El chico de intercambio
El fin de semana estaba por terminar, Domingo por la tarde, estaba sola en casa Celi había salido hacer unos trámites de su trabajo, era extraño ya que era Domingo, encendí el estéreo empezó a sonar la canción de Charlie Rodd “Soñar Contigo”
-Vuelvo a soñar contigo, un mundo paralelo al tuyo-
La silueta del príncipe apareció en mi mente, estaba en la fiesta, sé que fue él, sentí un ligero dolor en el corazón al ritmo de vertiginosos latidos.
El timbre sonó volviendo a mi ser corrí hasta la puerta, ahí estaba en frente de mi Damián con unas gafas que cubrían sus ojos azules, su apariencia lúcida estaba por el suelo, seguía con resaca después de la fiesta.
—Hola, me siento fatal —se acostó en el sofá y retiró sus gafas. Su ojo izquierdo estaba morado, me sorprendí al verlo así.
—¿Cuéntame que pasó? —lo miré fijamente sentando junto a él y crucé los brazos.
—Tuve un accidente con la puerta —dijo Damián, formando una sonrisa a boca cerrada.
—Te conozco dime la verdad —frunciendo el ceño.
—Me pelee con el novio de Jade, ella tenía novio —puso una cara de decepción. No era de esperarse era la chica popular, no me gustó que juegue con mi amigo.
—No digas nada, me siento mal, me rompieron el corazón —se podía notar una tristeza en sus ojos. Me dolía verlo así y no poder ayudar, el amor es así un dolor amargo que siempre nos acompañará.
El amor no es perfecto
A quien no le han roto el corazón, es un hecho por naturaleza, el ser humano siempre inconforme por más que quiera a alguien siempre habrá esa desilusión, es una realidad que la tenemos que afrontar.
—Tranquilo ven dame un abrazo —me acerqué despacio enviando mis brazos por su espalda, un abrazo siempre ayuda. Él ha estado para mí en mis días tristes.
—Gracias, tus abrazos siempre me fortalecen —susurró a mi lado mientras lo abrazaba.
— ¡Interrumpo algo! —la voz de Celi ingresando por la puerta, con una mirada sorprendida. Del susto me alejé lo más pronto de Damián, no quería que interprete mal la situación.
—Damián necesitaba un abrazo —tartamudeo en defensa.
—Si fue eso Celi —balbuceó Damián —.Me Tengo que ir —se despidió de mí y de Celi.
—Cuídate nos vemos —lo acompañé hasta la salida y se fue en su auto.
En el patio vi un auto estacionado, confundida ingresé nosotras no tenemos un auto.
—De quien es el auto de afuera —Arqueo una ceja.
—Es nuestro, fui hacer los trámites de la compra —dijo Celi. —Ya puedo llevarte al instituto —su rostro se tornó en felicidad.
—Felicidades hermanita —la abracé su sueño siempre fue tener su auto y lo cumplió.
—Puedo seguir yendo con Damián y Sofí —le puse una mirada de cachorro. Quería seguir yendo con mis amigos como siempre.
—Está bien, no hay problema —su voz sonó tranquila y estaba feliz.
Cenamos y me fui directo a mi camita, sentía tranquilidad mi querida y añorada cama, espero que esta noche no me lleve otra vez a ese mundo extraño, los recuerdos no se desvanecían de aquella noche, Mary, El Príncipe, la ciudad de Groandelia tan mágica. Ahí pude volar no puedo creer que mi sueño se hizo realidad. A dormir…
**
El timbre sonó dando inicio a las clases, el profesor Logan apareció saludando a todos detrás de él apareció un chico alto de ojos verdes, su cabello castaño llegaba hasta su frente, su piel blanca pálida, vestía un pantalón jeans al cuerpo una camiseta de cuadros manga larga ploma con blanco y una camisa negra por dentro, un chico guapo que hizo deslumbrar a todas las chicas del salón. Para mi ese chico guapo, sexy como lo deben estar pensando era El Príncipe ¿Esta en mi mundo?, quede petrificada con su presencia, estaba segura que era el, no podía olvidarlo.
—Chicos tenemos un nuevo alumno de intercambio, denle la bienvenida —dijo El profesor Logan.
—Hola mi nombre es Ethan Stone —Se presentó con todo el salón de clases una vez que terminó, caminó por mi carril, tomó asiento al otro lado. Mi curiosidad por mirarlo era incontrolable.
Nunca olvidaría esos ojos verdes, me estoy volviendo loca no podía concentrarme en la clases del profesor Logan, los pensamientos no me dejaban en paz, cada recuerdo se hacía más claro en mi mente, la vez que me dijo.
Perdóname por llegar tarde
Sus palabras llegaban a mi mente, es la misma voz gruesa pero a la vez sonaba cálida, podía sentir mi cuerpo ansioso por esta inquietud, ahora no puedo creer que él estuviera en mi ciudad y en mi salón de clase siendo mi compañero.
—Señorita Miller, puede decirnos de que se trata la clase —murmuró el profesor Logan, mirando fijamente y dejando caer su regla sobre mi mesa.