Dentro del castillo, una sensación de frío y oscuridad envuelve a Nevin y su equipo. Las telarañas adornan los rincones, y el viento se cuela por las rendijas, generando escalofriantes sonidos que resuenan en los pasillos.
Con cautela, avanzan por angostos pasajes, apenas iluminados por antorchas titilantes. De repente, una trampa se activa, y el suelo cede bajo sus pies. Rápidos reflejos y la destreza de Pepper y Caramel evitan una caída segura, aferrándose a salientes en las paredes.
Una barrera de fuego ardiente obstruye el camino, alcanzando desde el suelo hasta el techo. Rudolf, superando su temor, decide enfrentar la situación de manera ingeniosa. Comienza a patear las paredes del pasillo, descubriendo un punto débil por donde logran escapar antes de que la trampa se cierre.
Sorteando peligros y apoyándose mutuamente, Nevin y sus amigos alcanzan la torre más alta. Allí los aguarda el malvado Rey Acre, en un trono de piedra, con una corona oxidada, apenas visible bajo la tenue luz.
La misión ha sido más difícil de lo esperado, pero no se rinden. Comprenden que solo unidos pueden tener éxito y derrotar al villano para siempre.
El Rey suelta una carcajada escalofriante.
De repente, el suelo retumba. Las paredes se agrietan y estremecen. Del techo surge una enorme criatura con alas y colmillos afilados.
La bestia ruge, escupiendo fuego y lanzándose hacia el equipo con ferocidad. Nevin y sus amigos corren buscando refugio, esquivando las llamaradas. Rudolf intenta cegar al dragón iluminando sus ojos con su nariz roja.
En medio del caos, el Rey Acre se escabulle hacia una compuerta secreta para intentar escapar. Pero Blinky lo divisa y sale tras él, decidido a no dejarlo ir.
Mientras Pepper y Caramel distraen al furioso dragón, Nevin se une a la persecución. No permitirán que el villano escape después de todo lo que han pasado. Esta vez, están determinados a asegurarse de que la pesadilla termine de una vez por todas.
Después de una intensa persecución, por intrincados túneles secretos, Nevin y Blinky acorralan al Rey Acre en un rincón sin salida. La malvada criatura intenta atacarlos agitando su cetro con furia, pero Blinky, con agilidad, le arrebata el bastón mágico de las manos, en un rápido movimiento. Nevin lo destruye y eso cancela todo vestigio de hechicería.
Al terminar el hechizo, el Rey Acre cae de rodillas, temblando y sollozando. Sin su cetro mágico, parece vulnerable y envejecido, lejos de la figura poderosa que alguna vez maldijo a Cantaya. En ese momento, no solo la aldea se libera de la oscura magia, sino que el propio Rey experimenta la liberación de la maldición que lo mantenía en un letargo protector del hechizo.
Nevin siente compasión y ayuda al anciano a incorporarse.
Nevin comprende lo que es vivir aislado en medio de la amargura. Percibe cuánto ha sufrido todos estos años en su oscura soledad. Pero también vislumbra la redención, al compartir juntos un futuro donde la luz y la esperanza borren todo vestigio de pena.
Any llegó con el equipo y vieron la tristeza del rey. Se acerca y le regala un ramo de flores multicolor, que ella misma ha creado con su magia. El anciano lo recibe derramando lágrimas de alegría.
La pesadilla de Cantaya ha alcanzado su feliz término. Después de deshacer el hechizo, un resplandor cálido y brillante comienza a irradiar. Los colores y la vida regresan.
Luego, todos juntos emprenden el camino de regreso al pueblo de Cantaya. A medida que se acercan, sus corazones comienzan a acelerarse, inundándose de la felicidad antes olvidada.
Los recuerdos regresan como fuegos artificiales a sus mentes. Las risas compartiendo galletas junto a la chimenea, el brillo de la nieve reflejando las luces del árbol navideño, los abrazos y canciones entonadas en armonía.
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Editado: 15.12.2023