La mañana transcurrió de lo más normal y silenciosa, la casa de mis padres nunca fue mi lugar favorito, lo único que inspira es soledad y tristeza, odio este lugar. Tan solo puedo agradecerles a mis padres esa hermosa cuenta bancaria llena de dinero solo para mí. Lastimosamente no lo uso muy seguido, soy humilde aunque no lo crean. Sí, gaste ese dinero en un par de caprichos como en mi sexy Ferrari y mi amada Harley, pero créanme cuando les digo que todos deberían conducir uno de estos por lo menos una vez en su vida, es la mejor sensación del puto mundo.
Me levante de la cama con pesadez, odio despertarme temprano los lunes, pero a dudas penas había podido dormir; Jules seguía en mi cabeza con su maldita decisión de sacarme de mi casa el, posiblemente, día más emocionante de ese lugar. Pero como dije, me las arreglare para estar presente.
Para cuando entré en la cocina ya me había vestido y “arreglado”-solo recogí mi cabello en una coleta de lado- odio el maquillaje y todas esas mierdas que al resto de las mujeres les gusta embarrarse en la cara, parecen payasos. Y sus vestimentas ni se diga, ¿blusas, tacones, faldas y vestidos? ¿Quién carajos puede moverse libremente con eso? Por eso siempre uso un cómodo pantalón, de preferencia negro, zapatillas, una camiseta cualquiera- ventaja del negro… combina con todo- y lo que nunca puede faltar, una sudadera o una chaqueta de cuero. Depende de mi estado de ánimo.
No tenía nada de comida en esta casa salvo por los cereales que siempre tengo en mi auto. Desayune eso, y una taza de café que prepare con lo último de café que quedaba en el recipiente. Mi pequeño desayuno fue interrumpido por la odiosa canción del teléfono que anunciaba una llamada entrante. Tengo que cambiar el tono de llamada antes de que me vuelva loca.
- ¡GOOD!- gritaron al otro lado de la línea.
-¡Maldita sea, Blacke! ¿Qué quieres?
-Lo siento, fue la emoción, te llamaba para decirte que tenemos algo para ti, un trabajo, te encantará.
-¿De qué se trata?- pregunte intrigada.
-Tenemos a un King, necesitamos información.
-¿Lugar y hora?
-La bodega y el tiempo que te demores en llegar.
-Estoy en camino.
Recogí mis cosas rápidamente, celular, arma y llaves, y salí de la casa de mis padres en mi Ferrari negro, conduje por las afueras para evitar los semáforos y asi llegar más rápido.
La bodega era uno de nuestros lugares secretos, se encuentra a las afueras de la ciudad junto al bosque que queda al norte; es el mejor lugar para llevar a cabo cierto tipos de trabajos ya que es un lugar alejado y no encuentras gente viviendo a los alrededores, al llegar, lo único con lo que te encuentras es con una construcción abandonada, la cual la adecuamos para que se vea igual de abandonada pero es toda funcional en su interior, tiene todo lo que necesitamos. Aparque mi auto a un lado de la construcción llena de grafitis y fui a encontrarme con José, quien me esperaba en la puerta junto con Blacke.
-Llegaste antes de lo que esperaba
-Lo se Blacke- respondí- no pude esperar más, no he hecho esto en un tiempo y lo necesito.
-Lo se Good, por eso te llame antes que a Jules.
-Gracias, y dime, ¿Qué es lo que tenemos aquí?
-¡Tenemos a un King!- exclamo José emocionado
-Sí, y creemos que es uno de los importantes y si no necesitamos sacarle información de todas formas.-aclaró Blacke.
-¿Alguna información en particular?- pregunte.
-Cualquier información, Good, todo lo que puedas conseguir.
-De acuerdo, ¿tienen las cosas listas para mí?
-Por supuesto- respondió José- lo de siempre, ¿necesitaras algo más?
-Creo que no, tengo todo lo que necesito además mi cuchillo y arma llevo siempre a todas partes.
-¿Qué planeas hacer, Good?- replicó Blacke- recuerda que lo necesitamos vivo para después.
-Tranquilo- dije con gracia- ya verás.
Los chicos me dirigieron a la parte trasera de la bodega, la sala de interrogación, como a mí me gusta llamarla. Es un cuarto grande obscuro con todas sus ventanas tapadas para evitar que mi victima sepa donde esta y para no alarmar a los curiosos, no queremos que la maldita policía se meta en nuestros asuntos, razón por la cual tenemos que ser cautelosos.
Al entrar a la sala de interrogación encontré todo en su lugar. Una pequeña mesa se ubicaba en la parte posterior de la habitación en la cual se encontraba una toalla y botellones de agua. Los chicos, Alexander y Marcus, se encontraban detrás de mi victima a ambos lados, a diferencia de José y Blacke que se ubicaron de la misma forma pero a mis espaldas una vez que me había situado a un par de pasos por delante de mi víctima.