profundamente produciéndose un silencio sepulcral en el ambiente.
Las pupilas verdes de Liza parecían ser jaladas como un imán por los profundos ojos azules de Sam. Ninguno pronuncio palabra alguna, ni siquiera pestañaron, eran dos estatuas en ese momento, si no hubiera sido por la voz de la señora Candela, Liza hubiera seguido allí, parada frente a Sam sin siquiera moverse.
—Gatica el hijo del alcalde quiere que vayas a atenderlo— decía Candela.
—Sí, señora— respondió Liza.
—Pero aun no nos tomas el pedido— dijo Sam al reaccionar mientras el hombre de lentes asentía.
—No se preocupe, ahora envío a otra de mis chicas para que se los tome— respondió Candela.
—Pero no me parece correcto, ella ya está aquí, que tome nuestro pedido y que luego vaya a la otra mesa— dijo Sam.
—Estoy de acuerdo— respondió el hombre de lentes.
—¡Disculpen por el error¡ — pero Liza tiene que atender al hijo del alcalde, de esta mesa están encargadas otras chicas— decía Candela con calma.
—No es justo, solo por ser el hijo del alcalde ella tiene que atenderlo a él— pronunció el hombre de lentes.
—Pues—iba a decir algo Candela, pero Liza la interrumpió.
—Voy a atender al hijo del alcalde y vuelvo a su mesa, ¿les parece? — pronunció Liza.
—Si nos parece bien, ¿no Sam? — respondió el hombre de lentes mirando al joven de ojos azules.
—Sam, su nombre es Sam— pensaba Liza mientras miraba de manera disimulada al uniformado.
—Sí, me parece bien, nosotros te esperamos…— pronunció Sam siendo interrumpido por la dulce voz de la joven castaña.
—Gatica, Gatica comandante, ese es mi nombre— respondió la jovencita con una ligera sonrisa en su rostro mientras Candela la miraba y sonreía.
—Bien Gatica, pero no soy un comandante, solo un oficial, pero ve a atender a la mesa que te asignaron, nosotros te esperamos— respondió Sam con una ligera sonrisa en su rostro.
—¡Gracias¡ — dijo Liza antes de partir hacia el lugar donde estaba el hijo del alcalde.
—Bella la muchacha, ¿no lo cree oficial Wood?, aunque lleva puesto ese extraño antifaz su belleza es algo innegable— decía el hombre de lentes.
—Sí, es cierto— respondió Sam sonriendo mientras dirigía su mirada a la mesa en la que la bella joven de antifaz estaba platicando con un joven de cabello rubio.
—Ian, no puedo acompañarte en la mesa, tengo que atender a otros clientes— decía Liza con calma.
—Al menos acéptame un trago para festejar el éxito de musical— respondía el rubio.
—Está bien pero solo uno, ya sabes que no me gusta beber— dijo Liza.
—Lo se preciosa, lo sé, pero es solo para festejar, siéntate unos minutitos— acotó el rubio mientras servía unas copas.
—Está bien— respondió con pesar Liza mientras tomaba asiento frente al rubio.
—Cantas muy bien Gatica, podrías dedicarte a cantar si lo quisieras, es más yo podría apoyarte, podríamos irnos a la capital para que tengas mayores oportunidades, allá incluso podrías estudiar,…—decía Ian al tiempo que le entregaba una copa a Liza, quien lo escuchaba con atención sin notar que desde otra mesa la observaban.
—Parece que se tienen mucha confianza, ¿no?, ¿o es que entre sus funciones esta sentarse a beber con sus clientes? — decía Sam mientras miraba a la mesa donde estaba la chica del antifaz.
Editado: 24.07.2022