Gea: por siempre el deseo del alfa Eros.

Capitulo 17.

 

34+35- Ariana Grande.
 

 

Analí veía a su hermana frente a ella, ambas estaban en su casa tomando su comida. Estaban tomando su desayuno juntas después de tanto tiempo.

—¿Cómo te está yendo en los exámenes? —La hermana mayor rompió el silencio viendo a su hermana pequeña a su frente.

—Bien. —Respondió borde. Aquella actitud había sido ganada desde el funeral de su madre.

—Estoy haciendo el intento, ¿sabes? —Dijo esta, le molestaba el simple hecho de que todo lo estaba pasando sola, su hermana no estaba con ella la mayoría del tiempo. Salía y al parecer se divertía, ya que, volvía al otro día. No podía prohibirle nada, al fin y al cabo, su madre le daba buenas libertades.

—Sigue esforzándote —Respondió tajante la menor.

—Eres tan inmadura —Dijo enojada dejando de lado su desayuno.

—Te felicito, acabas de descubrir algo que todos sabían. —Un aplauso con crueles pausan fueron seguidas por aquellas palabras. Era difícil para ambas sobrellevar aquello y por ello su relación se iba cayendo. Poco a poco.

Y así fueron los días siguientes, Isa salía mientras que Analí se ahogaba en sus sabanas.

—Hasta que nos volvemos a ver. —Escucho la voz de aquel vampiro tras ella y su exalto había sido evidente.

—¿Qué deseas? No es buen momento. —Dijo esta mirándolo a su lado, esperaba en la parada de autobuses y la luna estaba fuera, tan redonda, tan brillante y tan sola como se sentía ella en ese momento.

—Siento esa soledad que te abraza, me duele tanto verte así—La voz de Xel salió tan baja y a la vez audible.

—No sabía que eras capaz de sentir dolor. —Los ojos de él la miraban tan fijamente que había caído en cuenta que su alma no era tan ingenua como las chicas de su edad. Bueno, su postura decía a gritos que si te metías con ella lo lamentarías. Su pelo rizo, su estatura, la forma de su cuerpo, su piel morena tan ardiente, sus labios gruesos y aquellos ojos café que lo habían vuelto loco.

—Así que sabes de nosotros, crees en nuestra existencia. —El tono en su voz y el brillo en sus ojos robo la atención de la chica.

—Creo en muchas cosas, vampiro —La mirada de ella abrazo el cuerpo de Xel y en esta ocasión ella repaso su cuerpo, su piel pálida, sus ojos y el carmesí en sus labios.

—Ahora tú debes venir conmigo. —La sorpresa en ella hizo que el cuerpo de Xel se acercara al de ella con gran velocidad. —El solo tenerte será suficiente para mí. Te daré el cielo si así me lo pides.

—Tengo una hermana y mi madre falleció hace poco, me iría sin pensarlo ya que no me importa nada que conlleve a mi futuro, pero ahora me temo que tu petición ha sido rechazada. —La chica lo rechazo sin más, sin siquiera anestesia. Una sonrisa sonrisa se había desplazado por los labios de el al escuchar lo que ella decía.

Esa chica estaba loca y el estaría complacido en ser su manicomio, ¿o era lo contrario?

—Ni siquiera me has dicho tu nombre —Dijo esta burlona. Él pensaba que lo había hecho.

—Soy Xel.

—¿Y cuál es tu apellido? —La pregunta lo saco de si, lo dejo pensando un momento, pero se recuperó al ver que ella se acercaba a su cuerpo. —¿todo bien?

—No tengo apellido —Respondió el a su pregunta sonriendo. La chica no indago más y asintió viendo a lo lejos el autobús.

—Debo irme. —Dijo esta, Xel poseía un ápice de maldad en él y por ello sonrió.

—Y yo debo detenerte. —La chica lo volvió a ver, pero lo que sintió fue unos brazos alrededor de la cintura y un gran viento azotando su cuerpo. Xel corría con ella en sus brazos y esta solo pudo levantar su cabeza tratando de encontrar su rostro con la rapidez en la que iban. De un momento a otro los muslos de ella fueron sujetados por las manos del vampiro rodeando ella así sus piernas en su cintura. —Cierra tus ojos y disfruta el viaje.





 

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El cuerpo de Gea estaba sobre la cama de Eros, ella estaba despierta pero el hombre a su lado aún seguía dormido.

La relación entre ambos iba en paz, el hecho de que el gran alfa Eros cediera ante su hembra había sorprendido a muchos. La chica no se lo había puesto para nada fácil ya que duro varios días sin siquiera dirigirle la palabra, vivían bajo el mismo techo, pero no convivían y eso a ella no le afectaba en lo absoluto, pero en cambio a él, sí.

El brazo de Eros había rodeado la cintura de Gea acercándola a él, un jadeo de parte de ella se escuchó al sentir la erección de la mañana, siempre era lo mismo, sin excepción. Las mañanas entre ambos trataban de varios besos, toques indecentes, fricción, pero nada más que eso.

—Gea, ayuda— La voz de Xel resonó detrás de la puerta y el gruñido de parte de Eros hizo que ella se removiera tratando de zafarse.

—Deja de moverte si no quieres que te coja ahora mismo. —Su voz sano gruesa y al parecer no tenía planes de soltarla.

El sonido de la puerta siendo abierta alerto al lobo ya que tapo a su hembra con su cuerpo.

—Joder los voy a matar ¿no saben que es la privacidad? —Gruño enojado el alfa sintiendo la presencia de Gray y Xel allí. Algunas personas que pertenecían a la manada se sorprendían ante el hecho de ver a un vampiro rodeando la manada y entrando a la casa del alfa.

—Amor, debo ir —La manera en la que ella lo nombro le robo el aliento, sus miradas conectaron y un sonrojo se hizo dueño delas mejillas de ella.

—No puedes decirme así y esperar que te deje ir. —Los ojos de él estaban deseosos, hambrientos de ella, de su mujer, de su Gea, de su deseo.

—Consíganse un cuarto—Soltó con malicia Gray.

—¡Consíganse una vida! —Rugió Eros con un jadeo de dolor al final, cosa que hizo que todos se carcajearan a excepción de él.

—¿Qué está pasando Xel? —Pregunto Gea aún bajo su cuerpo, le encantaba aquella situación, tenerlo a él, a sus amigos, no importando su raza.



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En el texto hay: hombres lobo, amor, vampiro

Editado: 30.06.2021

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