Antony escuchó la horrorosa transmisión de radio, su rostro pálido iluminado por el parpadeo de la luz de emergencia. Se volvió hacia su esposa, Alba, con una mirada de profunda preocupación.
Antony: ¿Y ahora qué, Alba? ¿Debemos esperar? ¿O deberíamos salir y tratar de averiguar lo que está sucediendo?"
Alba, visiblemente angustiada, respondió con voz temblorosa:
Alba: Por ahora, solo nos queda esperar, Antony. (Suspiro) Joven Zack, arriba en esa habitación, deberías ir a descansar un poco. Quién sabe cuánto tiempo estaremos aquí."
Zack, mirando a los dos adultos con una mezcla de temor y determinación, asintió y se dirigió hacia la habitación. El silencio en la casa era opresivo, y los sonidos lejanos de sirenas y gritos solo aumentaban la tensión en el aire.
Xime, con su teléfono en la mano, frunció el ceño al ver la pantalla en blanco y la falta de señal. El silencio en la casa era asfixiante, que los envolvía parecía anunciar una amenaza inminente.
Xime: No tenemos luz... ni señal. Algo no está bien.
Antony se acercó a la ventana con una mirada de inquietud en sus ojos. La ciudad se desplegaba ante ellos en medio del caos, con sirenas aullando, humo espeso y fuego iluminando el horizonte.
Antony:¿Qué está pasando, hijo?
Xime, con los ojos fijos en el desastre afuera, murmuró con voz temblorosa:
Xime:¿El fin del mundo?...
El temor se apoderó de la habitación, y el silencio solo se veía interrumpido por el estruendo lejano de la ciudad en crisis.
Antony:Esperemos que esto pase rápido... Pero algo no encaja, ¿no te parece?"
Xime asintió, sintiendo cómo la angustia se apoderaba de él.
Xime:Sí, papá, es... inquietante. ¿Crees que sea un ataque de otro país?"
Antony no pudo dar una respuesta definitiva, pero su mirada seguía clavada en el horizonte en llamas.
Antony: No lo sé, hijo. No lo sabemos. Pero debemos mantenernos a salvo y esperar a que llegue más información.
Cuatro horas
después, la noche había caído sobre el vecindario, y la oscuridad se había apoderado de todo. Antony, armado con un bate, observaba la ciudad aún sumida en el caos desde una ventana, su lámpara de mano temblorosa iluminando débilmente la habitación. De repente, en la distancia, se escucharon gritos desgarradores seguidos de disparos.
Antony apenas oyó el eco de los disparos y le pidió a su esposa que subiera a calmar a los niños, Xime y Zack. Apagó su lámpara y todas las luces de la casa y se asomó por la ventana hacia el lugar de los aterradores ruidos.
Antony: "¿Qué está pasando...?"
Una figura de una joven chica mapache, herida y cojeando, corría con dificultades en la penumbra. Antony estaba a punto de decir algo, pero otro disparo rasgó el aire y la chica cayó al suelo. En ese momento, unas extrañas siluetas aparecieron en la oscuridad y apuntaron hacia la chica indefensa.
Silueta 1:"¿Qué hago con ella, jefe?"
Silueta 2: "Acábala."
Antony se vio paralizado, sin poder hacer nada mientras observaba con horror. Hizo un pequeño ruido sin querer al esconderse, y las siluetas giraron sus cabezas en dirección a su casa, apuntando sus armas al cristal.
Silueta 3:¿Escuchaste eso?"
Silueta 2: "Seguramente fue el viento. Apúrate, no podemos estar aquí mucho tiempo."
Con un escalofrío recorriendo su espalda, Antony observó por la ventana de nuevo saber que no lo estaban mirando y impotente cómo las siluetas ejecutaban fríamente a la chica y luego se alejaban en la oscuridad. El suspenso y el horror se cernían sobre la casa de Antony, mientras él se daba cuenta de que algo siniestro y aterrador estaba ocurriendo en su vecindario.
Continuará...