CAPITULO 8
Preguntas y Respuestas.
U
na vez que abandonaron el Templo de Gea, Lux, Jana y Keiko cabalgan de nuevo a las entrañas del Bosque de Ávalon con dirección a las afueras de la Aldea Runelia, donde estaba ubicada la vivienda de Jana y su abuelo Jacob.
La noche reinaba en todos los rincones del bosque, las ramas de los árboles y los sonidos de los Zobalúes y Dáfdas, animales que parecían ser búhos y ranas, era lo único que se escuchaba a parte del ruido que hacían los cascos del corcel. Jana estaba adormecida mientras Keiko tiraba de las riendas de su caballo, Lux acariciaba a su gatita admirando las tres grandes lunas en el cielo nocturno mientras pensaba en todas las palabras que los Reyes habían dicho, era increíble todo lo que había escuchado y más increíble era que se disponía a luchar contra un grupo de Dioses comandados por un malvado ser que llevaba años azotando todo un mundo. Su mirada se alternaba entre las penumbras del bosque y la dulce felina que le ronroneaba mientras Lux le rascaba las orejas, mientras miraba las sombras parecía que éstas le susurraban una palabra, y justo entonces pensó un nombre para ella, era una gatita tan negra como la sombra más oscura, como la penumbra más oscura, y así la llamo… Umbra, la parte más oscura de las penumbras, nombre que a la gatita pareció encantarle. Los jovenzuelos se sentían sumamente cansados, durante horas habían cabalgado hacia el Templo de Gea y ahora estaban de regreso, faltaba poco tiempo para el amanecer y Dobitak seguía su camino atravesando todo tipo de irregularidades en el terreno, esquivando arboles y rocas y saltando arbustos para llegar al otro lado del extenso bosque, cabalgando a toda prisa por algunas horas más.
Con los primeros rayos del sol asomándose por el naciente, el fuerte e inagotable corcel Dobitak sale del Bosque de Ávalon saltando un gran árbol de un manzano caído. Keiko lo guía por un sendero que Jana les señalo, un sendero hecho de ladrillos y rodeado en todos sus bordes por hermosos lirios rosados bañados por el rocío matutino, al final del camino la espesa neblina se disipaba y en la distancia se veía la cabaña de Jacob, destruida y con sus cimientos aun humeantes después del ataque de la nefasta Némesis.
El caballo dio unos pasos más y Keiko tiro de sus riendas para frenarlo, apenas se detuvo Jana salto de Dobitak y corrió hasta el lugar que horas antes había sido su hogar durante toda su vida. Caminaba lentamente hasta lo que había sido su casa y luego se detuvo colocando sus manos en el pecho y agachándose en el suelo a llorar. Jana había caído en cuenta que no volvería a ver a su abuelo, aquel señor encantador que la cuido desde su niñez desde que sus padres murieron cuando era una pequeña niña. Lux y Keiko bajaron rápidamente del caballo para intentar consolar a la chica, pero ambos se detuvieron al ver una porción del pasto con un aro negro como si ahí se hubiese quemado algo, justo en ese lugar la noche anterior había sido el sitio donde fue asesinado y destruido Jacob Vitréy.
Jana recordó todos los momentos felices que tuvo con su abuelo con cada lagrima y gemido que salía de su ser, las imágenes de su vida pasaban por su mente mientras golpeaba el suelo con sus puños gritando de rabia e impotencia por no haber hecho nada por salvar la vida de su abuelo.
--¡Yo también perdí a mi abuela, sé que no hay palabras que reconforten lo que sientes en estos momentos, pero él no hubiera querido que perdieras la fe, hasta ayer ni tu ni yo creíamos que la magia existiera y ahora estamos aquí para defenderla, Jacob parecía ser un buen hombre y durante toda su vida te protegió, te conto historias y sin saberlo te preparo para este momento, el siguió su camino con valentía, ahora sigue el tuyo y terminemos lo que los Alders iniciaron, seamos los nuevos Alders de Carema y acabemos con esos Caídos!—Decía Lux parándose frente a Jana tomándola de los brazos y poniéndola de pie. Esas breves pero fuertes palabras activaron algo en Jana, sonrió y supo que Lux tenía razón, seco sus lágrimas y se dirigió al lugar donde había fallecido su abuelo.
Ahí estaba, un circulo de hierba quemada y cenizas de lo que antes había sido el cuerpo de Jacob, unos pocos centímetros más atrás estaba el bastón del anciano, un bastón hecho de un macizo y fuerte árbol, una madera tan pesada que casi era imposible levantarlo rápidamente, como era posible que Jacob pudiera caminar con semejante peso y con su edad avanzada, esto les hizo pensar que realmente el anciano era especial, los Dioses habían dicho que él era un Wizardzor, y que Jana también era una, como era posible que una chica normal como lo era ella venga de una línea ancestral de brujos, por eso estaban ahí, Jana con ayuda de Keiko levantaron el bastón de Jacob y se dirigieron a las ruinas de la cabaña.
Al llegar al devastado lugar los jóvenes comenzaron a esquivar y a quitar escombros, la casa estaba totalmente destruida, todos esos recuerdos y objetos que pertenecían a Jana ya no existían. Poco a poco revisaban el lugar buscando algo que se hubiese salvado y pudieran usar para su viaje. Jana entro a lo que una vez había sido el cuarto de su abuelo. Ella sabía que en alguna parte de esa habitación estaba un enorme cajón que el anciano resguardaba y ocultaba con mucho recelo, estaba segura que ahí encontraría algo sobre lo que su abuelo era. Después de varios minutos de búsqueda la chica encontró una escotilla debajo de la destruida cama de su abuelo, con ayuda de Keiko y Lux lograron abrirla y allí estaba, un gran baúl viejo y polvoriento con un enchapado de metal y dos aros en el borde de su tapa, ese baúl estaba ahí oculto quien sabe por cuánto tiempo y no se imaginaban como hacia Jacob para sacarlo de ahí. Entre los tres chicos levantaron el pesado baúl y lo colocaron en el suelo, no tenía ningún cerrojo y parecía estar totalmente sellado, intentaron halarlo por las argollas que tenía pero era imposible abrir aquel baúl.