CAPITULO 6
La Profecía.
A
ños antes de la llegada de Lux a Carema, su abuela Anastasia había llegado a ese lugar y se había encontrado con el entonces joven Jacob Vitréy. Para ella Carema era un místico e increíble mundo que solo existían en libros y en historias de su mundo. Todo lo que para ella habían sido fantasías ahora era un lugar tangible y lleno de mágicas criaturas. Después del ataque del Esquisófrero en el pantano, Jacob llevo a la confundida joven a su casa.
Pero muy por encima de esa aldea donde Jacob vivía, muy por encima de las nubes o de cualquier alcance que los ojos mortales pudieran ver, oculto detrás de un velo mágico e impenetrable se levantaba una gigantesca, colosal y hermosa isla flotante. Ese lugar era el mágico y divino hogar de los Dioses de Carema, el Valhalla.
Una inexplicablemente única y hermosa isla, con bosques, montañas, lagos y ríos en ella. En los bordes de la isla, el agua caída en picada fundiéndose con las nubes. Era algo realmente inolvidable ver aquella enorme isla flotando sobre las nubes. En el centro de ella un hermoso palacio hecho de marfil, granito y oro se erguía y sobresalía de ella, destellando un único brillo con los suaves toques de los rayos del sol. Un gran y amplio palacio con altas y esculpidas torres adornadas con los más espectaculares detalles. Plantas, flores y animales de todo tipo corrían libres por los hermosos y verdes campos de aquel lugar, era algo relajante y embriagador para la mirada. Círculos de rocas adornaban el patio de aquel castillo, rocas talladas con raros y hermosos diseños. Enredaderas con rosas y flores de color blanco y azul envolvían escaleras, pilares y torres, haciendo que extraños insectos y mariposas se posaran sobre ellas para deleitarse con su dulce aroma y sabor.
Pero dentro de aquel palacio en una gran habitación adornada con espejos, oro y extravagantes lámparas que colgaban del techo se celebrara una extraña y única reunión, una reunión no llevada a cabo en siglos. Todos los Dioses de Carema se encontraban en ese lugar, habían sido convocados a una reunión por una Diosa Misteriosa, una Diosa sin nombre que tenía visiones y destellos del futuro, y tras tener la última de sus premoniciones esta Diosa de una manera alarmante convoco a toda su comunidad para contarles lo trágico que había sido su visión.
--¡…Compañeros Dioses, los he convocado en este lugar y en este momento para hacer de su conocimiento una trágica visión profética que tuve sobre nuestro fin…!—Explicaba una Diosa vestida con un sobre todo color crema y una enorme capucha que hacía imposible verle el rostro a aquella figura enmascarada, su voz era ronca y fría. Por ese motivo era llamada La Arcana, la Diosa Misteriosa.
Todos los Dioses se empezaron a alarmar, el castillo central del Valhalla vibraba con todas esas voces, ese lugar era el hogar de descanso de los Dioses que no se encontraban en Carema. El Valhalla era gobernado por los Dioses Reyes, Ainara Yin y Noah Yang.
Los Reyes eran Dioses sabios y benevolentes, la Reina era una mujer impresionantemente bella, sus delicados labios estaban como bañados de un brillo que hacía ver su hermoso rostro aún más delicado, el color de sus ojos era de un azul tan potente como el color azul del cielo mismo, vestía una túnica blanquecina con tiras de tul que danzaban en el aire con el soplar del viento, tenía como accesorios un hermoso brazalete en forma de enredadera de metal que le salía de su mano y se enroscaba por todo su brazo hasta llegarle al cuello, su cabello era totalmente blanco con un largo mechón negro a un costado de su cabeza, la cual estaba adornada con la más fina y delicada corona. El Rey y esposo de Ainara era un apuesto y gallardo hombre con una barba que parecía dibujada en su fuerte rostro, una armadura negra como hecha con un pedazo del mismo cielo oscuro y nocturno, su cabello negro bien peinado tenía un mechón blanco que le salía desde la parte delantera de su frente hasta la mitad de su cabeza, llevaba una capa negra y a la vez transparente que hacia resaltar su imponente figura como padre y gobernante de los Dioses. Ambos gobernaban el Valhalla con humildad y justicia, ellos aun creían en los mortales aunque éstos ya no les rindieran alabanzas, creían en el bien que existe en los corazones de los habitantes de Carema y en lo que son capaces de hacer, el libre albedrio de los mortales era su tesoro más preciado y desde las alturas Ainara y Noah seguían cuidando ese tesoro, ese frágil tesoro que eran los Caremos, su pueblo.
Los Reyes tenían una pequeña hija llamada Edén, una hermosa bebita con ojos tan verdes como dos esmeraldas, quien era arrullada con la hermosa melodía de la voz de la Reina. Ellos eran protegidos por un grupo de Dioses jóvenes llamados los Guerreros del Alba, Dioses que protegían a los demás seres Divinos, a las criaturas mágicas y al mismo Valhalla, Dioses comandados por el Príncipe Odín, hijo mayor de Ainara y Noah.