El avión aterriza en Milán y maldigo porque es un regreso a la realidad luego de un año de mierda, a pesar de que fue divertida la boda de Kendall y de que comí pastel cómo por una semana, también vinieron los malos momentos cuando tuve una leve recaída depresiva, la primera vez fue por la pérdida de mis padres, luego por típica adolescencia y ahora por un mal de amor ¿Quien no ha pasado por ellos? La cosa es que desde la FIA me han dado plazo hasta este comienzo de temporada para que tomo el control de DiV o que simplemente venda el patrimonio de mi familia Di Vaio ¿Por qué la FIA se entromete? Ni puta idea.
—Gracias, Ricc. Nos vemos al proximo vuelo —bajo de mi avión privado y voy a donde me tengan mi camioneta especialmente diseñada por mi, para mi.
Subo y espero a que suban mis maletas, son sólo dos y porque ahora tengo casa en Los Ángeles también, entonces no es necesario traer todas las cosas. Con eso listo sonrío y les agradezco para luego conducir y por el camino llorar por el arrepentimiento de las cosas que hago, pero es mejor llorar por eso a por lo que no hago, o algo así dijo mi psicólogo.
Y sí, puede que suene muy perra egocéntrica o lo que digan, pero todo lo que tengo es por mi mérito, por lo que he hecho a favor como también en contra, cada cosa que hago es por mi, porque nadie más ha puesto un cimiento en mi avance. Y bueno, cuando se puede tener todo por mérito propio, siempre van a estar aquellos envidiosos a los que ya no hago caso (o eso quiero creer).
Conduzco a casa de las abuelas porque tengo que saludarlas y comunicarles la increíble noticia de lo que voy a hacer, en realidad, lo que ya hice pero todavía no le comunico a nadie porque no quiero que me atosiguen. En poco tiempo llego y entro al garaje observando con orgullo mi coleccion de autos, tengo demasiados y no tengo intención de vender, ni donar, ni regalar ni uno solo porque todos tienen historias y sí hay algo que Marion Marena Di Vaio aprecia y valora en esta vida, es su historia.
Salgo de mi vehículo y con los tacones resonando en el suelo, voy hasta el elevador y marco el piso dos donde de seguro están ambas en el balcón observando la increíble ciudad de la moda, aman la vista desde aquí ¿Quien no?
—Buenas buenas —saludo y ellas me miran alzando una ceja, las odio—. Isabella y Abigail Monrroe.
—Ese ya no es nuestro apellido —protestan ambas al mismo tiempo.
—Todo por casarse.
—No digas nada que a ti te estuvieron por quitar tu apellido —señalan fastidiadas.
Y no, las abuelas no son hermanas ni nada por el estilo, es sólo que tenían alcance de apellidos y pues, cuando la tía Patty y el tío J.P se conocieron, entonces ellas jugaban a ser hermanas y por eso mismo ahora hasta viven juntas, son un caso.
—Ya decidí.
—¿De verdad? —ambas me miran sin creerlo, piensan que les estoy jugando una broma, aunque luego de lo del año anterior ¿Quien no?
—Uhum, estudié bastante y ya que tengo mis títulos que consideraba necesarios —admito, además lo único bueno que hice el año pasado, fueron los modelos que saqué y no me siento conforme con lo que hice.
—Y con tu depresión fuera del mapa —dice la Nona orgullosa de mi progreso, pues me he recuperado de ese bache.
—También —apunto divertida—. Voy a hacerme cargo de DiV.
—¿Te harás cargo de esta temporada?
—¿De F1? sí. De todo, de hecho —señalo viendo hacia el paisaje y no a ellas—. No tengo porqué botar algo que las generaciones dejaron en mis manos, y aunque no las quería, se supone que debo continuar cómo buena descendiente.
—Bien.
—¿Todo bien con Marc? —pregunta la Nonna Bella, ella es amor antes que trabajo y sabe del daño en mi corazón.
—Todo demasiado bien, es un gran amigo y me ayudó bastante con la depresión y todo el año pasado.
Asienten aunque sé que no están conformes con lo que he dicho, pero no les seguiré discutiendo nada de eso porque es probable que les termine soltando algo que no quiero que se enteren.
—Este año desde la FIA te van a exigir, sobre todo ferrari que ya sabes cómo son con todo esto —ferrari exige a todos menos a ellos, aun así los quiero.
—Lo sé, pero estoy preparada —hice varios planes en el avión y todo mi grupo de trabajo ya lo conoce, trabajos desde el aire.
—¿Tu piloto nuevo? ¿No habían problemas? —maldito arrogante que no quería firmar con un nombre incógnito cómo dueña de la escudería que le dará su lugar este año.
—Por eso mismo ya estoy aquí, además de que tengo que ir a casa en Cerdeña, tengo cosas que resolver.
Se miran mientras me sirven una copa de algo que quien sabe que es, yo sólo recibo sus inventos, ahora hasta Bartender se creen. Saben que Cerdeña es algo casi intocable y que les mencionara ese lugar significa alarmas, pero deben confiar en mí.
—Buscaremos un guardaespaldas para ti.
—Está bien —ya sabía que de alguna manera se iban a solucionar su problema.
—¿Cuando te vas?
—Cuando yo quiera, tengo un helicóptero esperando en mi apartamento —hasta helipuerto le hice en casos de emergencia.
—Ten cuidado.
—Ya lo sé.
Me quedo con ellas por unas horas más porque soy buena nieta, o eso quiero creer. Muerdo mis uñas cuando mis asistentes se enteran que acabo de llegar y ya me solicitan de todos lados, eso es algo que detesto realmente.
—Me tengo que ir —aviso a las abuelas.
—Está bien, cariño. Gracias por venir.
—¿No crees que es bueno un cambio de look? —la abuela Mancusso me mira de pies a cabeza.
—Puede ser, pero es que no lo sé, no tengo problemas con el rubio.
—Cariño, es bueno cambiar la apariencia.
—Por cierto, tus bubis se ven fenomenales con ese push-up.
—Nona, no es push-up. Se llaman hormonas, crecieron por las anticonceptivas, ahora no necesito nada de esos rellenos.
—Se ven muy bien, mantenlas bien cuidadas, unas buenas chicas abren un buen camino —niego con la cabeza divertida y me despido de ellas, no me puedo atrasar más.