Hay personas que usan tantas máscaras, que probablemente pasaremos una vida sin saber realmente quienes son.
La oscuridad me abraza, ella y yo no somos las mejores amigas que nos toleremos, es otra cosa, no me gusta para nada, he aprendido a sojuzgarla, sobre todo la que habita dentro de mí. Los recuerdos me azotan la mente, manos ásperas recorren mi cuerpo, no puedo moverme, estoy tan dopada que ni siquiera puedo llorar, solo es un recuerdo Hannibeth, me dice mi conciencia.
Unas manos me tocan levemente el cuello, alerta de que sea el desquiciado de Evans, sin pensarlo mi instinto de supervivencia se activa, abro los ojos con determinación clavando mis uñas en el cuello de quien me sujeta, los recuerdos del pasado me llenan de rabia el pecho.
Entierro mis uñas con fuerza sintiendo como voy abriendo la carne. Una fuerza mayor me somete, me levanta con facilidad como si fuera una muñeca de trapo en un movimiento que no espero sube mis manos por encima de mi cabeza.
La toma con una sola, con la otra agarra mi mentón con rudeza sin ejercer toda la fuerza que podría.
—Cálmate y mírame. —su voz me eriza la piel. Es allí donde la tormenta que carga en sus ojos, se cruza con el verde de los míos. Exton está sobre mí en una cama, siento el peso de su cuerpo.
Nuestras respiraciones son aceleradas, mi pecho sube y baja, su aliento mentolado golpea mi cara, tiene largas pestañas, teniéndolo tan cerca puedo apreciar que en su cabello tiene reflejos naturales, algunas hebras son más claros que otras, un lunar adorna su labio superior.
—No pienso hacerte daño, a menos que sigas clavando tus uñas en mí. Black Widow —dice con un tono sarcástico, asiento con mi cabeza, se acerca a mi oído, susurra solo para los dos.
—El trabajo es tuyo. —me pone la piel de gallina, trago con fuerza manteniendo el control, el idiota de Evans, está de brazos cruzados viendo todo con el ceño fruncido. Ya no estoy en el salón del restaurante, estoy en un cuarto, decorado con colores blancos y negros ¿Cuánto tiempo estuve desmayada? Noto que ha saturado mi pierna y cambiado el vendaje.
—Querías saber si se podía defender, ya te lo demostró. —le habla Exton.
Se levanta, pudiendo respirar mejor sin tener su enorme cuerpo junto al mío, dejándonos solos, me pongo en pie yéndome contra Evans, con toda la rabia que me recorre, antes de que hable le giro la cara con una cachetada.
—Primera y última vez, porque la próxima te mato con mis propias manos. —no miento, jamás nadie me humillará nuevamente. Dejo el cuarto viendo hacia los lados, buscando la salida.
—Es por acá —señala Evans, lo sigo porque no tengo más opción, refunfuño para mí, qué se ha creído este, agradezco todo, pero eso no le da poder sobre mí, bastante que me he esforzado para no deberle nada a nadie, poniendo un pie fuera del restaurante, no puedo seguir mi camino porque el pelirrojo me agarra del brazo, bautizo oficialmente este día, como el día donde cualquier idiota piensa que me puede mangonearme.
—Evans, suéltame, le hablo sin verlo —cuento en mi mente para intentar calmarme, 1,2,3,4,5,6,7,8,9...
—Vamos, te llevaré a casa —como si hace minutos no me fuera estado ahorcando.
—Evans —grito, no es un buen momento.
—Piensas volver a casa así media desnuda —señala mi pierna descubierta, donde solo se ve el vendaje que me puso Exton para cubrir mis puntos.
—Si lo que esperas es una disculpa, no la tendrás, te lleve al límite, te defendiste. Eso es lo que siempre debes hacer. —en su voz hay arrogancia. Chiquito, ignoras lo que puedo hacerte, tuve el mejor maestro. Se da la vuelta caminando hasta su Jeep, seguro de que lo seguiré, me quedo de pie con los brazos cruzados.
—Tienes dos opciones, Hannibeth, caminas por voluntad propia o lo hago yo a la fuerza —me amenaza sin verme, una risita se me escapa, comienzo a caminar en dirección contraria, sin prestarle atención a sus palabras, que se las puede meter p... Un grito se me escapa, el animal me eleva por los aires como un saco de papas. Quedo más trastornado que yo, no tengo dudas.
—Auxilió, ayuda, me están secuestrando —grito con fingida desesperación, las personas nos ven sin hacer nada. Por eso la sociedad está como está a nadie le importa el otro, me lanza en el asiento del copiloto con extrema fuerza, me coloca el cinturón de seguridad, cuando sube al Jeep tocó su hombro de forma inocente, cuando me dirige la mirada pico sus ojos, como cuando éramos niños. Sin ejercer fuerza como para dañarlo, pero si para dejarle una incomodidad por el resto del día.
—Auch, Hanni. —se queja, el que me llame Hanni, mueve algo en mi corazón.
—¿Por qué estás haciendo todo esto Evans? —hablo con rapidez, hasta cuándo va a fingir que no sabe quién soy—suspira aún con sus manos en sus ojos.
—Porque es mi deber—
¿Su deber? Medito sus palabras, prefiero guardar silencio, todo lo que resta de camino, al estar frente a mi edificio, el silencio continúa, abro la puerta decidida a bajar.
—¿Por qué ahora? ¿Por qué decidiste aparecer? —me encara Evans.
—Estuve años buscándote, si ahora estás aquí a mi lado es por decisión propia. ¿Qué buscas? No juegues con fuego. Ten cuidado con Exton. —agrega, giró sorprendida por sus palabras, al fin tuvo la valentía de tener lucidez en sus recuerdos.
—De Exton, o de ti. —replico, su rostro cambia, con una emoción que no puedo descifrar.
—¿Por qué debería temerle al fuego, E? —lo llamo como lo hacía cuando éramos niños—
—Créeme, no te conviene saber los motivos —le regalo una sonrisa de medio lado.
—Quien nació entre llamas, no le teme a un simple mechero—
Sin decir más, bajo del Jeep adentrándome a mi edificio. Las máscaras han caído entre los dos, es evidente que ambos escondemos algo, no me iré sin la información por la que he venido. Hoy algo cambio entre nosotros, al final todo termina saliendo a la luz, seremos expuestos. Sin importar a dónde vaya, los problemas me encontrarán.
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Editado: 01.11.2022