Golden Girl

Capítulo dos

Shoreline, WA.

Abril 9, 2019.

—Hey, ¿dónde estabas?—le pregunté a Robbie, dándole un casto beso en los labios mientras se sentaba a mi lado. Agitó su cabello rubio y algunas gotas de agua cayeron en mi rostro.

—Cierto, tú tienes educación física antes del almuerzo.—me reí y me limpié la cara.—Jules acaba de confirmar su casa para el sábado, pasaremos fin de semana en Bainbridge Island.

Él me sonrió.—Al fin, la primavera ha sido calurosa.

Observé que no llevaba almuerzo y fruncí el ceño.

—Rob, ¿y tu almuerzo?—pregunté terminando mis papas fritas. Él abrió los ojos y arrugó su nariz.

—Yo decía que se me olvidaba algo.—rodé los ojos y se levantó, me dio un beso en la frente.—Gracias, amor. ¿Quieres que te traiga algo?

—Una botella de agua, tengo que tomar mis pastillas del hierro.—dije y él asintió corriendo hacia la corta fila del almuerzo.

—Siempre se le olvida y eso que ama comer.—dijo Milly riéndose. Yo asentí.

—Ni yo entiendo, pero es su encanto.—sonreí y a lo lejos vi a Samuel, el novio de Milly, hablando con su grupo de amigos.—¿Y cómo van las cosas con Sam?

Ella se volteó y le dio una bonita sonrisa y lo saludó con la mano.

—Bien, supongo.—se encogió de hombros.—Ya hasta hablo con su mamá, creo que ya no le caigo tan mal. Hasta me da comida, así que supongo que es un gran avance.

La señora Jefferson odiaba con su ser a la mamá de Milly, razones desconocidas para todos nosotros.

—Oigan, vamos a jugar UNO. ¿Lo trajiste, Suz?—Lyla le preguntó a Suzanne y ésta asintió, sacando la baraja de cartas de su mochila.

—Pero hagamoslo más interesante, apostemos un dólar cada uno.—sugirió Jules, yo sonreí. A él le encantaba apostar, así era cuando jugaban fútbol o baloncesto.

—Bueno, así está bien pero yo digo que dos dólares.—opinó Chase Hurst, al cual llamábamos asiático por sus ojos rasgados y su cabello negro liso. Asentimos en acuerdo y Millicent repartió la baraja.

Así transcurrió el almuerzo, todos jugábamos UNO y hablábamos tonterías. Luego de la segunda partida, llegó Rob con mi botella de agua y extraje las pastillas de sulfato ferroso y ácido fólico del bolsillo delantero de mi mochila y me las tomé de un solo trago de agua.

Luego de unas tres o cuatro partidas, en las cuales gané dos veces, es decir, gané veintiocho dólares.

—No es justo.—habló Chase rodando sus ojos, yo lo miré alzando la ceja. Él sonrió y me abrazó por detrás.—Ya, ya pero ganaste veintiocho dólares, deberías invitarnos a una pizza.

Le saqué la lengua y me colgué del brazo de Rob. Él me miró y entrelazó nuestros dedos.

—¿Qué clase tienes ahora?—me preguntó girando el anillo de una flor que tenía en mi dedo anular derecho.

—Geometría con la señora Daugherty, ¿y tú?—respondí deteniéndome en el pasillo y recordando de repente.—¡Chicas, hoy hay reunión del consejo estudiantil!

Millicent se volvió y abrió los ojos.—¿Hoy? ¿Por qué? ¡No me entero de nada aquí!

—¿No recibiste el correo de Vincent? También lo informaron en el grupo del consejo estudiantil.—le respondió Lyla, extendiéndole su teléfono para que viera el grupo de iMessage.

—Ah, es que no veo los mensajes de ese grupo hace una semana y pensé que el correo de Vincent era rutinario, como los que suele mandar informando sobre los planes del inicio de la primavera o así.—Millicent se encogió de hombros y yo simplemente rodé los ojos. Milly recogió su cabello castaño corto en una coleta y me miró.—Entonces, ¿hoy no hay práctica de natación?

Negué y ella asintió, por nuestro lado pasó Samuel y se despidió colgándose de su brazo y dándole un beso en la mejilla.

Lyla se fue para su clase y Rob me acompañó al aula de matemáticas (donde impartía la señora Daugherty sus clases de cálculo, estadística y geometría) se despidió dándome un beso en la frente y se fue a su clase de español.

Suspiré entrando en el aula y ubicándome al lado de Adrien, el cual ya se encontraba sacando su cuaderno. La geometría era lo único que le gustaba y también la estadística.

—¿Por qué no me dijiste lo de Nadine Oakley?—le pregunté, sacando el libro de geometría avanzada y él simplemente se encogió de hombros.

—No tenía detalles, hasta que Rita me dijo que estaba en el Ausburg.—me respondió.—Pensé que estaba en el otro hospital, el Oak Hill General Hospital. Por eso no te dije nada. Y, además pensé que...

—¡Bueno, basta de charla, señor Chamberlain y señorita Blakeslee!—nos interrumpió la señora Daugherty estrellando su borrador contra el escritorio.—Hoy daremos la elipse, así que quiero que toda su atención esté en la clase porque si se pierden algo, no entenderán.




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