—No. Puede. Ser —se gira a verme y yo sólo sonrío gustosa por lo que ve—. Esto es increíble ¿Es todo tuyo?
—Todo a mi nombre.
—¿Está aquí? —alzo una ceja mientras miro el gabinete de las llaves, tengo que ver qué llevar.
—¿Qué cosa?
—Marena —asiento y sonrío viendo la llave de esa habitación donde está, con toda su historia—. ¿Vamos a usar ese?
—No, es un auto exclusivo y reservado para el día que me case.
—Pero dijiste que no te podías casar.
—Dije que en caso de que me case, tengo que mantener mi apellido de cuna.
—Estoy seguro que dijiste que no te podías casar.
—Es muy temprano para saber que dije.
—Y para decidir también —río sin poder evitarlo, me estoy riendo desde que desperté.
Al final me decido por un jeep 4x4 descapotable, no sé ni qué modelo ni de qué año, le lanzo las llaves y tomo mi mochila en la que llevo mis cosas. Nos montamos y es él quien conduce a pesar de que soy yo quien sabe a dónde nos dirigimos. Decidimos que vamos a desayunar fuera y luego cumpliremos con las zonas donde quiere ir, almorzaremos fuera y volveremos a casa antes del atardecer para que pueda presenciar lo más hermoso del mundo.
—¿Vas a ir a la carrera este fin?
—No, no creo que vaya hasta dentro de dos fechas más.
—¿Por qué?
—Porque no quiero anteponer mi nombre al podio, es su trabajo y yo soy el ojo del huracán esta vez.
—Te voy a extrañar jefa, igual cantaré mi himno nacional.
—Eso espero.
—Esperas demasiado —río y le señalo donde aparcar.
—Aquí los desayunos son los mejores —me bajo y él hace lo mismo, me pasa las llaves y entramos a la cafetería.
Pedimos de comer y mientras ordenamos lo que vamos a visitar, Drake hoy ha amanecido demasiado cómico y por todo reímos, una vez me dijeron que tanta risa era un mal presagio.
—¿Qué es eso? ¿Es dulce?
—Sí, si quieres puedes pedir porque te aviso que yo no comparto mi comida.
—Tarde —saca de mi plato y niego fingiendo molestia, la verdad es que me resulta divertida su manera de actuar, tan liviano.
—Te voy a empujar por el risco —amenazo y este ríe atrayendo la atención de la gente—. No hagas eso, llamas la atención.
Bufa sin importarle nada y termina de desayunar, espera por mi porque soy de lento comer, a mi me gusta disfrutar cada bocado, pero él no es muy paciente e incluso planea ayudarme con mi comida porque comienza a sacar de mi plato.
—Drake ya para.
—M & M te tardas demasiado.
—Que fastidio contigo —bufo exagerando mi molestía—. Ya vamos.
—Primero al Arco ese.
—Ese al último —le enseño la pantalla y niega en desacuerdo.
—¿Por qué?
—Porque así lo planee —señalo todo el tiempo y el orden en que he organizado todo.
—No entiendo tu letra.
—La tuya no se entiende, escribes jeroglíficos —finge ofensa y niega nuevamente, ahora me está estresando que me lleve la contra con todo.
—Deja de gritarme.
—No te estoy gritando, nada más proyecto mi voz —excuso mi exasperación que a él le divierte.
—Ya.
—¿Te enojaste? —cuestiono y bufa negando mientras conduce y gira donde no corresponde.
—No.
—Pareces un niño pequeño —señalo poniendo un pañuelo en mi cabeza porque el aire me despeina.
—¿Sabes? eres demasiado estricta, orgullosa y mandona.
—No lo soy —digo mientras le señalo la calle donde girar—,simplemente preparé un itinerario para que puedas ver todo lo que quieres, conozco esta isla mejor que tu.
—Ahora eres presumida también —dice viéndome y me exaspera, que mire de reojo el camino, el no sabe de este lugar.
—Mira, cuando vaya a Australia puedes enseñarme los lugares que yo quiera pero en el orden que tu estimes conveniente.
—Vale, pero tienes que ir a Australia —asegura sonriendo y hago lo mismo, yo lo que digo lo cumplo.
—Y si me mata una serpiente será tu culpa.
—Las serpientes no atacan a menos que tu las molestes —niego mientras que me vuelve a ver y la curva es cerrada, tiene que ir atento y me pone nerviosa.
—Mantén la vista al frente, vas conduciendo.
—Me cansé, no puedo discutir y conducir al mismo tiempo, conduce tu —detiene el auto se baja y rodea para venir por mi lado.
Paso hacia el otro asiento y lo ajusto a mi altura mientras que Drake se cruza el cinturón en el asiento que yo iba. Le paso mi iPad donde tengo el itinerario, y que lleve mi mochila en sus piernas. Conduzco sin ayuda del GPS porque como dije, conozco muy bien toda esta parte de la Isla. Su celular comienza a sonar y maldice antes de contestar.
—Hola mamá…estoy en Italia…es en España ¿Vas a venir?...¿Entonces para qué preguntas?...No lo sé, voy viajando…Ya sabes que no me gusta conducir…Estoy bien, no te preocupes, ya desayuné…No lo sé, nos vemos cuando te dignes de ver alguna de mis carreras…Mamá era una broma…Bueno, te amo, chao mamá.
—Niñito de mamá —canturreo divertida viendo la señalética para saber por donde voy.
—Deteste serlo, me cuida demasiado —sonrío y cedo el paso a algunas personas, aprovecho para verlo de reojo, teclea en su celular y luego lo guarda—. ¿Sabías que ella no quería que llegara a la Fórmula 1? En este momento te debe estar odiando.
—No lo creo, gracias a mi has ganado bastante.
—¿Que no entiendes de que no le gusta que esté en F1?
—Entonces creo que no le agradaré nunca —su risa suave es reemplazada por carcajadas que me hacen sonreír orgullosa de mi.
Hacer llorar a alguien es mucho más fácil que hacerla reír, o al menos así me pasa la mayor parte del tiempo. Llegamos a nuestro primer destino y aparco, bajamos del auto y observa el risco en el que nos encontramos, es nuestro punto de partida para recorrer toda la costa esmeralda, esta vez será sólo esto porque la Isla es grande y no tenemos suficientes días, además queremos gozar los lugares y no sólo pasar por el momento.