Voy con mi team y celebramos, obviamente todos respetan mis límites de espacio personal, fue algo muy chocante para todos con quienes siempre compartía el hecho de que mi cuerpo comenzara a rechazar cierto tipo de afecto, inclusive a mi me daban ganas de llorar cuando notaba que habían más cambios y no sabía como abordarlos, no tenía quien me ayudara.
Los chicos se van al salón para posteriormente recibir el premio y celebrar, con todo mi team festejamos y obvio varios de otros equipos me felicitan por mi doble podio, es un buen logro para ser el inicio. Obviamente luego continuamos con la rutina de arreglar todo y prepararnos para la próxima carrera.
—Marion, Marion Di Vaio —me llama una periodista, esto pasa cuando eres fan y director, te atrapan en cualquier lado.
—Hola —saludo sonriendo.
—Un buen comienzo de temporada ¿Cómo viste la carrera?
—Sí, es un buen comienzo, más de lo que pedíamos y obviamente eso da esperanzas —digo tratando de contener un poco la emoción para no verme demasiado exaltada y como loca—. La carrera fue buena para ser la primera de uno de mis pilotos y como todos los años la competencia está reñida, pero hay que esperar que esto recién comienza y daremos lo mejor de nosotros.
—Esperamos que hagas una buena temporada ahora que eres dueña y directora.
—Lo soy hace algunos años ya, es sólo que lo vine a decir hasta ahora.
—Una sorpresa, ahí vienen tus corredores —giro y los chicos vienen juntos, sonriendo y abrazándose.
—Entonces les doy el espacio, luego puedo festejar con ellos.
Me sonríen y desaparezco junto con mi guardaespaldas que de seguro planea reñirme, pero es que no estoy acostumbrada a que alguien vaya tras de mí todo el tiempo, por lo general soy quien busca y jamás encuentra.
Salgo hablando con los demás dirigentes que vinieron por la primera carrera, subo a mi auto y me despido de ellos, mi guardaespaldas viene tras de mí, le marco para saber a qué hotel debo ir, pero me señala que primero podría ir a la playa hasta asegurarse de que nadie nos sigue.
Aparco el auto, pero no bajo. Busco mi celular y tengo mensajes de Mariano.
*
Marianito
¡¡Ganaste!!
Segundo y tercero igual es bueno
Los alerones no iban bien, Mar.
Tuviste un buen comienzo
Tu rival este año será Red Bull, tienen un buen modelo
Si quieres mi ayuda
Puedo ir contigo, ya sabes
Felicitaciones, enana
Te amo
Gracias, esclavo
Noté lo de los alerones, pero gracias por recordarmelo
¡Red Bull y la puta que los parió!
Y no trates de ofrecer tu ayuda sólo para huir de tu esposa e hijo
Eres HOMBRE de familia, si es que eres Hombre, eso está en duda todavía.
También Te Amo.
Preguntale a mi esposa si es que soy hombre
Con gusto te responde y te cuenta más
*
Río sin importarte que me estén viendo y crean que estoy loca. Me encanta cuestionar la hombría de mi primo porque siempre va a la defensiva y sale con el preguntale a…, es muy divertido, al menos para mi.
—¿Va a recorrer la playa?
—Lo podría hacer —admito mirando el mar— ¿Irías conmigo?
—Señorita, mi trabajo es ir con usted —dice confundido y suspiro.
—No, me refiero a que me tomes de la mano o me abraces cuando los recuerdos me rompan otra vez —confieso mirando el suelo y abre la boca buscando aire.
Lo que pasa cuando llevas años fingiendo ser feliz, aparentando tener todo bajo control, aparentando que no tienes tormento y que nada te afecta. Todos ven aquello que muestras y cuando hablas o confiesas la extensa área gris tras eso, todos se preguntan cómo es que sigues manteniendo esa fachada. Ya ha pasado y la primera persona a la que se lo pude confesar y no sintió lástima, fue Amber, porque ni siquiera Marc lo entendió, fingió y yo puedo reconocer a quienes fingimos.
—Estaré para usted —dice con una sonrisa que trae el vivo ejemplo de mi padre nuevamente a la vida.
—Gracias.
Salgo del auto y se mantiene caminando a mi lado mientras me atrevo a ir por la arena. A medida que avanzo los recuerdos de una niña pequeña corriendo y con sus padres a la siga invaden mi mente, es cómo una película que en cosa de segundos pasa a blanco y negro y ahora sólo queda la niña llorando frente al oceano mientras que todos celebran en la casa y la terraza y así se repetía año tras año.
—¿Por qué a medida que pasan los años, sigue doliendo igual?
—No lo sé —susurra y toma mi mano.
—¿Has perdido a alguien importante?
—Mi mamá falleció hace un año —susurra mi guardaespaldas—, pero no es lo mismo, porque yo pude entender.
—¿Sabes la historia? —pregunto confundida y sorprendida a la vez.
—No mucho, pero por su melancolía es evidente ver a una niña sufriendo y no a la mujer adulta que es. Además todo el mundo sabe de la muerte de sus padres.
—La gente espera mucho de esa niña pequeña —murmuro con el nudo en la garganta—. ¿Te puedo pedir algo?
—Lo que sea, trabajo para usted.
—Ahora que sabes esto, no me dejes —lo miro a los ojos y asiente con la cabeza—. Dilo, di que no me vas a dejar.
—No la dejaré, Señorita Marion Di Vaio.
—¿Si sabes que si me caso no me podré cambiar el apellido? Y si tengo hijos tienen que llevar mi apellido para que puedan seguir con toda esta tradición.
—No lo sabía —nos sentamos en la arena a ver el agua.
—Sí, así es. De hecho cuando me casé a los 18 yo no tenía idea de eso, pero mi mejor amigo sí, trató de cambiarme el apellido porque su papá se quería quedar con lo que a mi me pertenece. Pero mis abuelas se dieron cuenta y llamaron a mis primos para que se encargaran de solucionar todo, el chico que encontraron en la habitación de mi hotel era mi mejor amigo y tiene una orden de alejamiento, entonces no pudimos hablar luego de todo eso.