—Está será la primera y única vez, Marion —recalca ahora que el avión ha despegado, tal vez tenía miedo de que lo dejara tirado en Alaska—. Lo hice por ti, para que puedas continuar.
—Lo sé. Gracias por cumplir mi capricho, Marc —la ironía destaca sobre la ira.
—Que nadie nunca se entere de esto —advierte y yo para que no vea mi dolor reflejado en mi mirar, observo la pantalla de mi celular.
—Lo sé, tampoco quiero que tu amistad con mis primos se vea afectada —murmuro aunque eso me da igual porque él fue quien los traicionó al venir aquí a follarme cómo se lo pedí, además—. Tampoco me conviene que tu novia se entere de esto en medio de un embarazo.
—Bien —dice y su tono amargo me confirma que le di un golpe más bajo.
—Igual estuvo bueno —le molesto sonriendo de medio lado, lo cabrona no me lo quitan.
—Marion.
—Ya, no diré nada —digo sonriendo, pero me alarma cuando la advertencia en su mirada es demasiado—. Lo prometo.
—Confiaré en tu palabra, pequeña.
—Promete que seguiremos en contacto.
—Lo prometo, te llamaré cada que pueda, pero tú tienes que hacer lo mismo —quiténme el celular para no llamarlo, por mi y todos los días de mi vida estaría viéndolo, hablándole y tocándolo, sobre todo lo último.
El vuelo es tranquilo y sin inconvenientes, la parada que haré aquí en Los Angeles es sólo por él, tampoco soy cruel cómo para no darle un aentón luego de las magnificas horas de sexo que tuvimos. En fin, otro objetivo cumplido por Marion, ahora falta enamorarlo, eso es más difícil.
—Ten buena temporada.
—Tuve un buen comienzo —le guiño un ojo cuando se baja del avión.