Dylan
-¿Así que solo es una amiga?- escuché que decían detrás mío y por ese tono de voz ya sé de quién se trata. Si esto sigue así voy a tener un gran problema.- Que suerte tiene al saber que Dylan Riece se preocupa por ella.- dijo cuando me di la vuelta. Solo decidí a rodar los ojos, tomarla de los hombros para hacerla girar y con un leve empujón en la espalda devolverla a la clase. Creo que va a ser difícil tener a la hermanastra de Garret como alumna. Espero no cruzármela en las próximas fiestas a las que vaya, o al menos comunicarle a Melody que le advierta que no puede tener ningún tipo de contacto conmigo. Es una chica muy linda como para andar atrás de su profesor, tranquilamente puede tener a cualquier chico a sus pies con ese cuerpo. ¿QUÉ ACABAS DE DECIR DYLAN? ES TU ALUMNA ESTÚPIDO. Bueno sí, lo sé, pero llevo muy poco tiempo en mi profesión y todavía tengo que acostumbrarme. "Acostúmbrate rápido" me dijo mi conciencia: sí, ya sé, lo voy a hacer. Gracias por hacerme acordar.
Luego de seguir y terminar mi clase con sexto año al terminar mi conversación con Brooke, me encaminé a mi casa para verificar que mi padre se comiera el cuento que iba a cenar con Cameron. No me fue tan bien como piensan, tuve que insistirle demasiadas veces para que entienda que aunque sea día de semana ya era bastante mayor como para salir solo. Fue muy irónica la situación porque nunca me pregunta siquiera a dónde me dirijo pero por arte de magia desde que conozco a Brooke para él todo es un problema.
Me cambié la ropa del trabajo y la reemplacé por un jean azul junto a una camiseta roja. Tomé una mochila para colocar mi computadora, el cargador y un cuaderno de notas. Siempre podría ser necesario tener esas tres cosas encima. Más si vamos a intentar descubrir un asesinato.
-Entonces estás segura que tu papá no está hoy ¿no?- le dije cuando entré a su casa luego que ella me abriera. Por mensajes de texto me había dicho que su padre se tuvo que quedar hasta tarde en la empresa junto a una compañera y después se iban a cenar juntos. Espero que no hagan una comida express y lleguen temprano.
-Ya te he dicho que sí. No vuelve como hasta las dos de la mañana.- explicó y me indicó el sillon principal de la sala para que me siente. Cada vez que vine a su casa me centré más en la razón por la cual vine y no había prestado atención a la gran decoración que tenía: había cuadros colgados, ya sean pinturas o fotos, luego para el lado que se supone que estaba la cocina iban disminuyendo pero aumentando las ventanas. Era impresionante la cantidad que tenían de estas, la mayoría daban vista al patio trasero y solo algunas a donde se encontraba la calle.- ¿Y bien? ¿Qué quieres cenar? Podemos pedir en algún lado. No pienso cocinarte.- interrumpió mis pensamientos y se paró a mi lado para subir la vista y fijarla en la mía. Se deben de acordar que una de mis actividades favoritas en el mundo es molestar a la gente y desde que conozco a Brooke, molestarla a ella se transformó en mi hobby preferido también.
-No me gusta el delivery de ningún lugar por aquí cerca, mejor cocina algo fácil y listo.- comenté acostándome sobre el sillón y corriendo mi vista hacia su televisor. De reojo pude ver su rostro de confusión y también de enojo: esto se pone bueno. Puso una de sus manos en sus caderas y volvió a repetirme:
-No pienso cocinarte.- un poco más fuerte que antes y reí por dentro al saber que en unos minutos iba a explotar de rabia.
-Tranquila fiera, no te enojes.- me volví a parar y posicioné frente a ella.- No estaba al tanto que no sabías cocinar.- le dije para luego encaminarme hacia la cocina o al menos, hacia donde yo pensaba que estaba. Escuché sus pasos acercarse a donde fui y ya me vi venir lo que iba a hacer después:
-Claro que sé cocinar, solo no quiero hacerlo para ti.- se indignó justo detrás de mí, mientras yo seguía de espaldas. ¿Será buen momento para frenar esta broma? Y pude responder esa pregunta cuando giré y su rostro se encontraba solo a centímetros del mío. El día que no estemos así de cerca accidentalmente será un milagro. Miré sus ojos fijamente y descubrí en ellos su rabia mezclada con deseo. ¿Íbamos a poder ocultar lo que sentimos? Tomé su cintura con ambas manos para acercarla a mí y así poder besarla. Supe que no iba a separarse cuando sentí sus pequeñas manos alrededor de mi cuello. Luego de un tiempo, una de mis manos salió de su cintura para dirigirse a su rostro y de esa forma acunarlo para ir terminando el beso poco a poco.
-Ahora sí puede ser que te perdone.- sentencié luego de hacer una cara pensativa.
Al final decidimos pedir pizza en algún lugar; ya que le tuve que confesar que solo la estaba molestando un rato. A veces actuamos como si fuéramos algo más que amigos pero la verdad es que no nos conocemos lo suficiente para poder avanzar tanto. Siento que en este momento de nuestras vidas nuestra relación depende de cómo nos sintamos, de cómo necesitamos al otro para estar mejor y así refugiarnos.