Primer encuentro
Kaia
Tras ver la noticia de la desaparición me he dedicado a dar vueltas sin rumbo fijo por el pueblo, aun no me explico como pudo pasar algo así, según investigué antes de viajar aquí, es un pueblo tranquilo en el que no suelen pasar grandes acontecimientos y menos de este tipo.
Contrario a lo que pensé, el frio se ha vuelto más intenso y al no llevar chaqueta tengo las manos heladas por lo que decido adentrarme en una pequeña y pintoresca cafetería para pedir un chocolate caliente y subir un poco mi temperatura antes de ir al super y volver a casa.
En el interior hay bastante gente y el ambiente es bastante acogedor, pequeñas mesitas con sillones muy acolchados se distribuyen por toda la cafetería que cuenta con una chimenea en la pared derecha y le da una iluminación tenue pero cálida que genera un ambiente encantador.
Me dirijo a la barra donde hay tres personas por delante de mi esperando para pedir. Por lo que puedo ver en el rato que estoy esperando, la mayoría de gente que frecuenta este lugar son personas jóvenes, aproximadamente de mi edad.
Hay un par de parejas demasiado empalagosas para mi gusto besándose en unas mesas situadas en una de las esquinas y hay varios grupos de jóvenes riéndose a carcajadas hablando de temas que no logro escuchar.
En el recorrido visual que hago alrededor de la cafetería me fijo en la ultima mesa que me queda por ver, está en la esquina mas oscura y las mesas de alrededor no están ocupadas. Me fijo en la persona que hay allí sentada y veo a un chico, al que no se le distingue muy bien la cara entre la capucha que lleva puesta y la poca luz que le llega, va completamente vestido de negro y está mirando fijamente su móvil, ajeno a todo lo que ocurre a su alrededor.
Avanzo en la fila por inercia y ya solo queda una persona delante de mi pero no es algo de lo que esté pendiente ya que me he quedado mirando fijamente a ese chico al que, a mi parecer, le rodea una inquietante aura de misterio.
No se cuánto tiempo llevo mirándolo o que tan penetrante es mi mirada sobre él, pero al cabo de un rato levanta la mirada del móvil y la clava sobre mí, como si supiese exactamente quien le está mirando con tanta intensidad, o debería decir curiosidad.
Cuando su mirada choca con la mía veo un par de ojos grises que me dejan sin habla, y no precisamente por su color. Nunca había visto una mirada tan fría, tan penetrante, tan oscura a pesar del color claro de sus ojos, pareciera que es capaz de desnudar tu alma y ver todos tus demonios con una sola mirada, es como mirar directo a dos pozos negros a los que no llega ni una pizca de luz y pareciera que están lanzándome una advertencia.
Estoy tan sumida en esos ojos grises que no me doy cuenta de que es mi turno hasta que alguien carraspea en frente de mi y quito retiro la mirada del chico de golpe para prestarle atención a la dependienta, una chica pelirroja que está atendiendo detrás de la barra.
—Bienvenida a Sweeter taste ¿Qué desea tomar? —Dice de forma amable dedicándome una sonrisa de boca cerrada.
—Hola, ¿Podría ponerme un chocolate caliente mediano por favor? —Le devuelvo la sonrisa.
—Claro, serán 4,80, en seguida se lo traigo. —Mientras va a preparar la bebida yo busco el dinero en mi mochila y para cuando regresa ya lo tengo listo. —Aquí tienes.
Cojo la taza con el chocolate con la mano derecha y extiendo la izquierda para entregarle el dinero.
—Aquí tienes, va justo. —Le dedico una sonrisa antes de salir de la fila y dirigirme a buscar una mesa libre.
Al final me decido por una que está cerca de la chimenea y tiene unos ventanales a la izquierda que me dejan ver hacia la calle. Una vez situada en el cómodo sillón, acerco la taza hacia mis labios dispuesta a beber y, en cuanto el chocolate caliente toca mi boca, lo retiro rápidamente haciendo una mueca de dolor al sentir la quemazón en mi lengua. << Genial Kaia un día de estos tu torpeza te va a dejar sin lengua >>
En mis labios se forma una sonrisilla recordando todas las veces que me ha pasado lo mismo y como de pequeña mi madre me arropaba entre sus brazos cada vez que pasaba, cantándome el mítico:
“Sana sana culito de rana sino sana hoy sanará mañana…”
A veces desearía volver a esa época en la que era una niña sin preocupaciones y era feliz con los más mínimos detalles. Ese pensamiento me trae de vuelta a la realidad y mi sonrisa se va desvaneciendo, recordando la razón por la que decidí venir aquí y cuál es mi principal objetivo.
Una vez he salido de mi ensoñación toco la taza para comprobar si se ha enfriado un poco el chocolate y, soplándolo un poco por precaución, tomo un pequeño sorbo. Al bajar la taza y levantar la mirada me doy cuenta que el chico de antes me está mirando fijamente con una expresión sombría inclinado hacia atrás sobre el respaldo de su sillón. << Pero ¿Y este chico? ¿Cuánto rato llevará mirándome? ¿Acaso tengo algo en la cara? >>
Le devuelvo la mirada con una expresión interrogante y de extrañeza en mi rostro ya que no sé que tanto mira, sin embargo, ni siquiera se inmuta y no despega esa mirada penetrante de mí. Dirijo mi mirada hacia el televisor que está situado encima de la barra cuando cambian al canal de noticias y escucho atentamente ya que en seguida recuerdo lo que vi hace rato en la plaza de la facultad.
—Tras la desaparición de la joven Adara Collins esta madrugada, se organizó un operativo de búsqueda el cual finalizó hace escasos minutos tras encontrar a la joven de 20 años.
Suelto un suspiro de alivio sin darme cuenta de que estaba conteniendo la respiración al escuchar la noticia, sin embargo, la cara del periodista y las cintas que restringen el paso que se pueden ven por detrás de él no me dan ninguna tranquilidad.