Groandelia

C A P Í T U L O 11

—Está abriendo sus ojos —escuchan susurros. Reconocí la voz, poco a poco abrí mis ojos, en frente de mi apareció Ethan junto a Mary, con rostros apáticos.

— ¿Cómo te sientes? —Ethan sujeto mi mano sentándose a un lado de la cama.

— ¡Que paso!, me duele todo el cuerpo —sollocé. Sentía que me hubiera pasado un camión por encima.

—Lo siento era nuestra última alternativa para salvarte —Dijo Ethan reprimiendo su rostro de culpa. En ese momento llegaron recuerdos a mi mente del reino de las sombras, yo diría el reino del diamante todo ahí brillaba.

Ethan soltó mi mano y caminó hasta la ventana, escaneé el lugar, lo reconocí era la habitación donde me quede la vez que estaba en el palacio, esa habitación grande. ¡Estaba en Groandelia!, cuando intente atravesar por el cubo pensé en Celi y mis amigos pero en el proceso apareció Ethan.

—Descansa, estoy seguro que tienes barias interrogantes —sentí que me leyó el pensamiento, él tenía que explicarme todo lo que estaba pasando. 

Mary ingreso trayendo comida, apenas miré el jugo de naranja sentía que había pasado años sin beberlo,  dejó sobre una mesa que estaba a mi lado lo alcance en mis manos antes de eso le di las gracias a Mary, el sabor recorrió mi paladar tan sabroso, deje salir una sonrisa amplia Ethan me quedo mirando, sus ojos verdes deslumbrantes.

—En este momento la princesa se siente mal —bromeé. Su rostro se tensó al escuchar lo que dije—. Compañero del instituto —lleve el vaso de jugo a mis labios, él se quedó sin decir nada.

—Lo siento —susurró, dejando salir todo el aire que tenía en sus pulmones.

—Va ser una buena historia —dije sarcásticamente.

Deje el vaso sobre la mesa, Ethan no decía nada solo se limitó hacerme compañía, no me estaba gustando su silencio.

—Cuanto tiempo llevo aquí —dije rompiendo el silencio.

—Dos días, caíste en un sueño profundo.

—Como la bella durmiente, claro soy una princesa, me había olvidado ¿a qué se debe? —interrogue, como siempre estaba confundida.

—Es la primera vez que utilizamos el cubo transportador, en consecuencia descubrimos que ese es uno de sus efectos al utilizarlo —su mandíbula se tensó.

—Fui un conejillo de indias —hizo una mueca de confusión—. Un experimento —aclare.

—No era esa la intención, era una opción antes de entrar en conflictos con los innombrables —explico, apretó sus manos formando puños.

—Funcionó, aún sigo viva— le dije.

Él se acercó y me abrazo, su respiración a mi lado era suave, me quede estática sin poder reaccionar, mi corazón iba a salir por mi boca, rebotaba como loco.

—Te hicieron daño esos malditos —dijo apartando su rostro un poco de mí, pero lo sentía igual de cerca. Estaba con el ceño fruncido.

—Me odian —dije reprimiendo mis hombros.

Recordé que me había comprometido, lleve mis manos hasta mi cuello recordando  el collar que traía, para mi sorpresa no podía retirarlo, Ethan me sostuvo las manos cuando vio que me desespere por retirar y no poder.

—Tranquila, son partículas electrónicas que una vez impregnadas no se pueden desatar, pero hay solución.

—Me imagino que sabes el significado de este collar —lo mire de reojo, no me sentía nada bien al pensar que estaba comprometida con alguien que no quería. Un collar en diamante con el corazón rodeado en un círculo.

—Significa compromiso —me dijo y suspiro—. Te hicieron algo esos idiotas Sebastián, Theo y Luna —Pronuncio cada nombre.

—Se defenderme, Damián me enseño defensa personal —dije sonriendo—. Damián aparte de ser bueno en Atletismo sabía dar clases de defensa personal, Sofi y yo fuimos sus alumnas antes que se retirara.

—Es un buen chico, pero tus cicatrices no me dicen lo mismo —enarco una ceja.

—Contra robots no funciona la defensa —murmuré

—Esta vez no los voy a permitir que nos hagan daño, lo juro —su rostro estaba tenso del coraje que tenía.

La puerta abrió y entro un guardia al menos aquí si eran humanos. Ethan camino hasta él, no alcance a escuchar, hasta que Ethan alzo la voz reprimiendo —Aun no es el momento—. El me quedo mirando por un momento hasta que regreso a mi lado.

 

—Mi padre quiere verte, aun debes descansar —me dijo sentándose junto a mi—. Te protegeré para que no te hagan daño- al escuchar esas palabras mi corazón se encogió.

 Él se acostó a mi lado había mucho espacio en esa cama, nos quedamos mirando al techo profundo.

—Como están Celi, Damián o Sofi —pregunte.

—Ya saben que estas en Groandelia, está más tranquila, Damián y Sofía un poco confundidos por lo que les conté.  

Ethan se giró a mi lado y me quedo mirando con una sonrisa cálida, voltee mi mirada y de devolví una sonrisa, estiro su mano hasta que llego a mi mejilla y roso con su dedo meñique, no pude controlar mi vergüenza mis mejillas se tornaron a ser unos tomates rojos de esos bien rojos.

—Descansa, buenas noches —en voz baja.

—Igualmente —cerré mis ojos y caí en un sueño.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.