Me encontraba en mi cuarto terminando de alistarme para el atraco de esta noche. Como siempre, guarde mi pistola , en la porta armas que va en la cintura, y mi pequeño cuchillo en el porta cuchillos que siempre llevo sobre mi tobillo. Bajé las escaleras con decisión, por fin iba a tener algo de diversión. Esta noche es la noche. Nada puede salir mal.
- Adriana– proclamó Jules al sentir mi presencia en la sala – lo pensé bien y considero prudente que no salgas con los chicos la noche de hoy.
-¿¡Disculpa!? – reclame indignada – Jules, no he hecho trabajo de campo en meses. Saldré con los chicos esta noche. Quieras o no.
-No me retes, Adriana.
-Tu no me dirás que hacer. – expuse con decisión – no esta noche. Es hora muchachos– ordené ignorando a Jules.
Alexander, Marcus, José y Blacke me siguieron sin chistar dejando a nuestro jefe al cuidado de la casa mientras regresábamos de nuestro cometido. Cada quien se hizo responsable de un bolso, los cuales luego regresaran a casa llenos con el motín de la noche; Entramos en una de las minivans negras, nos marchamos con entusiasmo y la adrenalina ya corriendo por nuestras venas, esta noche es la noche.
Mi vista y pensamientos estaban concentrados en el camino hacia el banco mientras los chicos charlaban entre si; después de veinte y cinco minutos de trayecto nos parqueamos en una esquina antes del banco.
-¿todo listo? – pregunte
-Claro que sí, Good – respondió Marcus mientras se alistaba para salir.
La puerta de la minivan se abrió y cada quien bajó con las capuchas caladas y los pasamontañas puestos; nos agrupamos en frente de las puertas del banco listos para entrar mientras veía de reojo a Blacke enviando un mensaje desde la minivan, él nos esperaría con el motor encendido y listo para la huida.
Era el momento exacto, una de las puertas laterales se hallaba sin seguro, como lo teníamos previsto. Marcus y José le entregaron el dinero al guardia de seguridad, el cual recogió dichoso su recompensa y se marchó sin mirar atrás. José y Marcus entraron primero con sus armas en alto, acto seguido entro Alexander de la misma manera y al final lo hice yo. Entré con paso seguro, conocía el lugar como la palma de mi mano asi que guiaba a los chicos con voz de mando; Llegamos a la bodega sin problema alguno.
-Buenas noches – saludé a la única persona lo suficientemente estúpida como para seguir en el banco después de la hora de trabajo.
-¡Que…- como…como entraron aquí? No pueden estar aquí, yo… llamare a la policía…–amenazó insegura – sí, los llamare si no se van de inmediato.
Los chicos se detuvieron en seco mientras me ubicaba en la cabeza de la formación, este es mi robo y no dejare que una idiota cajera lo eche a perder antes de hora.
-¿Cuál es tu nombre, querida? – pregunte mientras apuntaba a su cabeza con mi pistola
-A… Alice- respondió con una temblorosa voz
-¡Oh! Alice, ¿Por qué no te fuiste a casa como el resto?
-Yo… tenía… tenía que cerrar las cajas y asegurar la bodega.
-Tendré que esperar para ver tu sangre, lastimosamente me serás de utilidad en los siguientes minutos
-¿QUE?
-Lo que oíste, querida, – amenace mientras daba señal a los chicos – necesito que abras esa hermosa bóveda para mí.
-No… no puedo – respondió en un susurro –mi jefe me mataría
-No si lo hago yo primero –sonreí.
Los chicos apuntaron sus pistolas al mismo blanco que yo, la dulce cabeza rubia de Alice. Nerviosamente Alice empezó a caminar de espaldas con sus manos en alto mientras nos dirigía hacia la puerta de la bóveda.
-Conozco la clave, querida, asi que ni se te ocurra pulsar la que llama a la policía.
-Okay, pero por favor no me hagas daño.
Con mano temblorosa empezó a pulsar los dígitos en la consola de seguridad.
6-2-4-4-2.
-Lo siento, querida pero no puedo prometerte eso
Apreté el gatillo, el silbante sonido reboto en las paredes de mármol mientras Alice se desplomaba en el suelo con un agujero en su cráneo.
-Listo muchacho – hable con emoción – es hora de llenar esos bolsos, tenemos 10 minutos antes de que alguien se dé cuenta de lo que está sucediendo.
Entraron a la bóveda y empezamos a llenar los bolsos con todo lo el dinero que podíamos, cuando un ligero sonido de sirenas me distrajo… mierda, mierda, ¡mierda!