La siguiente mañana, Nevin despertó con una nueva energía y un propósito bien definido: debía hallar la forma de quebrantar el hechizo del Rey Acre y restaurar la Navidad en Cantaya.
Sin embargo, sabía que no podía enfrentar esta tarea solo. Necesitaba la ayuda de Blinky, el duende optimista, quien lo aguardaba afuera construyendo un fuerte de nieve.
Nevin sonrío y compartió más detalles con Blinky. Según lo leído por Nevin, el hechizo que había robado la alegría navideña estaba contenido en un cofre ubicado en el tétrico castillo del Rey Acre. Si conseguían destruirlo, podrían anular la maldición.
El optimista duende brincaba de entusiasmo mientras Nevin explicaba. Estaba completamente decidido a respaldar a su nuevo amigo.
De esta manera, el peculiar dúo se aventuró silenciosamente hacia las sombrías tierras donde residía el tirano Rey Acre, con la misión de infiltrarse en su fortaleza y deshacer el hechizo que ensombrecía a Cantaya.
En el camino, superaron ingeniosamente varias dificultades. Blinky utilizó su destreza para fabricar un trineo y abrir paso por la montaña helada, mientras que la astucia de Nevin los guiaba, evitando peligros.
Tras dos días de travesía, llegaron al siniestro castillo. Aunque su desafiante misión apenas comenzaba, el contagioso entusiasmo de Blinky mantenía viva la motivación. Juntos estaban determinados a lograrlo.
Mientras ultimaban detalles para infiltrarse en el castillo, Blinky notó que Nevin temblaba de frío. Preocupado, el diligente duende rápidamente le hizo una bufanda improvisada con ramas y musgo.
Nevin sonrió conmovido. Era la primera vez que alguien mostraba un gesto de cuidado hacia él y lo aceptaba con gusto. Antes, aunque los pobladores de su mundo eran amables, su actitud gruñona y su desprecio por la Navidad no permitía que se acercaran lo suficiente para conocerlo. No quería amigos, pero ahora empezaba a comprender lo que eso significaba y se daba cuenta de todo lo que se había perdido hasta ahora.
Distraído, resbaló por la empinada ladera, pero Blinky lo atrapó oportunamente. Rieron juntos, comprendiendo cuánto se complementaban y necesitaban el uno al otro.
Inspirado por su nuevo amigo, Nevin sintió cómo se inundaba de un sentimiento que nunca antes había experimentado. Quizás, eso era lo que significaba sentir el verdadero espíritu de la Navidad.
Con renovadas fuerzas, escalaron la muralla exterior con agilidad y descendieron hacia el interior del castillo. Con cautela, Nevin y Blinky se escabulleron, recorrieron pasillos oscuros, evitando patrullas y trampas.
El ambiente era tétrico y frío. El menor ruido podía alertar a los temibles guardias del Rey Acre. Blinky temblaba de miedo, pero Nevin lo tranquilizaba y le infundía valor.
Tras una intensa búsqueda, finalmente hallaron una cámara resguardada por barras de acero. Y allí, al fondo sobre una pilastra, divisaron la caja, emanando un inquietante resplandor verdoso.
Ingresaron, pero fueron emboscados por una turba de guardias que custodiaban el cofre. Eran espantosas criaturas de piel escamosa y garras afiladas como navajas.
Rodeados, Nevin empuñó su bastón dispuesto a enfrentarlos, indicándole a Blinky que se escondiera. Una cruenta batalla se desató. Aunque eran inferiores en número, Nevin luchaba ferozmente, esquivando golpes, mientras Blinky los distraía ingeniosamente desde las sombras.
Tras derribar a varios guardianes, los restantes huyeron despavoridos. Agotado pero triunfante, Nevin se acercó cauteloso hacia el cofre para destruir la maldición de una vez por todas.
Con las pocas fuerzas que le quedaban después de la cruenta batalla, Nevin alzó su bastón para dar un certero golpe sobre el siniestro cofre. Era el momento de la verdad.
Pero cuando faltaban centímetros, una explosiva descarga de energía oscura salió despedida, arrojándolo hacia atrás.
De pronto, se oyeron unos estrepitosos pasos que se acercaban. Era el mismísimo Rey Acre junto a un pelotón de feroces guardias dispuestos a aniquilarlos.
Mientras Nevin luchaba valientemente contra los guardias, Blinky se esforzaba por desentrañar el intrincado mecanismo del cofre con sus hábiles y delgados dedos. Sin embargo, el tiempo se agotaba y la situación se volvía cada vez más desafiante.
De repente, Nevin y Blinky se dieron cuenta de que, a pesar de sus esfuerzos, no tendrían la oportunidad de llegar al cofre y destruir la maldición por sí solos. El Rey Acre y su pelotón eran numerosos y estaban preparados para resistir el ataque.
#6397 en Otros
#1873 en Relatos cortos
#5527 en Fantasía
fantasía navideña, salvar la navidad, epoca alegría y felicidad
Editado: 15.12.2023