Generosidad y abismo

Capítulo 1: La generosidad nos hace felices

Mi nombre es Tamara Williamson, soy una trabajadora doméstica que vive en Luisiana. Debido a mi gran intelecto, tuve la oportunidad de ir a una de las universidades más prestigiosas del país para estudiar medicina, pero rechace esa oportunidad. Nunca me ha gustado el prestigio, solo de pensar que la fama me alcance hace que sienta un nudo en el estómago, me gusta la vida tranquila, modesta, prefiero mil veces estar en un paisaje contemplado un río con su suave corriente, que estar nadando en dinero en casas lujosas. Me gusta mucho en mis días libres sacar a pasear a mi perro Snacks, un lindo pastor alemán, me encanta pintar también, de hecho, mi casa está decorada con todas las pinturas que he hecho. Me gusta mucho comer sushi, así que siempre tengo para comprar sushi, me encanta la variedad de platillos que existen, yo creo que no existe comidas mejores que otras, para mi, comer la misma comida es como comer siempre manzanas y no poder disfrutar de otras deliciosas y frescas frutas que existen. Cuando veo a un perro callejero, le doy una porción de mi comida, muchos dirán que el perro no es mío y no es de mi incumbencia, pero yo quiero ayudar al perrito, dar me hace muy feliz. Cuando veo a la gente desamparada, le doy dinero, comida y hasta llamo a servicios sociales para que las ayude. Una vez, me encontré a una mujer pidiendo limosna, tenia a dos bebes con ella, sentí un gran nudo en la garganta, me acerqué a ella.

_Disculpe, ¿Por qué hace esto?- le pregunte 

_No nos queda nada, no tengo trabajo, nadie quiere darme trabajo, mi casa la perdí, en un accidente se incendió, solamente quiero comida para mis pequeños-comienza a llorar desconsoladamente 

Yo sentí mucha compasión por ella, cualquiera la veía y se pasaba derecho, ni si quiera una moneda le daban, sus dos mellizos  tenían solo 6 meses, recordé la canción del cantante Phil Collins "Another Day in paradise" y tenía mucha razón: para nosotros solo es un día más tener un hogar, pero para estas personas solo es otro día en el paraíso. ¿Que pasa con la sociedad actual? ¿Por qué la generosidad y el altruismo se esta perdiendo hoy en día? La generosidad nos hace muy felices, yo por mi parte tenía muy poco dinero ese día, en la casa donde trabajo no quisieron pagarme mi salario de la semana porque cometí una estupidez: se me cayó una caja pesada encima de su perro fino, no le pasó nada, pero eso enfureció a mis jefes. Solamente traía en ese momento 10 dólares, pero decidí hacer algo por ella: se los di todos.

_No tiene que hacer esto-me dijo la mujer-se ve que usted es una empleada doméstica, y se ve que no le fue bien en el día. Tenga, ya encontraré a alguien que me de comida para mis bebés.

_No, quiero que se quede con el dinero. Tengo comida en mi casa. Voy a llamar a servicios sociales para que la ayude, esta haciendo frío y si siguen aquí sus hijos no podrán sobrevivir.

_Oh, Dios mío, muchas gracias. ¿Como puedo agradecerle?-me dice con lágrimas en los ojos.

_No tiene que agradecerme, pero pensándolo bien, hay una manera en cómo usted me puede pagar.

_¡Si! ¿Dígame cómo? 

_No le diga a nadie que yo la ayude 

_¿Como dice?

_Que no le diga a nadie que yo la ayude, no me gusta que la gente sepa las cosas buenas que hago por los demás, me es una carga muy pesada, la voy a ayudar y desearía que si le preguntan quien la ayudo, no les diga mi nombre.

_Esta bien, pero ¿Hay alguna posibilidad de saber tu nombre?

_Me llamo Tamara Williamson ¿Y tú?

_Clarissa Silberman, para servirte.

Llame a servicios sociales y pudieron ayudar a Clarissa, de ahí no supe más de ella. Mi vida era una vida que una persona con grandes ambiciones no desearía ni muerta. Me gusta la sencillez, se me acabó el dinero, pero afortunadamente como soy una mujer muy administradora, tengo unos ahorros y comida en mi casa, no porque sea de un nivel social bajo quiere decir que no tenga nada, soy muy cuidadosa con mis recursos gracias a que se que son pocos los que tengo, si tuviera muchos, posiblemente los desperdiciaría en cosas que no necesito porque estaría confiada en que tengo demasiado y el dinero nunca se me va acabar. Un domingo, me desperté a las 5:30 am y me fui a pasear a Snacks. Fui a un lindo parque, me encantaba ir caminando y escuchar el canto de los pajaritos. Fui a comprar unos dulces, y al llegar al parque, se los regalé a los niños que estaban jugando, luego una niña se me acercó y me hizo una pregunta 

_Señorita, yo la veo todos los domingos aquí ¿Por qué siempre está sonriendo?

_Porque soy feliz-le dije

_¿Y por qué siempre está feliz?

_Porque me gusta mucho dar a los demás, y dar  los demás me hace muy feliz

_¿Y por qué?

_Bueno porque cuando tú das, no piensas en ti misma, piensa un poco: imagínate que vas a la escuela y te enteras que una niña extranjera llega a tu escuela, cuando llega, todos la miran mal, nadie quiere sentarse con ella. En la hora del recreo, nadie quiere comer con ella. La Niña se ve muy triste, muy tímida al ver que todos son diferentes a ella, extraña mucho país porque sus costumbres son muy diferentes a las de aquí, no puede comer su comida favorita porque aquí no la venden. Tiene que aprender nuestro idioma para comunicarse con nosotros, y ya no puede hablar el suyo. Nadie quiere ser su amigo. ¿Cómo crees que se sienta?

_Muy triste, también se sentirá muy sola, porque dejó a sus amigos atrás y también a parientes

_Así es. ¿Tú que harías si la vieras en las hora del recreo?

_Le pediría que se sentara conmigo y que comiéramos juntas, y me haría su amiga.

_¿Y por qué?

_Porque me gusta ayudar a otros cuando lo necesitan

_¿Como te sentirías después?

_Feliz

_Eso mi niña, eso es: la felicidad de dar. Porque dar nos hace felices.

 



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.04.2020

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