Bajo de un salto de mi camioneta la más grande de todas y con la cual recorro Los Ángeles cada vez que puedo. Ni siquiera necesito llamar al timbre cuando mi querida Amber Mancusso sale de la casa cargando a uno de sus hijos que no para de succionar su pezón. Quisiera abrazarla y saludarla, pero el bebé es lo que más me llama la atención, es que es hermoso y es sólo un bebé.
—No me quiero imaginar la cantidad de mujeres que te van a insultar indirectamente cuando estos sean mayores —guardo la llave en el bolsillo trasero de mi ropa y miro fijamente al niño.
—Los sabré educar.
—Da igual, son Mancusso, lo llevarán en la sangre y lo peor es que son dos —digo viendo cómo Ale se pasea por la sala con uno en brazos y palmeando su espalda—. Hola, Mancusso.
—Hacía mucho que no me llamabas así —saluda mi primo, veo al otro pequeño con los ojos abiertos y sonríe, el pendejo sonríe y sus ojos son hermosos, como los de Amber.
—Maldición, ustedes fabrican a sus hijos como si fueran a ser modelos.
—Pues que te digo, mi esposa es bellísima, perfecta, una diosa.
—Ya, vale ¿Que hay para comer? —Voy a la cocina y lo recuerdo, tomo mi celular del bolsillo de mi short y antes de ver más, rápidamente escribo a mi chat favorito.
—Ahora mismo, nada, Ale estuvo en Italia y yo con Kendall, así que no hemos llenado la despensa ni nada.
—¿Cómo me voy a alimentar? —los miro a ambos pidiendo una explicación, ellos sabían que yo iba a venir y sobre todo por la comida, mi primo cocina muy bien pero no puedo decir lo mismo de Amber, ella está aprendiendo aún.
—Pues, estaba alimentando a mis hijos, votaremos sus gases, les cambiaremos pañales y ropa y saldremos —explica Amber mientras intercambian a sus hijos.
—¿Así? —señalo su manera de vestir bastante impropia de ellos.
—No, tú los cuidarás mientras con mi esposa nos damos una ducha.
—Ya Alessandro, Ya —pido viendo sus gestos que hace únicamente para incomodarme, además Amber le pega porque hasta ella lo notó sin verlo.
—Compórtate.
—Hola, familia.
—¿Por qué no sonó la alarma? —cuestiono en broma, escuchó el suspiro dramático de Mariano y al girar para verlo, me encuentro con él y el bebé en sus brazos, son idénticos.
—¿A qué hora llegaste? ¿Por qué no me dijiste nada? —lo alejo sólo por su hijo, ese niño odia mi cabello—. Es un bebé.
—Pero no me quiere.
—Tal vez te encuentra fea.
—¿A quien encuentran fea? —salto y corro a abrazar a la responsable de la pérdida de mi virginidad voluntariamente alcoholizada.
—Hola, Amor de mi vida —la morena me alza y rodeo su cintura con mis piernas, en eso mi celular cae y suena, Ken ve la pantalla y me bajo lo más rápido posible aunque Mariano ya ha visto de quien se trata—. Hola.
—¿Llegaste bien?
—Sí, estoy con mis primos ahora, aún no me dan comida pero ya pronto haré que utilicen sus billeteras.
—Marion, tienes muchísimo más dinero que ellos.
—Bueno —suspiro y me escapo de la vista de los demás, por eso salgo a la terraza donde me encuentro con esa bola de pelos naranja—. ¿Tú con quien estás saliendo? ¿Con ellos o conmigo?
—M & M, no puedo contigo, de verdad —su risa me hace sonreír, sólo quisiera ver cómo se cierran sus ojos cuando lo hace y cómo se moja los labios antes de volver a relajar el rostro—. Mientras no gastes mi dinero, gasta el de quien se te antoje.
—¿Antoje en qué sentido? —escucho como carraspea, últimamente he notado que le desagrada que insinue salir con alguien más que él.
—Marion, puede que aún no seamos novios, pero recuerda que estamos saliendo ¿Sí?
—No lo sé, estoy en Los Ángeles —miro al interior de la casa y borro mi sonrisa cuando noto que los cuatro me ven de más interesados en lo que hago—. ¿Te había dicho que los beach boys son mi debilidad?
—No, pero me hacía una idea cuando te fijaste en mí.
—Tan gracioso, el imbécil —mascullo sonriendo, pero la verdad es que si, fue una de las primeras cosas que me molestaron de él, que fuera guapo a simple vista.
—Otro insulto, otro besito —me muerdo los labios justo antes de insultarlo, se ríe abiertamente, esto de conocerlos es de lo mejor—. M & M ¿Ya me ibas a insultar?
—Dura hasta mañana nada más.
—Entonces para mañana seremos novios.
—Eso espero —suspiro bajito, estos días han sido terribles para mi inconsciente ansiosa.
—¿Cómo?
—Que ya tengo que colgar, bye.
No espero a que diga nada y simplemente huyo de ese lugar al que me lleve queriendo ser valiente, si estoy muy nerviosa con eso de ser su novia o todo lo que implica, pero ni siquiera yo entiendo mi nerviosismo porque actualmente lo que más quiero es tener de novio a Drake Martin.
—Está enamorada —gritan todos cuando regreso con ellos.
—Inmaduros, por favor crezcan ¿Quieren? Saldré a comer y me van a buscar para hacer las compras.
—¿Saldrás sola?
—Si ¿Por qué?
—Porque en Italia tienes guardaespaldas.
—Pero eso es porque soy importante, acá soy solo una más de ustedes —beso a los bebés y salgo tomando las llaves del Z4 de Amber, ella no lo usa y se supone que un buen auto debe permanecer en movimiento.
Salgo y conduzco sintiendo el viento hacer volar mi cabello, suspiro y acelero en dirección a uno de los mejores restaurantes de los Ángeles, en realidad es uno de los mejores y la dueña ni siquiera es italiana, eso es lo mejor. Dejo el auto en el parking y entro con calma, voy a mi mesa especial que por suerte está vacía, me siento y espero que venga la chica que me recibió.
Almuerzo tan bien que ya ni me quedan ganas de ir a buscar a los demás para hacer las compras todos juntos, le marco a mi posible novio y contesta al tercer tono, lo voy a castigar.