La luz de la luna invadía la habitación de ambos jóvenes.
Amelia y Rodrigo se encontraban durmiendo profundamente uno frente a otro, las gotas de la lluvia comenzaban a caer golpeando ferozmente contra la venta, nada podía despertarlos aun sabiendo que el peligro estaba cerca.
El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando Amelia despertó azorada, tuvo una pesadilla, pero no lograba recordarla, miró a su alrededor buscando el consuelo de su hermano, pero Rodrigo ya no estaba.
Sin alterarse se quitó las colchas de encima, bajó los pies sintiendo el suelo helado, un trueno provoco el crujido de las ventanas. Apresuradamente camino para encender el interruptor de la luz cuando una sombra frente a ella la detuvo en seco.
En ese preciso momento cayó un fuerte rayo creando una franja de luz que iluminó la habitación, el pánico la invadió, un sudor frío recorrió su espalda, aquella sombra la había visualizado en sueños una y otra vez, sabia perfectamente de quién se trataba pues una ocasión a raíz de sus pesadillas empezó a investigar aquello. Era el demonio encargado de capturar almas considerado el subordinado de satanás. Frente a ella se encontraba Mefistófeles.
Amelia comenzó a retroceder hasta llegar al punto de topar con la pared pues ya no tenía hacia donde avanzar.
Mefistófeles se acercaba a ella, oliendo su temor y viendo dentro de su alma para ser marcada, los truenos se repetían constantemente creando destellos iluminando la habitación por segundos. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca este con una voz fuerte le dijo.
— Tu alma se irá al infierno.
Segundos después desapareció por completo y en su lugar apareció Rodrigo con una especie de daga en la mano.
Estaba empapado cubierto por la lluvia que se mezclaban con restos de sangre. Amelia lo observaba sin poder articular palabra alguna, en ese momento un cuchillo fue arrojado hacia ella, Rodrigo maniobró rápidamente cubriendo a su hermana mientras el cuchillo se clavaba en la pared. Amelia pasó la mirada del cuchillo a su hermano esperando una explicación.
Antes de que él pudiera responderle una explosión fuera de la casa hizo que las ventanas explotaran en miles de fragmentos, Rodrigo agarró a su hermana de la mano intentando sacarla de ahí.
Al llegar a la sala Amelia se detuvo en seco y mirando escaleras arriba les gritó a sus padres con desesperación intentando subir de nuevo.
Rodrigo la agarró del brazo y negó con la cabeza.
— Ya no hay nada que podamos hacer, tenemos que salir de aquí.
Amelia miró a su hermano con lagrimas en los ojos, un momento bastó para que viera como un cuchillo atravesaba su pecho, acto seguido este caía por las escaleras.
Gritando con todas sus fuerzas Amelia bajó rápidamente y sostuvo el cuerpo de su hermano mientras lloraba con intensidad. Miró a su alrededor percatándose como varias personas con túnicas negras se empezaban a reunir en torno a ella. Y de un momento a otro la casa empezó arder en llamas.
Se levantó asustada, queriendo huir de ahí, pero no pudo pues no se lo permitían, de poco a poco las llamas comenzaron a consumir todo, empezó a toser y se le dificultaba respirar. Una de aquellas personas se acercó hasta ella, al estar frente a frente saco una daga, Amelia lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos al sentir la punzada profunda en su cuello.
Las llamas empezaron a consumir todo, el fuego se propagó por toda la casa e inerte Amelia se quedó en medio de la estancia desangrándose con las llamas consumiendo su cuerpo.