VUELTA A CASA
Desde el pasillo podía escuchar las pequeñas gotas de aceite caliente reventar, Nona debería estar cocinando sus famosos huevos revueltos, y no me equivocaba, apenas entrar a la pequeña cocina mi boca se transformó en un grifo abierto. Ya podía saborear ese plato de huevos y jugo de naranja. Amaba a Nona pero amaba aún más a sus platillos, desde hace años la comida escaseaba, solo podíamos comer lo que nos tocara, pero vaya que con eso poco esta mujer hacia maravillas.
-Espero que hayas hecho suficiente porque de esta mesa no me levantaré hasta que no pueda ni con un bocado- Dejo mi chaqueta en el respaldo de la silla y tomo asiento.
-Claro que hice lo suficiente, sabía que en cuanto escucharas tronar el aceite te transformarías en un perro sin fondo- Dice sacudiendo su espátula mientras suelta una sonora carcajada- Deberías revisar el jardín, algo me dice que te interesará lo que hay fuera.
-Oh vamos, acabo de sentarme...
-Nada, anda y revisa el jardín- Sentencia alzando una ceja
Sí algo sabía en este mundo es que si a Nona se le metía una idea a la cabeza no había nada que la hiciera cambiar de parecer. Así que tratando de no hacerla enojar, y que me dejara sin sus deliciosos huevos revueltos, me levantó de la silla y camino hacia la puerta de la casa.
Afuera el débil sol de la mañana apenas y podía calentarme, estábamos en la época del año más fría, ni siquiera el sol del medio día te podía hacer el favor de calentar tus manos, cuando era niña amaba sentarme en las piernas de mi padre junto a la chimenea mientras mi madre entonaba alguna melodía al tejer una nueva chambrita para mí. Ahora lo único que puedo hacer es sentarme en el pórtico en las pocas horas de luz para no morir congelada dentro de la casa. Lo único que puedo agradecer es que este año no se han visto probabilidad de tormentas de nieve. Hace un año fue una semana entera de nieve, Jackson tuvo hipotermia, aunque hicimos todo lo posible por ayudarlo no logramos salvarlo. John estaba devastado, perder a uno de nosotros fue doloroso, pero él perdió a su gemelo. Hay noches en las que aún se escuchan sus llantos.
-Lindo clima ¿No crees?- Mi mirada inmediatamente encuentra al dueño de la voz, sin pensarlo ni un segundo corrí hacía sus brazos.
-Kyle, dime por favor que no eres un sueño- Digo rodeándolo con mis brazos. Hacía más de un año en el que no lo veía. Había sido reclutado por la guardia nacional para defender la frontera Este, y hacía más de seis meses que había perdido todo tipo de contacto con él, había creído que nunca más lo vería.
-Oh cariño, claro que no soy un sueño, solo un estúpido soldado que volvió a ver a la dueña de su corazón- Dice entre risas alzándome y dando vueltas mientras deja pequeños besos en mi mejilla, dos vueltas después me dejo en el suelo de nuevo.
-No puedo creer que lo primero que me digas sea algo tan meloso- Ruedo los ojos mientras el limpia mis mejillas.
-No tuve oportunidad de serlo por mucho tiempo, tenía que recordarte cuanto te amo- Y sin nada más me besa. Y por dios que enserio estoy comenzando a volar en estos momentos, sus labios, esos malditos labios que extrañaba con todo mi ser están de nuevo con los míos. No podría describir aquel beso, se sentían tantas emociones entre nuestros labios, añoranza, deseo, miedo, felicidad, amor. Sobre todo amor.
-Chico, sí que hiciste que este pedazo de hielo te llorará. Mira que no querer probar ni siquiera un bocado de mi tarta de queso, uh-hum... nunca se había resistido a eso- Dice Nona tomando asiento en su sillón después de dejar unas tazas de chocolate en la pequeña mesa de centro.
-Nunca fue mi intención hacer eso. Les debo una disculpa por hacerlos creer que había muerto, es solo que fue una orden y saben que no podemos desobedecer. Pero sobretodo –Dice tomando mi mano- Te debo la disculpa más grande a ti, nunca me perdonaré haberte hecho llorar- Besa mi mano y se gira para escuchar lo que sea que Nona y John le dicen. Todos están tan felices de que haya vuelto que no dejan de parlotear y contarle todo.
Yo solo puedo verlo, me dedico a observar y tratar de guardar cada detalle de él con el temor de que alguien de la guardia entre por la puerta y vuelva a llevárselo.
Kyle es apuesto, y no lo digo porque lo ame, lo digo porque lo es, cualquiera que lo vea puede decirlo. Es alto, aproximadamente 1.85 metros, su cabello es negro; totalmente negro, como la noche. Sus rasgos son marcados y definidos, cejas pobladas e igual de oscuras que su cabello, labios gruesos y carmesí, y sus ojos, sus endemoniados ojos azules, tan azules como el cielo otoñal, te hacían desear verlos todo el tiempo. Aunque antes era fornido, ahora lo es más. Y no digo que no me guste, simplemente que es sorprendente lo mucho que se desarrolló en este tiempo. Solo basta con fijarse en sus brazos, aun con el uniforme de la guardia podían notarse sus músculos.
-Y sobre todo, debe de ser aterrorizante tener a una loca mirarte como perro al hueso-Escucho a mi lado y una mano en mi hombro me saca de mis pensamientos- Ten cielito, tienes un poco de desesperación en la barbilla –Dice John tendiéndome una servilleta de tela bordada por mi hace dos inviernos.