Años atrás en la residencia Ónix, ubicada en Dark Rock (Roca oscura) en una de las calles la ciudad Aztára, a las cercanías de la montaña Obsidiana; Phanton arrojó contra la puerta de la habitación una palangana de agua y aunque Ezgatha se hizo a un lado para no ser golpeada con el objeto, no se salvó del líquido.
-¡¿UNA BARRERA?! ¡¿DICES QUÉ LEVANTARON UNA BARRERA MÁGICA?!- rugió el emperador, se quejó luego del dolor llevándose una mano ahí donde tenía el rostro vendado, la herida que le causó Thandil con una daga Nïorel aún le escocía. Se obligó a calmarse- ¿Quién alzó la barrera?
-Fue el sabio, según lo que escuchó mi hermana- respondió Ezgatha, con el movimiento de un dedo se envolvió en una luz que secó la humedad en su ropa- dice que ese es el rumor que está corriendo en los pasillos de la academia esmeralda.
Phanton dejó la copa de vino que se había servido sobre la mesita de noche, dio unas zancadas hasta la hechicera y le cogió de la barbilla con fuerza. Es una cabeza más alta que ella.
-¿Y es de confianza Tu hermana, Ezgatha? ¿Estás segura que no te está engañando?
-Sí, señor, confío en Ezrra; fue ella la que hizo posible la retirada- le aseguró ella, sosteniéndole la mirada al furioso ojo que no estaba vendado. Ezgatha podía sentir el calor que despedía el cuerpo de su señor y su aliento a vino cuando le habló muy cerca en la cara.
La soltó en lo que se abrió la puerta y entró Darkskye.
-¿Qué demonios quieres ahora, hechicero?- quiso saber Phanton, regresando a su copa- si no tiene que ver con la fortaleza obsidiana o cómo devolverme el rostro a la normalidad, no te molestes en hablar.
-Tiene una visita- dice Darkskye- un hechicero que vino desde Tulipán.
-¿Un hechicero?
-Así es, señor, dice que tiene algo que puede ser de su interés.
Depositó la copa ya vacía, al lado de un cofre donde yacía la piedra con forma de huevo en su interior ¿Qué mago sería ese que vino a verlo? Todos los que estaban de su lado se encontraban en Aztára, a parte de la hermana de Ezgatha que resultó estar de su lado también. Dejó la habitación custodiada por dos caballeros negros.
En medio del sombrío y descuidado despacho, ante el escritorio, estaba una persona ataviada con una capa de viaje gris. Al darse la vuelta cuando se abre la puerta, Phanton lo reconoce de inmediato a penas entró, el mago le hace una inclinación.
-Señor Phanton, he venido en nombre de mi ama- dijo extendiendo un sobre al emperador- ella me exigió que le entregara esta carta y que le ofreciera mi lealtad.
-Así que ella te envía a mí, su más leal hechicero de élite, a ofrecerme lealtad- expresó Phanton, con desagrado.
-Sí, señor, solo estoy aquí por mi ama- comentó el joven hechicero. Le lanzó una mirada sombría a Ezgatha cuando soltó una risita.
-Y tú siempre obedeciendo sus órdenes cual perro fiel o quizá un loco enamorado- espetó Phanton, arrebatándole la carta.
-En la carta, mi señora le expresa todo lo que tiene que saber con respecto a la barrera, ella se pondrá también a sus órdenes- alegó el mago, entre dientes, conteniendo la ira que sintió hacia el emperador.
Ignorando la mirada furiosa del muchacho, abrió el sobre y extrajo una hoja de pergamino con una caligrafía elegante, el papel tenía un ligero olor a violetas. Leyó el contenido y al acabar soltó una carcajada que sobresaltó a todos.
-Bienvenido, Yoel, será un placer ayudar a tu ama- dijo Phanton, al visitante que no pareció muy contento...
Presente... Ubicación: montaña Obsidiana.
Apretó los puños, su capa ondeaba a cada zancada, avanzando por el oscuro corredor apenas iluminado por las luces. Estaba molesto, su reciente plan había fracasado, alguien cortó su conexión hace unas horas con la descendiente de Víctor y cuando quiso volver apoderarse de su conciencia no pudo, fue igual con aquel guerrero hada que interrogaron después de que le atraparan cuando su nave se estrelló.
-Seguramente lleva puesta una de las escamas- supuso Phanton- tendré que confiar en la palabra de ella entonces, como estaba planeado desde un principio. Su informante me aseguró que colaboraría conmigo y según lo que esa mujer le dijo a Ezrra no habrá ningún problema para entrar en la capital...
Al llegar al final del pasillo cruzó un arco con acceso a una terraza en la fortaleza de la montaña Obsidiana. Yoel le esperaba bajo la lluvia, sin mojarse siquiera.
-Darkskye ha dicho que su acorazado Hércules está listo para zarpar, señor- anunció Yoel- Ezrra, envió un mensaje hace unas horas, dice que la barrera está débil.
-Ya estaba enterado de eso, no hace falta que me lo digas. Aunque no esperaba que todo fuera tan pronto- contestó Phanton, sonriendo; se dirigió entonces a un ascensor de hierro a la izquierda de la terraza seguido de Yoel. No le importaba mojarse, pero agradecía interiormente el hechizo del mago. Al bajar una palanca, comenzaron a descender.
Los aposentos del Emperador se encontraban en lo alto de la montaña, una especie de castillo de piedra oscura y acero inoxidable, mientras que los puertos donde aparcaban las naves estaban más abajo y en el nivel inferior interno es donde se hallan las minas de amorixas, que son las piedras verde brillante que vio antes Arista en los carros mineros de la Colmena. Las amorixas son el combustible de las naves en GreenWood, las calderas las consumen como si fueran carbón y la montaña Obsidiana es la más rica en dicho mineral, aunque Phanton halló otros lugares en Dark Rock donde encontrar más amorixas en gran cantidad. Atravesaron la neblina que oculta el castillo y pronto comenzaron a ver las luces de la ciudad Aztára con su característico humo de las fábricas mezclándose con la lluvia y la oscuridad de la noche; globos de distintos tamaños sobrevolando tranquilamente la ciudad, las naves desplazándose a diferente altitud unas de otras, algunas llegando del enfrentamiento con las hadas en mal estado y otras alineándose un poco más allá esperando órdenes, naves pequeñas y grandes acorazados. El ascensor se detuvo con un chirrido grave.