Guardiana

Capítulo 3 - Sensaciones extrañas

 

Me levanté como siempre; hoy era mi segundo día de clases, me duche, me vestí y recogí mi mochila con la mayoría de libros y cuadernos porque hasta este día nos asignarían nuestros casilleros, la verdad no me importaba cual me tocara, al fin y al cabo los terminaban intercambiando.

Todo transcurría con normalidad, pero al salir de la casa me sentía un poco mareada y a causa de eso subí lo más rápido que pude al auto de mi papá, y creo que se dio cuenta de mi reacción.

—¿Te encuentras bien, Rosalie? —Me preguntó mi papá un poco preocupado.

—Sí, no es nada, tan sólo me maree un poco por la brisa —contesté.

—Bien, entonces, vamos. —Parecía un poco extrañado por mi respuesta, pero al ver que me encontraba bien, tomó el mismo aspecto de siempre.

Cuando llegamos, una oleada de olores diferentes me golpeó, algunos eran dulces y agradables, otros no tanto. Me extrañaba que nadie tomara en cuenta el ambiente repleto de olores por todas partes. Todo fue tan repentino que casi estuve a punto de caer, los olores inundaban todo, incluso mi mente, pero me acostumbré poco a poco.

Me dirigí a mi salón de clases y me dispuse a que llegara la profesora; todos tenían un extraño aroma, eso era extraño ya por sí mismo, ¿qué hacía yo pensando en eso? Bien, algo definitivamente debe de estar mal conmigo. Me desagrada el aroma de la mayoría de los perfumes pero no encontraba que fuera parecido a alguno. Debería de dejar de pensar en eso aun cuando esos extraños olores me causaban mareo.

Más tarde, al terminar el primer periodo me dirigí al comedor con Amelia, Lidia y Nathan. Todavía me encontraba un poco mareada, tomé un poco de mi ensalada de guisantes; había algo que olía realmente mal, no sé qué era pero me provocaba náuseas al punto de que alguien se dio cuenta de mi comportamiento.

—Mmm... Rosalie ¿te encuentras bien? —Era la voz de Nathan.

—Eh... sí, yo sólo. —No pude contestar de manera adecuada porque me hizo otra pregunta.

—¿Quieres que te lleve con el médico? —Me encantó escuchar su gentil voz, pero no tenía por qué preocuparse, no me sentía enferma, no exactamente.

—Yo sólo, si me disculpan, iré a un lugar más tranquilo. —Les anuncié a Nathan y a mis amigas.

—¿Realmente te encuentras bien? —Nathan se levantó un momento después que yo lo hiciera y me tomó la mano. Inmediatamente de que lo hiciera sentí como si el calor despareciera de mí y mi rostro se congelara.

—Estás demasiado fría, creo que es mejor llevarte al médico.

—¿Estás bien Rosalie? —Me preguntó Lidia.

—Estás muy pálida. —Me advirtió Amelia.

No paraban de hacer preguntas hasta que decidí asumir lo que me pasaba a pesar de ser extraño, no estaba enferma y no era algo por lo que tenían que exagerar. Nunca pensaría en ir a casa o pasar todo el día en la enfermería a no ser que me sintiera muy mal, situación que no ocurría además.

—Realmente estoy bien y para probarlo me quedaré aquí hasta que termine el descanso. —Les aseguré, y así fue como finalmente no pude terminar mi almuerzo tranquilamente con mis compañeros de mesa observándome fijamente.

Al entrar a clases, nos dieron una tarjeta para asignarnos nuestros casilleros, lo bueno es que me había tocado en la primera línea, mi número era el primero, apuesto a que todos intentarían intercambiar de tarjeta conmigo. Ya sé que mencioné que no importaba el lugar que me asignaran pero esta vez había tenido suerte y no le cedería mi lugar a cualquiera.

Todos se arremolinaban unos contra otros intercambiando sus tarjetas y accediendo a sus casilleros finalmente. Esta vez la seguridad era más sofisticada pero sencilla; no necesitaba una contraseña, sólo requería nuestra identificación como paso inicial, para eso se utilizaba el broche y nuestra huella dactilar; la pantalla accedía a nuestra información básica en el instituto, como: nombre, edad, matrícula y calidad de estudiante. No todos se sorprendieron porque ya nos habían informado que algo así sucedería para mayor seguridad del instituto.

Justo cuando estaba a punto de colocar mis útiles sobrantes en mi casillero apareció Nathan a un lado mío.

—Hola Rosalie.

—Hola Nathan ¿te tocó un buen lugar? —Le pregunté utilizando lo primero que pensaba.




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