Groandelia

C A P Í T U L O 7

¿Son novios?

 

—Mira ¿qué tal me queda? —dijo Damián mientras se probaba por décima vez un atuendo.

—Todos te quedan bien —fruncí el ceño y crucé mis brazos. Llevamos una hora en la tienda de ropa, después de terminar el helado acompañamos a Ethan a comprar.  

—Alanna, es nuevo en la ciudad hay que llevarnos bien con él, disfruta su compañía —me miró formando una sonrisa. Mi amigo era bueno para llevarse con los demás, porque tenía que escoger a alguien que lo conocí en mi sueño espeluznante.

—Sabes la razón por la que no quiero estar junto a él —reprimí enojada.

— ¿Que tal me queda? —la voz de Ethan parando en frente de mí.

—Biiien, Bien —tartamudee. Sus ojos verdes impregnaron en los míos, tenía un presentimiento de que él también sabía quién era. El vestuario le quedaba perfectamente un chico sexy, sus labios húmedos, carnosos, tenía una mejor vista de su rostro, tragué grueso.

—Se té cae la baba —susurró Damián en mi oído —.Toma pruébate esto —empujando hasta los vestidores.

 

Mis mejillas quemaban de la vergüenza Damián me decepcionaba como amigo, quería que la tierra me trague, ahora mismo debería estar en mi cama y no aquí junto a ellos, escuché unos golpes en la puerta era Damián insistiendo que saliera del vestuario, tengo que ser fuerte y salir de aquí, enfrentar al mundo. La prenda era un vestido casual, color crema que llegaba hasta mis rodillas, me gustó mucho, Damián  encontró un atuendo que encajaba con mi estilo.

 

—Cierra la boca —le dije acercándome a Damián y riendo.

—Te vez encantadora, lo llevamos —dijo Damián dando la vuelta para caminar hasta el mostrador y pagar.

— ¿Son novios? —murmuró Ethan, mordiendo su labio inferior. Podía sentir su mirada penetrarla en mí,  mi cuerpo se tensó, no podía encontrar las palabras para responder, esa pregunta tan absurda. 

—Nooooo, él es mi amigo —balbuceo nerviosa. Nunca lo había visto de esa manera a Damián, fué una pregunta extraña. Me dio una sonrisa y caminó a lado de Damián para pagar sus prendas.

Caminé a la salida, los dos caminaron hasta donde estaba con todas esas bolsas, las personas quedaban viendo, dos chicos sexys junto a mí, éramos la atención de todo el lugar y más por las bolsas que no eran ni mías sino de ellos mismos.

 

—Tenemos que buscar otro lugar para arreglar tu caja musical —dijo Damián cuando llegábamos al estacionamiento.

—Sí, ya no queda de otra —reprimí mis hombros, estaba triste por haberla roto.

—Puedo ayudar —susurró Ethan, su rostro parecía iluminarse con la sonrisa que formaba en él.

—Es una caja musical se cayó y desde ahí no funciona —arqueó la caja, suspiré mordí mi labio inferior.

—Harías eso hermano —dijo Damián alzando su mano para chocar con la de Ethan de la misma manera lo devolvió.

—Mañana te puedo entregar en el instituto —murmuró.

—Me puedes entregar después del instituto —reprimí llevando mis manos al pecho, no quería que vea Sofí.

Asintió su rostro mostrando una sonrisa —.Está bien, no hay ningún problema.

 

Mientras buscábamos el auto de Damián sonó su móvil, era su amigo Santi.

 

—Ethan te puedo pedir un favor —dijo mientras colgaba su celular —.Puedes llevar a Alanna a su casa.

—Claro.

— ¡Que! a dónde vas —mordí mi labio inferior y le di una mirada penetrante de furia —.No me hagas esto —murmullé entre diente.

—Es Santiago, te compensaré —dijo y se fue.

 

No podía creer lo que Damián acaba de hacer me dejó sola con Ethan, trágame tierra, mi cuerpo se tensó, el silencio invadió mientras caminábamos.

 

—No quiero molestarte, tomaré un Uber —susurré mientras caminaba de tras de él.

—Como quieras —su voz sonó fría y siguió caminando. No creo que sea el príncipe susurré entre dientes.

 

Me detuve, trate de buscar la salida caminé despacio, los autos salían uno tras otro  del garaje, no sabía que auto era de él, en Groandelia su auto volaba, llegué hasta la calle principal y un auto se estacionó justo en frente de mí, era un Uber no tuve la necesidad de esperar.

 

— A dónde le llevo señorita —dijo el señor del Uber, apenas ingresé.

—Al parque los rosales, por favor —el parque quedaba a una cuadra de mi casa, Celi me decía que nunca debía dar la dirección, tenía que ser prudente, yo misma decidí ir sola.

 

Miraba a través de la ventana, Damián porque me dejas sola, sentía una tristeza, cerré mis ojos, un ligero escalofrió recorrió mi cuerpo, en mi mente apareció una nube negra que me atrapaba, abrí mis ojos desesperada, fué lo mismo que me pasó en la bañera del palacio. Volviendo a mí ser, el señor del Uber había salido de la ciudad.




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