Melcifer llega a su casa luego de estar corriendo por la ciudad a la par de Hastel, su cuerpo demostraba sin pena la fatiga que había acumulado durante el día.
Al llegar ve que las luces fuera de su casa estaban apagadas, le parecía muy raro, ya que pertenece a una familia bastante numerosa, quiere decir que siempre habrá alguien dentro de su casa, abre la puerta con cuidado, mientras que su mente la traiciona con ideas del por qué estaba todo tan oscuro, era evidente que tenía miedo, al terminar de abrir su ruidosa puerta se asusta al oír los gritos de toda su familia al mismo tiempo que encendían las luces, todos se acercan para saludarla a su manera.
—Mi niña hermosa.
Le decía su madre mientras la invitaba a reposarse por unos segundos en sus cálidos brazos, ella sonríe y se lanza.
—Felicidades por entrar a Fáttima, estamos muy orgullosos de ti.
Melcifer trataba de soportar las ganas que le habían dado de llorar por la situación creada por su familia.
Su madre se despega para no interferir con su vista.
—Te hicimos un superbanquete.
Ella observaba la cantidad de platos con comidas que había posado sobre aquella mesa de madre, su vista se emocionaba al igual que su estómago, ya que no estaban acostumbrados a tanta comida juntas.
—Felicidades por ser la primera de la familia en ingresar en la academia Melisma.
Todos comenzaban a aplaudir, haciéndola sentir muy emocionada e incomoda a la vez, no era común recibir tanta atención, inconscientemente comenzaba a secarse las lágrimas que mojaban su mejilla.
La invitan a sentarse, mientras no dejaba un silencio en la habitación.
Mientras comen hablan sobre su viaje y la estadía, que hará cuando llegue, que sucederá cuando logre graduarse, que espera aprender, son algunos temas que se llegaron a tocar aquella noche calurosa, todos querían tener la oportunidad de hablar, es decir que todos hablaban al mismo tiempo.
Luego de varias horas conversando de todo, su madre la invita afuera para que el silencio la ayude hablar, ella se levanta y se abre paso entre el sonido de aquellas conversaciones que no tenían pensado parar.
Al estar afuera su madre le acerca una bolsa de papel hasta su mano.
—Quiero que ahora lo uses, no es mucho, ni menos es lo que quería darte, pero creo que su significado vale más que un grimorio.
Ella observaba la bolsa mientras lo recibía, trataba de adivinar que había adentro antes de abrirlo, su curiosidad era bastante o apresurada.
—Ábrelo ahora .
Su madre se emocionaba al verla sosteniendo la bolsa, quiero saciar su curiosidad de como reaccionara y que dirá.
Al sacarlo ve que era un guante largo que le llegaba casi hasta el codo, en la palma tenía dibujado un Cifrado.
—Es de mis años en el curso y mi tiempo siendo gurnamental, tiene muchos años ya, no es mu...-.
Melcifer se abalanza a sus brazos mientras repetía mil veces lo agradecía que estaba, no era por el regalo, si no más bien por el gesto que ella tuvo.
—Melci no comiences a llorar que vas a hacer que yo también llore.
Ambas se despegan para no cerrar el tema que aún estaba vigente.
—En La palma tiene grabado el Cifrado que más usaba, es muy potente, así que ten cuidado cuando lo uses.
Mercifer se quedaba en silencio observando, levanta su mirada hacia su madre.
—Es muy lindo.
Volvía a llorar haciendo que su madre se contagia de aquella emoción.
—Acuérdate de no utilizarlo enfrente de tus maestros, no dejes que nadie sepa que tienes esto.
Ella afirmaba con su cabeza mientras aún seguía afectada por emoción.
Luego de varios minutos llenos de lágrimas logra calmarse para pasar a otro tema.
—Te vamos a extrañar mucho hija.
—Tranquila volveré, si no es en un año, será en tres siendo gurnamental o al menos con el título, lo prometo.
—Sé que vas a poder lograrlo.
Acariciaba su cabeza con ternura para transferirle todo lo que sentía por ella.
—Vamos adentro que tus hermanos tienen más regalos para ti y luego a dormir que mañana tienes que levantarte temprano.
Ella afirma con un movimiento de cabeza, se abrazan y vuelven adentro para seguir con la pequeña fiesta que habían armado en honor a ella, era una despedida y tener la oportunidad de poder disfrutar de su presencia una vez más, ya que sabían que no estaría ahí en un tiempo que para muchos será largo, para otros no lo es tanto.
Es así como paso su última noche, rodeada de sus seres queridos y disfrutando como nunca de la presencia de sus diez hermanos.
Hastel se encontraba preparando a Azul, su oso grizzly, tenía una pequeña manta de color violenta para afrontar el frío de la baja altura, en su lomo se podía apreciar la montura, a sus costados tenía bolsas para guardar lo que hiciera falta, luego de acomodar todas sus cosas se dedica a solo peinarla y hacerle cariño, que sienta sin palabras que era muy importante para él.
Su abuela lo interrumpe llegando de golpe, en su espalda tenía a Marón desmayada, la tira al suelo bruscamente.
—Dale esto.
Le tira a sus manos un pequeño frasco, a simple vista notaba que era el mismo que el tomo hace unos minutos.
—Niña estúpida.
Luego de hacerla beber de aquel líquido se recupera al instante.
—Maldita vieja.
Intentaba pararse a toda velocidad, pero cae de nuevo al suelo debido a esta acción.
—Basta niña. Anda a buscar algo para que tu abuela beba.
—Agua le traeré.
—Si quieres que te golpee de nuevo, trae agua.
—Está bien, buscaré si hay para que beba alcohólica.
Mientras espera su bebida busca en su bolso y saca un pedazo de papel, al extenderlo en el piso podemos apreciar que se trataba de un mapa, vuelve su atención hacia su bolso y saca un lápiz y otras hojas .
Máron llega con la botella de alcohol y se la da, ella bebe apoyando sus labios en el pico de la botella, bebe hasta casi bajarse todo, las miradas de ambos que expresaban lo desentendidos que estaban .