Peleé con mis amigos y a consecuencia de eso terminé con la cara lleno de moretones. Todos terminamos en la oficina de la directora.
La licenciada entendió mis razones por provocar la pelea, aunque me aconsejó que la violencia no era la solución a nada. Me dejó ir y castigó a todos los demás, ya ellos habían colmado su paciencia.
Salí de allí sin darle ni una mirada esos estúpidos que una vez traté como amigos.
¿Cómo me podía juntar con unos matones?
Tú me hiciste entrar en razón.