Guardian

La fatídica noche de Luna Parte II (Martín)

Como raro me encuentro metiéndome en problemas, asuntos ajenos y peleas clandestinas. Dándomelas de héroe barato, salvando a doncellas y a pobres diablos en apuros. Sabia que las promesas que le había echo a mi abuela no iban a durar mucho tiempo y menos la promesa de no pelear; porque dentro de mi habita un salvaje cavernícola queriendo salir no a cada minuto, pero si a cada hora. Así que lo siento abuela. Empieza a tachar con rojo una promesa menos de tu lista.

Al estar aquí en esta habitación húmeda y fría, con Hanne y Victoria inconscientes en cada extremo, recordé las palabras del bravucón de mi colegio del Notre-Dame School en París y al cual hoy puedo llamar mi gran amigo Blas Benoit, el cual me enseñó a pelear brutalmente «Con los puños firmes, corazón valiente y mirada asesina, así te estés cagando por dentro» Fue la primera lección que me compartió de su vida de mini criminal.

Y así lo estoy haciendo, mirando fijamente queriendo matar literalmente al tipo que se atrevió a ponerle una mano encima a las chicas y en especial a Victoria. Pero hay algo en este chico que no me gusta… Algo que he podido ver desde que era pequeño es el aura de las personas y el color del aura de este chico es extremadamente negra, por eso su fuerza descomunal, su agresividad y su mirada vacía, llena de odio. En conclusión, este tipo tiene un alma diabólica y puedo decir que es un ser luz... Pero de Luz…cifer.

De mis múltiples peleas afortunadamente aprendí que yo tenia una gran ventaja por encima de mi rival. Al ver el color de su aura conocía cuál era su debilidad y sabía exactamente en donde debía golpear. Pero en esta ocasión no me ayudaría mucho ya que una persona con el aura negra no tenía ningún punto débil. Así que acabar con este tipo no iba a ser tarea fácil, pero tampoco iba a ser imposible.

Mientras luchaba, con el rabillo del ojo miraba a Victoria la cual seguía tirada en el suelo, con los ojos medio abiertos y a veces sonreía ante las preguntas un tanto estúpidas que yo le formulaba. No quería que se durmiera, de pronto podía tener un traumatismo o algo por el estilo. Así que mientras la mitad de mi cerebro trabajaba en esquivar y tirar golpes certeros, mi otra mitad creaba las preguntas mas idiotas y divertidas para Victoria.

¿Por qué no hay comida para gatos sabor ratón? ¡A tu gato le gustaría! — Le pregunte a Victoria mientras yo seguía luchando. Pero esta vez no me contesto, ni sonrió. El Aura de Victoria es como el más hermoso arcoíris. Cuando la vi esta mañana en el parqueadero, su aura brillaba a todo furor y cuando se enojó, este brillo con mas intensidad. Pero ahora sus colores y su brillo se han ido desvaneciendo. Eso significa que le queda poco tiempo.

 —¡Toi por favor quédate conmigo, no te duermas! Todavía tenemos muchas cosas que hacer juntos…Victoria tan solo escucha mi voz— Le grite, pero esta no reaccionaba.

¡Toi! ¡Victoria! — Me imito aquel tipo endemoniado—. ¡Uy la hermosísima Victoria Decoud está a punto de morir y tu no lograste hacer nada! Uno más patético que el otro— Se burlo mientras señalaba con cada mano a Hanne y a un chico tirado en un rincón. — Bueno, será acabar contigo también. Tan solo era uno, pero voy a enviar un dos por uno, de pronto sea mi día de suerte y mi señora me regale algo. — Remato lanzando una estruendosa carcajada este abominable ser.

Lo ultimo que dijo no lo entendí muy bien. ¿A qué se referiría con eso? La verdad lo único que me importa en eset momento es sacar a Victoria de este lugar.

¡Si yo no acabo primero a vos HDP! — Exclame, lanzándole mi sonrisa mas macabra, blofeando como se hace en póker, haciéndole creer que aun tengo un as bajo la manga, pero esta vez no tengo nada.  Antes de lanzarme al siguiente round agarré con fuerza la cruz y la medalla que me había regalado mi abuelo y la apreté con todas mis fuerzas, le pedí a mis padres y a Dios que me dieran fortaleza para seguir, que no me dejaran desfallecer y que no dejaran que mis manos se llenaran de sangre… Pero si lo tenía que hacer lo haría. —¡Dios! — grite al tiempo que me lanzaba al ruedo como un toro en el redondel de arena sediento de sangre.

Esta pelea ha sido la mas intensa y complicada de mi vida, golpes van y golpes vienen, mi cuerpo ya me duele. No obstante, tengo la satisfacción de que mi rival no esta limpio del todo, su cara con algunas pintas de sangre ya refleja cansancio y su negro brillante se ha ido mermando con cada golpe que logro propinarle.

—¡Me dispenso por las palabras antes dichas! La verdad eres uno de los mejores adversarios que he tenido— Me sonrió satisfecho aquel chico lanzándome golpes tan ligeros, agiles y certeros como una pantera.

¡Gracias! — conteste esquivando rápidamente cada uno de sus goles, al tiempo lograba clavarle una patada frontal a la altura de su cuello y mentón haciéndolo caer de espaldas al suelo. Si él es una pantera yo soy el rey de la selva.



#49311 en Novela romántica
#12990 en Joven Adulto

En el texto hay: deseo, amor, odio

Editado: 06.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.